26/2/24

Gaza y el proyecto colonial del «Gran Israel»

 

Bezalel Smotrich Ministro de Finanzas y el mapa del Gran Israel

París 2023



«Debéis combatir con entusiasmo… Por la invasión o por la diplomacia, el imperio israelí será edificado. Deberá comprender todos los territorios situados entre el Nilo y el Éufrates».
David Ben Gurión, fundador del Estado, dirigente sindical y ala izquierda del sionismo.  
Discurso en la Universidad Hebrea de Jerusalém, 1950.
 
«Ahora es cuando estamos haciendo realidad la Nakba de Gaza».
Avi Dichter, ministro de Agricultura de Israel.
2023. 



Nos acercamos a los 150 días de bloqueo armado en la Franja de Gaza, de bombardeos incesantes por cielo, mar y tierra; de la hambruna y la destrucción generalizada, del asesinato de por lo menos 30 mil palestinos. Las condiciones que el Estado sionista de Israel ha impuesto sobre este territorio son brutales y por sus dimensiones tienen escasos precedentes históricos. Israel se reafirma como una máquina de muerte y terror que actualiza las formas y características del colonialismo.

Esa máquina de muerte ha servido y sirve a los intereses imperialistas en la región y por ello es engrasada con las armas y los recursos de sus financiadores occidentales. El pueblo palestino ha padecido un genocidio continuado llevado a cabo por el sionismo y el imperialismo desde el momento de la fundación de Israel, pero sus antecedentes se encuentran en el colonialismo europeo, el Estado sionista fue una invención colonial tardía, sin embargo, ahora podría ser entendido como campo de prueba de nuevas formas coloniales, que destruyen, arrasan y aniquilan poblaciones enteras valiéndose de modernas y potentes tecnologías, para apropiarse de los recursos, controlar el territorio y si es necesario eliminar a toda una población. El colonialismo no sólo persiste con la existencia del Estado de Israel, empieza a delinear la fisionomía de sus futuras maneras de accionar.

Israel como Estado colonial fue ideado, promovido, construido, financiado y ha sido apoyado una y otra vez por los países imperialistas, por ello, los imperialismos son cómplices del genocidio desarrollado contra pueblo palestino. Sin embargo, como enclave colonial imperialista, tiene características y un proyecto propio: el Gran Israel -compuesto por «todos los territorios situados entre el Nilo y el Éufrates»-, que requiere ser analizado para comprender la fase actual del genocidio.


La Nakba y el Gran Israel




Netanyahu exhibe un mapa de Israel ocupando todo 

el territorio de Palestina - ONU 2023




El hecho fundacional del Estado sionista tiene un claro carácter colonial, la Nakba -la catástrofe-, consistió en la expulsión violenta de la población palestina de su territorio. El establecimiento del Estado de Israel supuso el uso del terror y la barbarie: masacres, asesinatos, tortura y encarcelamiento de la población palestina nativa, arrasamiento de sus viviendas, destrucción de barrios, pueblos y ciudades, expropiación de sus bienes y la imposición de la negativa a su retorno -ese proceso tuvo sus inicios bajo dominio colonial británico, bajo el cual se sentaron las bases del futuro Estado de Israel, pero se agudizó y extendió, a partir de 1948-.

Lo que hoy ocurre en territorio de la Palestina histórica es la continuación de la Nakba, o, como cínicamente sostienen miembros del gobierno sionista, una «segunda Nakba» o la «Nakba en Gaza». La pretensión del gobierno de Netanyahu y el sector ultranacionalista que representa pasa por la aniquilación del mayor número de palestinos en Gaza, la expulsión de los restantes y la extensión de las fronteras del Estado judío en búsqueda de la construcción del Gran Israel.

Desde los ministros ultraderechistas del gobierno de Netanyahu como Smotrich y Ben Gvir, pasando por Nissim Vaturi, vicepresidente del parlamento sionista -Knesset-, o la oficina de inteligencia del Estado, han declarado abiertamente sus intenciones: «Hoy tenemos todos un objetivo común: borrar la Franja de Gaza de la faz de la tierra» dijo Vaturi, «Necesitamos fomentar la migración desde allí. Si hubiera entre 100.000 y 200.000 árabes en la Franja y no dos millones, toda la conversación sobre el día después sería completamente diferente», señaló Smotrich.

Afirmaciones de ese carácter han sido expuestas por distintos sectores del sionismo desde sus primeras fases de ocupación en el territorio palestino, pero la capacidad para hacerlas realidad no siempre estuvo a su alcance, en la actualidad este sector del sionismo radical no sólo llegó al poder sino que considera que ha llegado el momento de ponerlas en marcha. Ha empezado su campaña y ha encontrado limitadas reacciones de sus socios imperialistas, quizás algunas contradicciones, que sólo pueden explicarse hasta aquí por la solidaridad despertada en el mundo entero con la causa palestina.

No son los ultranacionalistas, es el Estado sionista

La construcción del Gran Israel no es una invención del sector del sionismo fundamentalista que está en el poder, ha sido un objetivo histórico impulsado desde el Estado. El prócer sionista Ben Gurión, que fue dirigente del movimiento obrero y miembro de partidos como el Mapai (Partido de los Trabajadores de la Tierra de Israel), es decir, un representante de la «izquierda» sionista, no negó nunca las ambiciones expansionistas de Israel, al contrario, las dejó expresadas con completa claridad al rechazar que se definieran sus fronteras nacionales -Israel no tiene formalmente definidas sus fronteras-.

Sin embargo, los dirigentes sionistas han intentando maquillar y mantener en la ambigüedad sus ambiciones, lo que ha cambiado con el actual gobierno es que ahora no se ocupan de ello, al contrario, hacen alarde de su objetivo histórico. Sostienen con total impunidad que Israel tiene licencia «divina» para matar y expulsar a todos los palestinos porque Palestina es su «tierra prometida». Por ello no tienen ambages en declarar que pretenden expulsar a los palestinos de la Franja de Gaza a Egipto, o, en su defecto al sur de ese territorio para establecer colonos judíos al norte. En el caso de Cisjordania tampoco tiene escrúpulos al exhibirse armando y entrenando a los colonos para que actúen como bandas paramilitares que son punta de lanza para el desplazamiento y desposesión de tierras y casas de los palestinos.

La política estatal de construcción del Gran Israel implica la «limpieza étnica», barrer con la población palestina, por ello, el sionismo se ha encargado de edificar un amplio aparato de construcción ideológica. A los israelíes se les educa para deshumanizar a la población palestina, desde que están en el jardín de infantes hasta que llegan al ineludible servicio militar. El resultado: un importante sector de los israelíes adopta esa línea genocida como propia, y, en terreno, cuando los soldados tienen las armas en las manos pueden repetir como autómatas «en Gaza no hay personas inocentes».

Una doctrina militar para una política de exterminio: Dahiya

En 1982 el Ejército sionista incursionó en el sur del Líbano -país con un gran número de refugiados y núcleo de la Resistencia Palestina por aquel entonces- hasta llegar a destruir su capital Beirut -con el apoyo directo de tropas yanquis-. Bajo esa ocupación impusieron condiciones similares a las que hoy padecen los gazatís: cortes periódicos del suministro de agua, electricidad, alimentos y combustible, con bombardeos intermitentes desde tierra, mar y aire.

De la invasión al Líbano surgió la doctrina militar Dahiya -lleva el nombre de un barrio de la zona sur de Beirut que fue destruido-, y fue explicada por el general y criminal israelí Eizenkot en 2008: «Lo que sucedió en el barrio de Dahiya […] sucederá en todas y cada una de las aldeas desde las que se dispara a Israel […]. Aplicaremos a ello una fuerza desproporcionada y causaremos un gran daño y destrucción. Desde nuestra perspectiva no son aldeas civiles, sino bases militares». Tal doctrina militar ha sido empleada en Gaza en repetidas ocasiones, incluyendo la actual invasión.