20/3/23

El 8 de marzo, día internacional de lucha de las mujeres, este año simbolizada en las masivas protestas en Perú y Ecuador, y en la resistencia de los pueblos oprimidos de América latina

 


 

 El 8 de marzo es el día en que las mujeres unen su fuerza en todo el mundo para reclamar por sus derechos democráticos y económicos. En esas justas revindicaciones, confluyen mujeres de distintas clases sociales, amas de casa de familias trabajadoras, jefas de hogar hundidas en la miseria, campesinas, indígenas, negras y de otras razas oprimidas. Lo que las llamadas “clases políticas”, defensoras del sistema capitalista, tratan de ocultar es que, por más conquistas parciales que se vayan logrando, no hay ni habrá una solución definitiva y de fondo para las mujeres sin enfrentar la dominación del capital, a esa minoría megarrica que se apodera de las riquezas producidas por la mayoría de la población mundial y de los recursos de los países atrasados.

Pero hay mujeres que se unen para la creación de una conciencia de lucha inclaudicable para revolucionar la sociedad. Una sociedad donde la igualdad de derechos; de posibilidades de crecer sin hambre ni temor de quedar abandonado a su propia suerte; de educación para toda la vida, que no dependa de los medios para pagarla; de atención de la salud desde la gestación, con personal suficiente y aparatología médica a la altura de los avances científicos y tecnológicos; de hábitat donde las condiciones ambientales y de entorno no sufran el deterioro progresivo por la usurpación, sin escrúpulos ni control, de los capitales financieros especulativos, inmobiliarios, extractivistas y del lavado, que avanzan sobre la propiedad de la tierra, del subsuelo, del agua, llevando a la deriva, a la degradación y al exterminio los recursos utilizables para la defensa de la vida en el planeta.

Las mujeres explotadas y oprimidas son la vanguardia de una lucha para que las condiciones de vida humanas se hagan realidad, y por eso sus dirigentes y activistas son perseguidas y encarceladas por el Estado, y hasta asesinadas por grupos paramilitares organizados y financiados por los capitalistas. Queda muy claro que el camino inverso a crear la conciencia de lucha contra el enemigo responsable de la dominación imperialista es la defensa de esta putrefacta sociedad capitalista, donde la descomposición, la violencia y la barbarie se multiplican sin freno.

Milagro Sala es indígena, líder de la organización Tupac Amaru, que en la provincia de Jujuy, en el Norte de Argentina, administró fondos del Estado nacional para la construcción de viviendas, escuelas, centros deportivos y de salud para la comunidad. El gobernador de esa provincia, Gerardo Morales, de la Unión Cívica Radical –integrante de la coalición electoral encabezada por Mauricio Macri–, denunció que había que acabar con la Tupac Amaru porque era “un Estado dentro del Estado”, y Milagro Sala hace siete años que está presa por causas inventadas por la “Justicia” de Morales, con graves problemas de salud y habiendo sufrido el terrible golpe de la muerte de su hijo, Sergio Chorolque Sala. Mientras esa “Justicia” proseguía su trabajo con el  acoso, persecusión y prisión a dirigentes y activistas de Tupac Amaru, el gobernador destruyó todo lo que Tupac Amaru había construido.

 Este 8 de marzo en la Argentina, el pedido de libertad de Milagro Sala debe ser el principal grito de guerra de las mujeres. Su libertad debería encabezar todos los programas de reclamos de los trabajadores argentinos contra la patronal y contra la política del gobierno del Frente de Todos, que además de hundir en la pobreza en forma cotidiana a cada vez más trabajadores para cumplir con el FMI, deja correr una inflación que ya superó el cien por ciento y mantiene en la cárcel a Milagro.

Ningún dirigente del gobernante Frente de Todos, sino es a condición de un gran cinismo, debería atreverse a levantar las banderas contra la discriminación, el hambre, el racismo, la esclavitud laboral o los derechos humanos, y al mismo tiempo avalar, con la prisión de Milagro, a la “Justicia” jujeña que opera con la complicidad del Poder Judicial de la Nación, y al gobierno racista y explotador de Morales en la provincia, defensor del proyecto de país de Juntos por el Cambio.

Ningún pedido de piedad, de solidaridad, de indulto impidió que las injusticias impuestas por el gobierno macrista fueran revertidas. Al contrario, en los hechos han sido avaladas por todos los poderes del Estado, incluido el Congreso Nacional, que después de tibias iniciativas de un grupo de legisladores, como el proyecto de intervención federal al Poder Judicial de Jujuy, dejaron a Milagro abandonada a su suerte, a soportar cada día una mayor dosis de crueldad.

Cuando se presentó aquella iniciativa, Milagro denunció esa hipocresía:

 La extorsión de la Justicia jujeña empezó conmigo y ahora sigue con otros sectores. Tengo mucha indignación con lo que sucede en Jujuy. La Justicia debe ser intervenida porque hay personas que no pueden salir a pedir un pedazo de pan ni comida para los comedores porque les hacen la contravención. Lo mismo ocurre con los familiares de femicidios, que no pueden salir a pedir el esclarecimiento de los casos. Llama la atención que con Jujuy casi todos miren para el costado

 La lucha por los derechos de las mujeres trabajadoras, explotadas y oprimidas debe levantar bien alto y en primer plano estas banderas:

 

¡Libertad a Milagro Sala!

¡Basta de asesinar y perseguir a las líderes sociales y ambientalistas en América Latina!

¡Solidaridad con las mujeres indígenas, campesinas y trabajadoras, peruanas, ecuatorianas y de la región de Caquetá en Colombia, que junto a sus compañeros de lucha se han colocado a la vanguardia de la pelea por los derechos democráticos en la región!