5/3/20

Detener la escalada golpista


 Esquerda Online, 27-2-2020

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Ordenada por el Palacio del Planalto –la sede del Poder Ejecutivo brasileño–, la convocatoria por parte de las hordas de bolsonaristas de un acto a favor del cierre del Congreso Nacional y del Supremo Tribunal Federal, para dar poderes absolutos al Presidente, materializa el mayor objetivo de la extrema derecha neofascista. La estrategia de Bolsonaro es establecer un régimen dictatorial en el país.

 Aunque no se está preparando ningún golpe militar para este día –no nos parece lo más probable–, se ha dado un paso peligroso en esta dirección. La trama del golpe debe ser derrotada antes de que sea demasiado tarde. Después de todo, sólo los ilusos creen que vivimos en una situación de “normalidad democrática”.

 No es una mera coincidencia que el general Braga Netto haya sido nombrado para la Casa Civil –el Gabinete presidencial–, reforzando el control de la alta jerarquía militar sobre los principales ministerios y puestos gubernamentales, el estallido de un motín policial (con métodos de terror paramilitar) dirigido por líderes bolsonaristas en Ceará, los insultos misóginos de Jair Messias (Bolsonaro) contra la periodista Patrícia Campos Mello (de Folha de San Pablo)y las sucesivas amenazas y provocaciones autoritarias de sus hijos, Paulo Guedes y partidarios influyentes.

Bolsonaro actúa sabiendo que producirá choques y crisis institucionales. Ante la evidencia de que la economía sigue estancada, la dificultad de conseguir una mayoría parlamentaria en las votaciones importantes (como en el caso de las enmiendas fiscales), la próxima disputa electoral en los municipios y el turbulento escenario internacional –ahora impactado por la propagación del coronavirus–, el bolsonarismo apuesta por la radicalización autoritaria. Así mantiene cohesionada y movilizada a su base social de apoyo más extremista.

 Jair Bolsonaro dio la contraseña a sus seguidores compartiendo el contenido de WhatsApp en apoyo de la demostración. Luego, como en otras ocasiones, dio un paso atrás ensayado, diciendo que eran sólo mensajes de naturaleza personal, una puesta en escena que no engaña a nadie. Asimismo, los generales Augusto Heleno y Hamilton Mourão declararon que no autorizaban la publicación de sus imágenes en la convocatoria del acto, pero que no lo condenaban, sino todo lo contrario: aseguraban su legitimidad.

Ante la gravedad de la situación, la construcción de la más amplia unidad democrática para detener el golpe de Estado es una tarea urgente. La lucha en defensa de las libertades democráticas no puede reducirse a palabras y declaraciones bien intencionadas. Es necesario tomar medidas inmediatas y enérgicas.

La Cámara de Representantes –Diputados–, el Senado Federal, el Tribunal Supremo, la Fiscalía General, los partidos políticos, los dirigentes políticos, la OAB (Orden de los Abogados del Brasil) y las entidades de derechos humanos tienen el deber de adoptar medidas concretas contra el plan puesto en marcha para socavar el régimen democrático. Todos los demócratas deben estar en primera línea contra los ataques a los derechos y libertades democráticas, construyendo acciones amplias y unitarias.

En este sentido, los tímidos y vagos pronunciamientos de Rodrigo Maia (del Partido Demócratas y presidente de la Cámara de Diputados) y Dias Tofolli (presidente del Supremo Tribunal Federal), y el silencio hasta ese momento de David Alcolumbre, (del Partido Demócratas, presidente del Senado y del Congreso Nacional) demuestran la debilidad de quienes deberían estar interesados en defender las instituciones de los ataques insultantes perpetrados por el Presidente de la República y sus secuaces.

Su tibieza tiene una explicación. Aunque se enfrentan en un tira y afloja político-institucional, Jair Bolsonaro, Rodrigo Maia, Dias Tofolli y Davi Alcolumbre están unidos en la aplicación del programa económico de destrucción de los derechos sociales y laborales. Todos se inclinan ante Paulo Guedes –el ministro de Economía– que, a su vez, es el servidor de confianza del gran capital financiero en el gobierno.

En nombre de la política económica y las reformas neoliberales, la burguesía brasileña no quiere el fin del gobierno del Bolsonaro, incluso frente a las repetidas amenazas de destruir el actual régimen institucional. La clase dominante busca, en el mejor de los casos, contener al neofascista dentro de ciertos límites, que resultan cada vez más flexibles.

Es decisivo que entre en escena el movimiento organizado de los trabajadores, sobre todo de sus sectores más oprimidos y jóvenes, porque no se puede esperar una lucha consecuente de los sectores burgueses que hoy se oponen públicamente a las ambiciones dictatoriales de Bolsonaro. Los movimientos sociales (MTST, MST, entre otros), las centrales sindicales y los sindicatos, los frentes nacionales de lucha (Pueblo Sin Miedo y Brasil Popular) y los partidos de izquierda (PT, PSOL, PCdoB, PCB, PSTU) deben reaccionar inmediatamente. Tendría una enorme importancia un llamamiento conjunto de Lula, Guilherme Boulos, Manuela d’Ávila, entre otros dirigentes públicos de la izquierda que pidiera una movilización democrática.

En un momento en que las libertades y los derechos fundamentales están seriamente amenazados, es hora de dejar las disputas electorales en un segundo plano. La prioridad es disputar la conciencia de los trabajadores y tener la fuerza social para luchar en las calles. Para ello, es urgente la construcción de un Frente Único de movimientos, sindicatos y organizaciones de izquierda.

Con unidad, coordinación e iniciativa, se puede construir un poderoso 8 y 14 de marzo contra Bolsonaro y por Marielle Franco y una fuerte manifestación en defensa de los derechos y libertades con maestros y funcionarios públicos el 18 de marzo. Al formar un Frente Único Nacional, con un comando central, es posible tener un día de luchas que culmine en una manifestación masiva en abril.

Es cierto que una parte de la población apoya al gobierno; pero hay otra parte, tan significativa como la primera, que se opone a Bolsonaro. Y esa parte está formada por una mayoría de mujeres, negros, jóvenes y los más pobres. Creamos en la capacidad de lucha de nuestro pueblo trabajador, que ha demostrado su valor en tantos momentos históricos. La huelga nacional de petroleros fue la prueba de que es posible resistir. ¡A luchar!