7/9/22

¿A quién beneficiaba la muerte de Cristina Kirchner?

 


   El intento fallido de asesinato a Cristina Fernández de Kirchner, filmado en vivo, sumó varias toneladas, en un solo movimento y pocos segundos, a la montaña de barro y materia fecal con la que las clases dominantes de la Argentina desean sepultar los doce años (2003-2015) de conquistas de la clase obrera, los jubilados y las mujeres, y el logro de haber llevado a la cárcel a parte importante de los militares genocidas.

   Si la bala destinada a terminar con la vida de la vicepresidenta de la Nación hubiera salido del arma, en los salones donde corren botellas del whisky más caro y de champagne francés, las copas se habrían levantado para festejar la tarea cumplida. En paralelo al crecimiento de su reconocimiento como líder del movimiento obrero y popular, Cristina ha concentrado el odio más feroz de la clase enemiga.

   Como en toda investigación criminal científica, los motivos que llevan a ejecutar el homicidio y quiénes se benefician con esa muerte son factores decisivos no solo para resolver el hecho en cuestión sino también para estudiar su dinámica y posibles derivaciones. Ahora todos dicen que el atentado benefició a Cristina, pero este falló y la verdadera pregunta es quién se beneficiaba con su muerte.

   Si un criminalista pretendiera indagar a aquellos que expresaron su deseo de ver muerta a la vicepresidenta, debería citar a un número importante de parlamentarios (en particular al que pidió la pena de muerte), políticos, gobernadores, miembros destacados de la aristocracia argentina que se nuclea en la Sociedad Rural, y a otros, no tan aristocráticos pero que se llenan los bolsillos a costa del hambre de amplios sectores populares, a encumbrados integrantes de los círculos reaccionarios del Poder Judicial; tampoco deberían dejarse de lado algunas embajadas ni a militares retirados y familiares de militares en actividad que por ahora callan. La lista de posibles autores intelectuales de este crimen fallido es extensa.

   A las clases de los sectores sociales que componen el movimiento obrero y popular argentino, les llevó apenas doce horas para comprender los sucesos de la noche del 1º de septiembre en el barrio de la Recoleta y responder con una demostración de fuerza en la calle al asesinato frustado. Por esa razón, desde la mañana del viernes 2 de septiembre hasta última hora de la tarde, las masas populares acudieron a cubrir las plazas y avenidas de todo el país, desde la Quiaca hasta Tierra del Fuego, por ahora en señal de solidaridad con “Cristina”, pero también para demostrar la disposición de lucha, en apoyo de su candidatura a presidente en 2023, y para dejar muy en claro que “¡SI LA TOCAN A CRISTINA QUÉ QUILOMBO SE VA A ARMAR!”.

   Un mes antes, exactamente el último 2 de agosto, se había dado inicio al alegato transmitido vía Web del fiscal Diego Luciani contra la vicepresidente en la causa judicial por supuesta corrupción en la obra pública, que durante varios días también cubrió la escena de la televisión, de la prensa gráfica, de los grandes titulares de los principales medios nacionales e internacionales, para justificar una condena de 12 años y su inhabilitación de por vida para la función pública. Una proscripción política disfrazada de justicia.

   Alegato que se convirtió en una exhibición de impunidad extrema, sin objetividad y plagado de figuras simbólicas para escupirlas en la cara a la memoria del pueblo. Fue un discurso político, no jurídico, que duró nueve días y cuyos admiradores políticos, mediáticos y judiciales reiteradamente tuvieron el cinismo de comparar con el proceso judicial realizado por la justicia civil en 1985 a los asesinos y responsables de violaciones a los derechos humanos durante la dictadura sangrienta iniciada por Videla, el histórico Juicio a las Juntas Militares, que fue ejemplo en la jurisprudencia mundial.

   Al día siguiente Cristina contraatacó con otro discurso, también político, contra la justicia macrista, y arrancó la movilización frente a su vivienda, en el barrio oligárquico de la Recoleta, que provocó la retirada de las calles de los grupos que todos los días se paraban frente a su puerta a insultarla y amenazarla, y que fue creciendo día tras día.

   La acción directa de los simpatizantes y de los jóvenes que acudían a la vigilia constante frente a la puerta del edificio, reforzada por una mayor concurrencia durante el fin de semana, terminó con las aspiraciones represivas de Rodríguez Larreta, el jefe de Gobierno de la Ciudad y precandidato a la Presidencia por la oposición macrista en las elecciones del año que viene, que, con la excusa de cuidar a los vecinos, el sábado 27 de agosto mandó a la policía a atacar con gases, agua, balas de goma, golpes y detenciones a los dirigentes, funcionarios y militantes del Frente de Todos. Pero la situación se puso tan tensa que finalmente se vio obligado a retirar a la policía del lugar.

   En la noche del jueves 1º de septiembre, un mes después del inicio de alegato del fiscal, se produjo el intento de asesinato de la vicepresidenta de la Nación. Un joven concejal de un municipio del Conurbano ayudado por otros militantes fueron los primeros en atrapar y desarmar al asesino frustrado después de que este apuntara y gatillara a escasos centímetros en la cara de CFK. Fue la respuesta contundente e inmediata de los compañeros que formaban el cordón de seguridad en el recorrido diario de la vicepresidente hacia la puerta de su casa.

   La acción creciente en las calles de los obreros y de las masas populares, tanto en su objetivo de rechazar los ajustes (desde las movilizaciones de las organizaciones sociales hasta la masiva convocatoria de la CGT del 17 de agosto) como en el de rechazar la posible proscripción y cárcel de su líder política, sumaban fuerza a la lucha contra la clase dominante (empresarial, financiera y del agro) y eso explica, en parte, la respuesta expresada en el creciente papel político del Poder Judicial, del gobierno de la Ciudad de Buenos Aires y de su policía, de las declaraciones públicas en importantes medios de comunicación, de acciones y amenazas de grupos minoritarios “autoconvocados” dirigidos contra Cristina y contra los integrantes del gobierno del Frente de Todos, que incluye a representantes de un amplio número de organizaciones sociales y sindicales.

   Es la acción directa de las masas la que desenmascara al enemigo de clase que lleva tatuado en la frente el objetivo de derrotar a la clase obrera y al movimiento popular para aplicar a fondo su plan de saqueo a los recursos nacionales, de hambre y esclavización capitalista para las mayorías populares, y hasta de entrega completa del país a las potencias imperialistas.

   El escenario del crimen es el de la ofensiva contra los trabajadores y sus organizaciones en primer lugar, en esta oportunidad dirigida contra una líder política, y la motivación hay que buscarla en los intereses imperialistas, especulativos y patronales que financian a sus ejecutores.

   Los mismos intereses de la clase enemiga a quien, para intentar derrocar a Perón, no le tembló el pulso para ordenar el bombardeo contra la población civil en la Plaza de Mayo en 1955; responsable del macabro destino del cadáver embalsamado de Eva Perón, secuestrado del edificio de la CGT por un comando de la llamada Revolución “Libertadora”, que luego de ultrajarlo terminó enterrado en un cementerio próximo al Vaticano. Y a quien tampoco les tembló el pulso para ordenar y planificar los golpes militares posteriores, hasta llegar a las masacres de la última dictadura, que sumó a la muerte y desaparición de activistas obreros y juveniles, la apropiación de bebés recién nacidos, de muchos de los cuales todavía hoy no se conoce el paradero.

   El decreto de día feriado para el viernes 2 de septiembre favoreció la realización de una movilización que cubrió la Plaza de Mayo y sus alrededores, en repudio a la persecución contra Cristina incluido este intento fallido de asesinarla y en “defensa de la democracia”. La marcha, en la que confluyeron columnas organizadas por los sindicatos, los movimientos sociales y de derechos humanos con decenas de miles de personas que acudieron espontáneamente, fue multitudinaria como en el resto del país. 

Las consignas toman fuerza al calor de la movilización:

Si vienen por ella, vienen por tus derechos.

Abrazar a Cristina, es abrazar la democracia.

Están en juego la Justicia y la democracia.

Como antes lo hicieron con el partido militar ahora lo hacen con el partido judicial.