16/10/17

Segunda Declaración de Perspectiva Marxista Internacional sobre Brasil






Ante la ofensiva oligárquico-imperialista en Brasil:

¡Viva la lucha de la clase obrera y el pueblo brasileños!

¡Movilización de los trabajadores contra la ingerencia imperialista en el continente!

El capitalismo se ha transformado en un sistema universal de opresión colonial y de estrangulación financiera de la inmensa mayoría de la población del planeta por un puñado de países «avanzados». Este «botín» se reparte entre dos o tres potencias rapaces de poderío mundial, armadas hasta los dientes que, por el reparto de su botín, arrastran a su guerra a todo el mundo.


Vladimir Lenin, El imperialismo, fase superior del capitalismo.


Ante la profundización de la crisis en Brasil nuestra corriente internacional publica esta segunda declaración de apoyo a los trabajadores y el pueblo pobre brasileño retomando en gran parte lo señalado hace un año, cuando el Parlamento aprobaba el proceso de impeachment a Dilma Rousseff. Nuestra previsión de que en manos de la rosca parlamentaria-judicial-oligárquica el país no podría afrontar la crisis económica y social, sino que, al contrario, los planes de estos sectores conducirían a la liquidación de los derechos sociales y políticos de la clase obrera y a la agudización de la crisis en todos los terrenos, para avanzar en la semicolonización del país, lamentablemente se viene cumpliendo.

La ingerencia imperialista y de expoliación de recursos no se detendrá en las fronteras de Brasil ni de Venezuela. México, Colombia, Argentina, anticiparon este camino. Es hora de que alcemos una sola voz en el continente en defensa de la soberanía, de la independencia económica y política nacional y de defensa de las conquistas de los trabajadores y de los oprimidos. El destino de los países latinoamericanos es el problema inmediato que la clase obrera y el pueblo deben tomar en sus manos. Los países de América Latina y el Caribe solo podrán independizarse del yugo imperialista uniendo a sus estados en una poderosa federación, la consigna que debería presidir la lucha contra la violencia (como en Venezuela), las investigaciones, intrigas e ingerencia imperialista (en el resto del continente); y contra la feroz explotación de las clases patronales nativas será: POR UNA FEDERACIÓN DE ESTADOS SOCIALISTAS DE AMÉRICA LATINA Y EL CARIBE.

La crisis económica, social, institucional y política abierta en Brasil es a la vez consecuencia y preanuncio de una profundización en la bancarrota del régimen de dominación de la oligarquía financiera imperialista mundial. La crisis brasileña contradice la abrumadora propagandización de fábulas sobre la capacidad de superación del sistema capitalista-imperialista mundial de los procesos de estancamiento y de descomposición inherentes a su etapa imperialista; la realidad demuestra que estos flagelos crecen en todo el planeta.

La tendencia a la descomposición del sistema capitalista no dejó de aumentar aunque simultáneamente algunas ramas industriales, algunos países o ciertos sectores específicos de la economía crecieran. El crecimiento, además, es cada vez más desigual, y esta desigualdad se manifiesta también en una mayor descomposición de los países que concentran el poder financiero: no fue casualidad que la crisis de 2008 tuviera su epicentro en los Estados Unidos, y tampoco lo fue que su poder de dominación quedara debilitado.

La crisis de Brasil contradice a «los destacados economistas» del gran capital que vaticinaron el «desacople» de los países llamados BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica), en referencia a las posibilidades de crecimiento económico permanente que aparentemente se abrían mientras caían en severas recesiones los países imperialistas con la crisis de 2008.

Los países semicoloniales son parte de un mundo dominado por el imperialismo, por lo tanto el desarrollo de estos países atrasados, tiene un carácter combinado: las formas económicas más primitivas se combinan con el último grito de la técnica y la cultura capitalista. (…) la lucha por los más elementales logros de independencia nacional y democracia burguesa se combina con la lucha socialista contra el imperialismo mundial. (LEÓN TROTSKY, Programa de transición).

En Brasil, en el transcurso de un año, el avance de la crisis capitalista, expresada en la combinación de crisis económica, social y política terminó con el mandato presidencial de Rousseff y, dejó al borde del precipicio al gobierno de Michel Temer, también con varios altos funcionarios parlamentarios y gubernamentales presos, muchos más procesados y altos ejecutivos de conglomerados empresariales detenidos o escapando de la cárcel con acuerdos de delación premiada con la Justicia.

En el mes de mayo de 2016, el Senado aprobaba el proceso de impeachment a Dilma Rousseff y en agosto su destitución por amplia mayoría. La expulsión del PT del gobierno significó el triunfo de un sector burgués económico y político conservador, oligárquico-financiero-proimperialista. El principal componente de esta alianza de partidos de derecha es el bloque parlamentario (no partidista) conocido como «las tres B»: «Bala» (diputados ligados a la Policía Militar, a los Escuadrones de la muerte y a otras milicias privadas); «Buey» (los grandes propietarios de tierra criadores de ganado), y «Biblia» (los neopentecostales integristas, homófobos y misóginos). El asalto al poder de esta «rosca» o Santa Alianza oligárquica-financiera-imperialista tuvo como objetivo liquidar los derechos económicos y políticos conquistados por los sectores sociales más pobres, los trabajadores y los campesinos2, y someter al país a los dictados económicos del imperialismo.

Un año después, el gobierno de Michel Temer, el elegido por el Congreso para reemplazar a Rousseff, parece tener los días contados como presidente de Brasil. Su destitución por vía judicial o parlamentaria fue el problema que trataron de resolver contra reloj y a puerta cerrada los máximos líderes políticos brasileños. Los escándalos jurídicos, el rechazo generalizado de la población hacia su figura, combinados con el ascenso de la movilización obrera y popular conforman un cóctel mortal para la estabilidad política e institucional de dominación burguesa.

Las leyes antiobreras que se pretendieron promulgar durante el último año revelan el carácter de clase de estas maniobras institucionales y judiciales. Ponen al descubierto, en definitiva, que en el sistema capitalista el Estado es el instrumento de dominación de la clase burguesa, que ese orden institucional burdamente llamado «régimen democrático» le da legalidad a la opresión contra la mayoría popular y contra los trabajadores, que ese orden institucional que nos venden como «el instrumento de conciliación de clases» es para ocultar su verdadera función la de opresión de la clase dominante sobre los trabajadores y las mayorías populares. «Conciliar» no quiere decir amortiguar la pelea contra los opresores, significa privar a las clases oprimidas de medios y métodos de lucha para derrotarlos.

En 2009, el gobierno de Zelaya en Honduras fue el primero de esta nueva serie de golpes blandos contra presidentes en el continente. Le siguió el proceso parlamentario que destituyó al presidente paraguayo Fernando Lugo en 2012, y en 2016, el último proceso contra Dilma Rousseff. Estos mandatarios fueron destituidos por fraudulentos procesos judiciales y parlamentarios, antes de cumplir su período al frente del Ejecutivo, período otorgado por la normas constitucionales en esos países. En todos los casos, las vinculaciones y complicidades con países imperialistas y en particular con el imperialismo norteamericano fueron evidentes y explícitas.

Ante esta ofensiva antiobrera, antipopular y proimperialista, Perspectiva Marxista Internacional declara:

• El régimen «democrático» brasileño no garantizó el más elemental de los derechos del pueblo, que es el derecho al voto. La presidenta elegida en las urnas fue expulsada de su cargo, con la connivencia del Parlamento y del Poder Judicial, y el respaldo de las Fuerzas Armadas, bajo el escudo de la Constitución nacional. Se produjo un golpe «parlamentario y judicial» avalado por el imperialismo contra un gobierno elegido en las urnas y por el silencio cómplice de la mayoría de los gobiernos de la región.

• El régimen de la democracia burguesa no suprime la dominación del capital, por lo tanto no desaparecen ni la opresión ni la lucha de clases. La necesidad de la burguesía de mantener su dominio frente a la polarización creciente de la sociedad entre las masas empobrecidas y los explotadores cada vez más ricos es lo que determina la tendencia a la reacción, o sea, a las formas violentas y totalitarias de dominación. Por lo tanto, las tareas democráticas mantienen toda su importancia por las tendencias más profundas, tanto del imperialismo como de los monopolios, al totalitarismo.

• Las destituciones de los presidentes Dilma, Zelaya y Lugo expresaron la crisis de los regímenes democráticos de países atrasados: la debilidad que tienen para enfrentar a la vez las presiones imperialistas y las aspiraciones legítimas de las masas. Esa debilidad se evidencia en las peleas entre los distintos sectores de clase. La experiencia brasileña ilustra la división y roces de la clase patronal. La burguesía brasileña con el golpe contra Dilma intentó matar dos pájaros de un tiro: el primero, arrebatarle el poder al PT después de trece años de gobierno; el segundo, aplicar a fondo las medidas de ajuste quitando la iniciativa y desarticulando la acción de masas.

• Temer como presidente durante 12 meses se lo asocia más a FORA TEMER que ha pasado de ser «el grito de guerra de los contrarios al impeachment al leit-motiv de los conciertos, las pintadas y las manifestaciones cada vez más importantes en las calles de las principales ciudades del país». El presidente Temer es más un cadáver político que un presidente en funciones, solo una crisis sin precedentes del régimen político lo mantiene, mientras la clase dominante trata de pactar una sucesión antes de que la pelea por arriba combinada con la pelea de los de abajo termine con todos ellos. 

• Los antecedentes que preanunciaban una catástrofe como la que vive hoy el pueblo trabajador brasileño están resumidos en las políticas débiles, titubeantes y conciliadoras con las cuales pretendieron enfrentar al imperialismo tanto los gobiernos de Lula y Dilma, en Brasil, como los de Chávez-Maduro, Correa, Evo Morales y los Kirchner en el resto de Latinoamérica. En los casos de Honduras, Paraguay, la Argentina y Brasil, esos gobiernos ya han sido reemplazados por una política firme en favor de los intereses oligárquicos e imperialistas y no menos firme como política explotadora y represiva del movimiento obrero.

• El límite fundamental al que se enfrentaron estos líderes en el terreno de la política de dominación estuvo determinado por la defensa intransigente que ellos hicieron del sistema capitalista semicolonial, es decir, por la defensa del régimen de explotación de la clase trabajadora y del país.

• El crecimiento económico producto del desarrollo capitalista chino de las últimas décadas, que trajo inversiones e incrementó el comercio de las commodities con estos países latinoamericanos, favoreció, a su vez, la política de conciliación de clases de estos gobiernos, que distribuyeron una parte mayor de las superganancias obtenidas por los burgueses orientándolas hacia cubrir las necesidades básicas de los más pobres (en Brasil se sacaron 36 millones de brasileños de la miseria extrema) sin provocar mayores roces.

• El contexto mundial favoreció el surgimiento de los gobiernos «populistas» o reformistas latinoamericanos por la debilidad creciente del poder imperialista yanqui, que descuidó el patio trasero de su dominación durante las administraciones republicanas de George Bush (2001-2008), lo que no se revirtió en los períodos de Obama. Esta retirada circunstancial de los Estados Unidos, se debió a los fracasos militares de sus intervenciones en el Medio Oriente, y fundamentalmente a la crisis del capitalismo imperialista que estalló en 2007-2008 originada en el corazón de la dominación mundial. La hegemonía yanqui no ha sido reemplazada todavía, pero se aceleró el papel de China como potencia financiera, comercial y colonial.

• Las mejoras obtenidas por los trabajadores y el pueblo pobre, en parte por estos factores fundamentales, estimularon diversas creencias; entre ellas, que es posible un capitalismo más humanitario, que es posible en esta etapa practicar el reformismo de los comienzos del imperialismo —a fines del siglo XIX—, renacido con el «Estado de bienestar» de la segunda posguerra y rebautizado por Chávez como «Socialismo del Siglo XXI».

• Otra fábula difundida por estos líderes es que se podía desarrollar un capitalismo independiente del imperialismo. Todo país atrasado, por independiente que haya logrado ser en el plano político, no rompe con las leyes de los monopolios y del capital financiero ni, por lo tanto, con el papel que éstos le asignaron en la economía mundial. Por el contrario, están supeditados a éstas, y los gobiernos «progresistas» y/o «frente populistas» tratan de arbitrar entre esas contradicciones, sin resolverlas.
El capital financiero chino y las inversiones de ese país en Lationamérica crecieron de manera exponencial en estas últimas décadas favoreciendo el crecimiento económico en estos países, y todavía más la ideología oportunista-reformista.

• El pago de la deuda externa ha socavado la economía, y con ella la soberanía del país, de forma creciente. El cumplir con estos compromisos usureros a costa del hambre del pueblo señala el camino inverso a la defensa de su independencia. Pero tanto los gobiernos de Lula como los de los Kirchner y los de Chávez-Maduro se comprometieron con el cumplimiento de estos pagos como una prioridad de sus gobiernos. En resumidas cuentas, el resultado de sus políticas no eliminó el peso y el poderío económico de la gran burguesía nacional, de los monopolios imperialistas y del capital financiero: la concentración de la riqueza en cada vez menos manos aumentó y los bancos vieron crecer sideralmente sus ganancias.

• Brasil alcanzó un régimen democrático en 1985 con el gobierno de Tancredo Neves, pero la conquista de esa democracia no significó que esos gobiernos civiles acabaran con la miseria ni con el hambre. Tampoco con los métodos brutales de la Policía Militar contra los pobres. El hambre en este país provocó estallidos sociales de magnitud en 1983, en San Pablo. Acabar con la dictadura militar y conquistar las libertades democráticas fue un logro, pero llevó más de dos décadas reducir la cantidad de personas muertas por el hambre y, pese a las mejoras alcanzadas bajo los gobiernos del PT, no se ha terminado ni se podrá terminar con ese flagelo bajo un sistema capitalista semicolonial.

• Para defender el sistema capitalista, los gobiernos de Lula-Rousseff, aplicaron medidas contra la clase obrera en beneficio de los empresarios, los bancos y el sector financiero:
En 2003, en la primera presidencia, Lula aplicó una contrarreforma del sistema jubilatorio que tuvo como blanco y víctima a los trabajadores estatales: les aumentó la edad para jubilarse, eliminó los regímenes especiales, homologó el sistema de los trabajadores públicos y privados, y en general recortó el presupuesto del fondo público de pensiones. Al final de 2014, el gobierno de Rousseff impuso un segundo paquete antiobrero que restringió, entre otras cosas, el acceso al Seguro de Desempleo; además de la ley de tercerización laboral que buscaba, según Adílson Araújo, presidente de la Central de Trabajadores Brasileña (CTB): «sepultar la cartera del trabajo, legitimar el contrato fraudulento, los bajos salarios y las pésimas condiciones laborables».

Los derechos a manifestarse y a organizarse de los trabajadores quedaron limitados por la Ley Antiterrorista proimperialista de Dilma Rousseff.

Michel Temer con el apoyo de la clase política nacional y del imperialismo, logró a medias aplicar el ajuste que ya había iniciado Dilma a pesar del rechazo generalizado a su gestión. Estas medidas —reforma del presupuesto, del sistema jubilatorio y del laboral— lo único que lograron fue que la situación empeorara aceleradamente.

• El PT tiene grandes burgueses en su interior y gobernó aliado a la burguesía al partido de Temer, su vicepresidente, que se lo agradecieron con el impeachment a Dilma.

• Nuestras críticas a los gobiernos del PT no significan poner un signo igual entre éstos y el actual gobierno de la rosca.

Según datos de la FAO, en la década de 1990, el total de personas subalimentadas en Brasil superaba los 22 millones, representando el 14,8% de la población. Los gobiernos del PT lograron reducir estas cifras a menos del 5%, y disminuir en un 29,7% la pobreza y en un 17,4% la pobreza extrema. La rosca toma el poder para terminar con todas esas conquistas sociales y superexplotar a los trabajadores y el pueblo pobre brasileños.

Los gobiernos del PT lograron una independencia relativa del país con respecto al imperialismo dominante en la región, el yanqui. En la IV Cumbre de las Américas, Brasil fue una pieza imprescindible y clave para que fracasara el proyecto imperialista del Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA), que habría sometido a toda América Latina a un estatus cuasi colonial como el que sufre México tras la firma del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), más conocido como NAFTA por su siglas en inglés. Y Dilma mantuvo intransigentemente que sólo la estatal Petrobras podría explotar el «presal», una de las mayores reservas petrolíferas del mundo ubicada en la plataforma continental brasileña.

• Brasil junto a cuatro países, China, Rusia, India y Sudáfrica, formaron un bloque importante a escala mundial, los BRICS. Bloque que medido desde el peso demográfico (2.926 millones de personas, o sea el 42% de la población mundial), su PIB que representaba en 2013, el 21,6% del PIB mundial, y su reserva de divisas estimada en 5,25 billones de dólares de los cuales 4 billones corresponden solamente a China, fue visto como una gran oportunidad para los proyectos de crecimiento del conjunto de los países semicoloniales. Pero los BRICS, con sus reservas monetarias constituidas mayoritariamente en dólares y sus economías dirigidas a la exportación de materias primas o, como en el caso de China, de mano de obra barata —entre otras formas de dependencia—, no se emanciparon de la economía capitalista imperialista y su dominio sobre el mercado mundial.

Los BRICS crearon también un llamado Contingente de Reservas (CRA), constituido por 41.000 millones de dólares aportados por China, 18.000 millones por India, 18.000 millones por Brasil y 5.000 millones por Sudáfrica. El proyecto fue crear un banco de desarrrollo de los BRICS para administrar esos fondos, concebido como alternativa de esos países al Banco Mundial y FMI «dominados por Estados Unidos», así lo presentó su primer director, el indio Kundapur Vaman Kamath. Ni este proyecto ni los acuerdos regionales como el MERCOSUR, lograron la autonomía económica propagandizada por los líderes políticos que los crearon.

Los cuatro países de los BRICS desde la primera cumbre reclamaron mayor presencia en las Instituciones Financieras Internacionales; es decir, un mayor poder de decisión dentro del sistema capitalista mundial. La crisis que estalló en 2007-2008 en las potencias imperialistas no planteó su declive inexorable pero si abrió mayores posibilidades de incidencia en las decisiones políticas internacionales a países como China, pero no a los BRICS como bloque.

• Ante el rechazo del ALCA y la constitución de los BRICS, el imperialismo yanqui debía propinar un escarmiernto ejemplarizador a semejantes desafíos a su dominio por parte de un país de su histórico «patio trasero» latinoamericano.
La rosca, apoyada por el imperialismo, tomó el poder para entregar los recursos naturales y otras riquezas de Brasil a la rapiña de los monopolios imperialistas, como socia menor de éstos.

• Las medidas antiobreras tomadas por los ex presidentes Lula y Dilma hicieron disminuir el apoyo obrero y popular a sus respectivos gobiernos. En las últimas elecciones en Brasil, el PT perdió por primera vez desde 2002 en el ABC paulista, la mayor concentración industrial del país. La mayoría de las ciudades del cordón industrial votaron por Neves; así ocurrió, por ejemplo, en São Bernardo do Campo, que es la ciudad donde Lula desarrolló su actividad sindical. Esa derrota también se expresó en la elección de gobernador y de senador: el PT perdió la gobernación del Estado por segunda vez ante Alckmin, del PSDB, y el cargo de senador paulista, con Serra, del mismo partido.

• El descrédito ganado por Dilma Rousseff entre los trabajadores y los sectores populares dejó al PT y su gobierno a merced de la rosca oligárquica. Pero fue fundamentalmente la política traidora de la CUT y las restantes centrales lo que permitió que este golpe parlamentario-judicial se concretara. Un llamado a la huelga general contra la rosca oligárquica-financiera proimperialista que se declaró aliada a los militares torturadores de la última dictadura, racista en una país de mayoría negra y mestiza, y aliada incondicional del imperialismo yanqui y/o europeo, constituía la única política consecuente contra una amenaza de la gravedad que se avecinaba: la destitución del gobierno del PT con sus consecuencias inmediatas contra los trabajadores, el pueblo pobre y el campesinado y la independencia nacional. La huelga general podría haber derrotado el llamado «golpe blanco» contra la presidenta, pero esa no fue la política de la CUT.

• Las direcciones políticas y sindicales en las que las masas se sienten representadas frenaron la movilización independiente de los trabajadores porque se negaron a luchar contra «su gobierno», el gobierno del PT, favoreciendo de este modo también el triunfo de la reacción. Se convierten así en las grandes organizadoras de derrotas de la lucha obrera y popular. Las direcciones de la llamada «izquierda radical», con una política sectaria y propagandista, se niegan a reconocer las contradicciones que surgen constantemente entre sectores de las burguesías de los países semicoloniales y el imperialismo. Con sus denuncias de que «son lo mismo» o sus consignas de que «se vayan todos» ponen un signo igual entre toda clase de gobiernos, en lugar de tratar de profundizar esas contradicciones para debilitar al enemigo de clase. Así dejan el terreno libre a que estos movimientos nacionalistas y las burocracias sindicales se postulen como abanderados de las clases explotadas y de la soberanía del país, y mantengan su control sobre el movimiento de masas para frenar sus movilizaciones y hacerlo confiar en la «democracia» patronal con la zanahoria de que todo se puede lograr por la vía electoral y, por fin, entregarlo inerme a la reacción. No defienden a su país del imperialismo.

• Nuestra ubicación es claramente en defensa de las conquistas y derechos obtenidos por la gran masa pobre, campesina y el conjunto de los trabajadores, y en defensa del país frente a la ofensiva de dominación político-económica del imperialismo. Nos oponemos intransigentemente a la rosca oligárquica y llamamos al movimiento obrero y de masas a movilizarse contra cualquier gobierno que surja de los acuerdos entre ellos.

• No defendemos a la democracia en general. En la democracia burguesa las reglas las fija el poder del capital, quien dispone de dinero, compra voluntades, cargos en la administración de gobierno y/o parlamentarios, también corrompe, paga sobornos y pacta acuerdos según su conveniencia. Con dinero se pueden obtener favores de la justicia y manejar a su arbitrio los medios de comunicación, en una palabra le permite a la burguesía dominar bajo estas condiciones de «libertades formales», que podrían en un futuro terminar de manera abrupta si necesitara recurrir a los militares como ya lo hizo en la década de 1970. Sí defendemos las libertades que otorga la democracia burguesa para que los pobres y los trabajadores puedan organizarse y luchar por sus necesidades.

• Los trabajadores odiamos a los políticos corruptos y a los capitalistas que los corrompen. Pero la propaganda sobre que la Justicia burguesa puede terminar con la corrupción es un engaño total. Ya en 1850 Marx denunciaba que «Mientras la aristocracia financiera hacía las leyes, regentaba la administración del Estado, disponía de todos los poderes públicos organizados y dominaba a la opinión pública mediante la situación de hecho y mediante la prensa, se repetía en todas las esferas… la misma prostitución, el mismo fraude descarado, el mismo afán por enriquecerse, no mediante la producción, sino mediante el escamoteo de la riqueza ajena ya creada» (Karl Marx, Las luchas de clases en Francia de 1848 a 1850). Hoy, cuando la «aristocracia financiera» domina el mundo entero, Brasil incluido, todas las instituciones del estado burgués, sus poderes Ejecutivo, Legislativo y Judicial, están corrompidos sin remedio.

• El avance de la reacción, por cualquier vía que sea, debe ser denunciado y combatido. Los trabajadores no podemos estar ajenos a estos avances reaccionarios y proimperialistas en la región. Los casos de Honduras, Paraguay y Brasil, son un preámbulo. Por la incidencia de su economía en la región, Brasil es fundamental; su crisis agravará la del resto de los países y traerá aparejado más estancamiento económico y mayor desocupación. Los trabajadores de la región nos debemos pronunciar contra los avances reaccionarios y proimperialistas que limiten o distorsionen aún más las conquistas democráticas pero también nuestras conquistas económicas. Por eso también nos debemos pronunciar contra las medidas antiobreras y antipopulares del gobierno de Macri en la Argentina, y contra los pactos colonizantes políticos, militares y económicos de los países de la región con los países imperialistas.

• El impeachment de Dilma abrió una crisis política que el gobierno de Temer no pudo cerrar. La clase burguesa creyó que la destitución de Rousseff restablecería la confianza, revertiría una recesión de dos años y pondría fin a un mercado en baja. Pero en realidad, su sucesor y exvicepresidente, Michel Temer no pudo superar la crisis institucional y ocupó el centro de un escándalo basado en una grabación en la que él aprobaba sobornos. Ese hecho se encadenó con una sucesión de renuncias y procesamientos previos de ocho de sus ministros en los últimos meses, de la imposibilidad de completar la aprobación de las reformas que la clase empresarial exigía, y fundamentalmente de la pérdida de apoyos, algunos importantes como el de la red O Globo.
Los trabajadores podemos y debemos aprovechar esa debilidad del poder patronal para imponer un plan económico y político que responda a las necesidades de la mayoría de la población y a nuestros intereses. Pero ese llamado exige más que cualquier otra forma de lucha de clases una dirección clara, resuelta, enérgica, independiente de cualquier gobierno, una dirección que no aparece abruptamente y de la nada. Ante la conspiración reaccionaria, este urgente llamado a luchar debe ser la principal tarea de la dirección de las centrales obreras y de los sindicatos independientes, de las organizaciones del movimiento campesino y popular, y de los partidos políticos de izquierda.

• Ese llamado a la huelga general se concretó este último 28 de abril. La presión social de la clase obrera y del conjunto del pueblo se hizo sentir, la aprobación y amenaza de resolución parlamentaria de medidas de mayor esclavitud laboral y de destrucción de las organizaciones gremiales obligó a las direcciones sindicales y políticas populares a convocarla. Lograron una de las huelgas generales más importantes de la historia de Brasil. En todo el país el paro por veinticuatro horas se hizo sentir de manera contundente, con acción directa, barricadas en las calles y quema de neumáticos los trabajadores lo convirtieron en una clara demostración de fuerza contra las reformas laborales. La huelga general de abril fue el corolario de una sucesión de importantes movilizaciones de masas y de huelgas parciales que se sucedieron durante el año.

­• Durante el mes de mayo las protestas y movilizaciones no se han detenido, como tampoco la escalada de denuncias de corrupción contra Temer. Desde la manifestación espontánea de la población que cubrió las calles de las principales ciudades para pedir la salida de este presidente que nadie votó ni nunca reaccionó al clamor mayoritario del pueblo brasileño, hasta las convocatorias de las organizaciones sociales y sindicales, la movilización obrera y popular no cesa.
Las centrales sindicales, el Frente Brasil Popular y otras organizaciones políticas populares convocaron a la jornada Ocupa Brasilia contra la reforma laboral; la convocatoria sumó más de 150.000 manifestantes que ocuparon la capital del país, la marcha también fue histórica, a pesar de la represión policial y del llamado a las Fuerzas Armadas para ocupar las calles, una medida que luego Temer tuvo que dar marcha atrás. Y las convocatorias a ocupar las calles se siguen sucediendo.

• Los trabajadores tenemos nuestros propios métodos de lucha, que se ajustan a nuestros objetivos. En la base de esos métodos se encuentra la acción directa de masas, que quiere decir que los explotados tomamos en nuestras manos la solución de nuestros problemas y de las cuestiones de interés nacional, por encima del ordenamiento jurídico y de los gobiernos «democráticamente electos». La acción directa puede traducirse en huelgas, manifestaciones, o en múltiples formas de lucha cuando cuando los explotadores atacan nuestras condiciones de vida y de trabajo, y cuando está en peligro la integridad de nuestros derechos democráticos, de la libertad de expresión, de lucha y de organización independiente como clase trabajadora, en una palabra, cuando peligra nuestra capacidad de lucha y de organización.

• La clase obrera y el pueblo necesitan el poder para imponer sus consignas, levantando muy alto su bandera, sin renunciar jamás a sus objetivos estratégicos a cambio de capturar votos. La clase obrera necesita el poder para realizarse y materializar la plenitud de sus postulados, y no para conciliar ni para capitular ante la rosca oligárquica y el imperialismo.

• Los trabajadores no debemos confiar jamás —ni ubicarnos como su ala izquierda— en los gobiernos que defienden el sistema capitalista porque, los encabece quien los encabece, eso significa defender a la clase que nos explota y nos condena a una derrota segura. Todo lo contrario, debemos continuar luchando con firmeza tras nuestros objetivos y banderas, porque solo con el poder y desde allí podremos cumplir plenamente las tareas democráticas y lograr el socialismo.

• Estuvieron en curso negociaciones para terminar con las denuncias y juicios que afectan a multitud de empresarios y políticos de todos los partidos. Los trabajadores debemos repudiarlas y denunciar que son maniobras para salvar a las clases explotadoras y al sistema político podrido.

• Debemos luchar para derrocar al gobierno usurpador y proimperialista de Temer y de cualquier otro elegido dentro de los recintos del Parlamento o del Poder Judicial desde donde afloran la mugre y los proyectos antiobreros. Debemos organizarnos en forma independiente del Estado y de la patronal. Debemos organizarnos en nuestros lugares de trabajo y en los barrios. Debemos exigir a nuestros dirigentes sindicales, políticos o de los movimientos sociales que se pongan a la cabeza de una lucha centralizada contra este gobierno y el que quiera sucederlo bajo estas condiciones. Que se pongan a la cabeza de una gran movilización popular, con la organización de piquetes de autodefensa, con el objetivo de la paralización total del país, hasta derrocar a los políticos, parlamentarios y jueces corruptos y usurpadores.

• El imperialismo y el gobierno adicto de Temer o cualquier otro de esta cúpula oligárquica van por más…
Van por Petrobras y el petróleo de Brasil. ¡El presal y Petrobras son del pueblo brasileño!
Van por el desmantelamiento de las reformas sociales. ¡POR LA DEFENSA DEL SERVICIO UNIVERSAL DE SALUD Y EL PLAN NACIONAL DE EDUCACIÓN! ¡POR LA VIGENCIA DE LA SEGURIDAD SOCIAL Y la AMPLIACIÓN DE SERVICIOS!¡POR NUESTRAS ORGANIZACIONES SINDICALES Y NUESTRA LIBERTAD DE organización Y LUCHA!

¡POR UNA PLANIFICACIóN ECONóMICA NACIONAL ELABORADA POR LAS ORGANIZACIONES OBRERAS, CAMPESINAS y populares!

• NI UN DÍA MÁS DE GOBIERNO DE TEMER. ABAJO LOS GOBIERNOS DE LA ROSCA.

• POR UNA ASAMBLEA NACIONAL OBRERA, CAMPESINA Y POPULAR plenamente soberana QUE ASUMA TODO EL PODER Y DISUELVA AL PARLAMENTO Y A LA JUSTICIA. Ir a nuevas elecciones, sean generales o a una Asamblea Constituyente, con el actual sistema político putrefacto y en las que los trabajadores se vean obligados a optar entre los mismos partidos igualmente putrefactos es una trampa para impedir la movilización independiente de las masas y beneficiar a Temer y cía., con una tregua durante la que pueda continuar con sus planes antiobreros y antipopulares. La decisión de quien gobierna Brasil la deben tomar democráticamente los trabajadores, los campesinos y el pueblo pobre en general, no los partidos de la rosca oligárquica ni el imperialismo. Como también somos los trabajadores y sectores populares quienes deben decidir el plan económico para sacar a Brasil de la crisis en que la sumergieron los burgueses y el imperialismo, plan que deberá extirpar el hambre, implementar la escala móvil de salarios y de horas de trabajo, devolver la tierra a los campesinos, organizar la autodefensa de los trabajadores y campesinos, etcétera.

• DEFENDAMOS LOS DERECHOS CONQUISTADOS, a comer, al trabajo, al salario que cubra las necesidades, a la salud, a la vivienda, a la educación.

• NO A LOS PACTOS COLONIZANTES, económicos, políticos y militares CON LOS PAÍSES IMPERIALISTAS.

• EXPROPIACIÓN INMEDIATA SIN INDEMNIZACIÓN DE LAS EMPRESAS TRANSNACIONALES E IMPERIALISTAS. QUE NO QUEDE NINGÚN ODEBRECH NI BATISTA AL FRENTE DE ÉSTAS; POR MÁS QUE VAYAN PRESOS SEGUIRÁN COMO HACEN LOS CAPOS DE LA MAFIA, DIRIGIENDO Y CORROMPIENDO DESDE LA CÁRCEL.

• NINGUNA CONFIANZA EN EL PT. Los trabajadores y sectores populares que aún se sienten representados por este partido deben ponerlo a prueba exigiendo que expulse de su seno a los patrones y se ponga bajo la disciplina de las organizaciones obreras y populares.

• POR CENTRALES SINDICALES Y SINDICATOS CON PLENA DEMOCRACIA INTERNA QUE NO DIVIDAN A LA CLASE OBRERA, según la filiación política de sus direcciones sino que la unifiquen en la lucha por sus intereses.

• POR UNA MOVILIZACIÓN REGIONAL DE LOS TRABAJADORES EN APOYO A LAS LUCHAS DE LOS TRABAJADORES Y EL PUEBLO BRASILEÑO CONTRA LA ROSCA.



22/7/17

Declaración en Defensa de Venezuela



EN DEFENSA DE VENEZUELA 

Contra la ofensiva oligárquico-imperialista:

¡Unidad antiimperialista de los pueblos latinoamericanos!



El capitalismo se ha transformado en un sistema universal de opresión colonial y de estrangulación financiera de la inmensa mayoría de la población del planeta por un puñado de países «avanzados». Este «botín» se reparte entre dos o tres potencias rapaces de poderío mundial, armadas hasta los dientes (Estados Unidos, Inglaterra, Japón) que, por el reparto de su botín, arrastran a su guerra a todo el mundo.

(Lenin, El imperialismo, fase superior del capitalismo,
Prólogo a las ediciones francesa y alemana de julio de 1920)


Los gobiernos de los países imperialistas y los grandes capitalistas del mundo entero han desatado una feroz campaña contra el gobierno de Maduro, que los medios masivos se encargan de difundir y amplificar hasta el hartazgo. En las recientes elecciones en Francia, la situación venezolana fue motivo de campaña: Jean-Luc Mélenchon, el candidato de «Francia Insumisa», recibió el apodo de «Chávez francés». Con ese fuego de artillería, las personalidades del establishment político y mediático francés intentaron desacreditar a un candidato que sorprendió con un ascenso vertiginoso en las encuestas.

La escalada contra el régimen chavista de Venezuela, con el apoyo de los gobiernos lacayos latinoamericanos, es promovida y financiada por el imperialismo norteamericano. El «democrático» presidente Barack Obama fue promotor de esta embestida e injerencia que viola la soberanía de un país latinoamericano: en marzo de 2015, mediante una «Orden Ejecutiva», declaró que Venezuela era «una amenaza extraordinaria e inusual a la seguridad nacional y política exterior estadounidenses»1, orden que prorrogó un año más antes de dejar el poder. En esa orden incluyó la suspensión de visas y el congelamiento de activos en territorio estadounidense de siete funcionarios militares y policiales venezolanos. La lista incluyó al exdirector de operaciones de la Guardia Nacional Bolivariana, Antonio Benavides; al director del servicio de inteligencia (SEBIN), Gustavo González; a la fiscal Katherine Haringhton, y al director de la Policía Nacional, Manuel Pérez, entre otros.

La campaña imperialista siguió adelante bajo el gobierno de Trump. A comienzos de 2017, Kurt W. Tidd, el almirante a cargo del Comando Sur de los Estados Unidos, declaró ante el Congreso norteamericano: «La enorme inestabilidad económica que ocurre en Venezuela afecta toda la región»; alertó que China y Rusia «tienen una participación económica significativa» en Venezuela y, por lo tanto, «sería difícil imaginar que no tratarían de aprovecharse de un aumento de la inestabilidad en ese país», y amenazó: «Venezuela enfrenta una inestabilidad significativa en el año entrante debido a una escasez generalizada de alimentos y medicinas, una persistente incertidumbre política y una situación económica que va de mal en peor. La creciente crisis humanitaria en Venezuela podría acabar exigiendo una respuesta a nivel regional».

Una vez más, los yanquis preparan el terreno para una intervención directa, vía golpe de estado o «tropas de paz» de países latinoamericanos con «asesores» del imperio, si fuera posible bajo la bandera de su «Ministerio de Colonias», la OEA. Así lo hicieron en Irak, Siria y tantas otras naciones, y con las mismas excusas: echar al «dictador» para restablecer la «democracia» y hacer llegar «ayuda humanitaria». Si lo lograran, el resultado sería el mismo: la destrucción del país.

Detrás de la campaña yanqui contra el régimen venezolano hay razones geoestratégicas, tanto políticas como económicas.

En el terreno económico, Estados Unidos pretende recuperar el control del petróleo venezolano, que fue estatizado por Chávez, que usó gran parte de esos recursos para armar un entramado de bienestar social, brindando vivienda, salud y educación a los sectores más necesitados de su población. Pero los yanquis van más allá: quieren disputar todo su «patio trasero», las semicolonias latinoamericanas, a un gran competidor, China, para recuperar su puesto de privilegio en la rapiña imperialista por los recursos naturales y energéticos de la región.

China ha fortalecido financiera y políticamente la integración de un bloque de naciones que venía presentado resistencia desde hacía más de una década a los dictados del imperio. En 2005, en la IV Cumbre de las Américas, ese bloque derrotó el intento estadounidense de imponer el ALCA, un tratado de libre comercio casi colonial similar al NAFTA.

El amo del norte jamás perdonó ni perdonará a los gobiernos responsables del fracaso del ALCA no sólo por razones económicas, también políticas. En la V Cumbre de las Américas, George W. Bush, fue denostado y humillado como nunca antes lo había sido un presidente de Estados Unidos. Y el bloque que allí comenzó a conformarse logró que casi todos los países latinoamericanos se opusieran y denunciaran los golpes de Estado «blandos» auspiciados por los yanquis que acabaron con los mandatos de Zelaya en Honduras y de Lugo en Paraguay. Además, Chávez desafió al amo del Norte al promover la integración latinoamericana, centroamericana y caribeña contra los dictados de Washington, y brindó apoyo financiero al gobierno de los Kirchner cuando el país no recibía créditos de ningún organismo financiero mundial desde que había dejado de pagar su deuda externa.

Desde entonces los yanquis juraron venganza contra Chávez, Evo Morales, Rafael Correa, los Kirchner, Daniel Ortega y Lula. Había que erradicar esos «malos ejemplos» de gobiernos que independizaban a sus países del imperio para que esas naciones volvieran al redil que Estados Unidos había completado y consolidado a partir del fin de la Segunda Guerra Mundial. La actual campaña contra Venezuela es hoy la punta de lanza de ese objetivo geoestratégico más ambicioso.

Los negocios de Venezuela con China alcanzaron cifras muy elevadas: desde 2007 Venezuela recibió 65.000 millones de dólares por parte de la banca estatal china para financiamiento, y el país creció económicamente (más del 5% promedio entre 2005 y 2012) mientras el precio del petróleo se mantuvo elevado.

Las repercusiones regionales de la crisis capitalista mundial de 2008 y la prolongada recesión que la siguió señalaron el declive del régimen chavista, asfixiado económicamente por el desplome de los precios del petróleo en 2013. Pero los negocios con China no se detuvieron:

«En 2015, Venezuela recibió US$10.000 millones de China, la mitad fue un préstamo al estado venezolano para refinanciar su deuda y la otra mitad tuvo como destino a la estatal petrolera PDVSA. Una parte de los préstamos que Venezuela recibió de China lo paga con producción petrolera. Cuando el precio del petróleo era alto ambas partes se beneficiaban, esas condiciones cambiaron cuando el precio bajó.»

Y ahora China busca desarrollar como alternativa la explotación del llamado «Arco minero del Orinoco» que se extiende en una superficie de más de 100.000 kilómteros cuadrados rica en oro, coltán, diamantes, hierro, bauxita y otros minerales. La rapiña imperialista no puede tolerar que esos enormes recursos queden en manos de su mayor competidor asociado al gobierno venezolano.

A la campaña imperialista se han sumado servilmente presidentes y altos funcionarios de nuestra región.

Juan Manuel Santos, el presidente colombiano, se refirió a la situación que está atravesando Venezuela y declaró: «Es muy grave para Colombia la inestabilidad del vecino país con lo que está sucediendo y con lo que podría ocurrir»; afirmó también que la Asamblea Constituyente propuesta por Maduro «no es la salida adecuada» a la crisis que vive ese país, pidió la liberación de los presos políticos y se manifestó «preocupado» por el proyecto venezolano de fortalecer las milicias.
Colombia es el país latinoamericano con más bases militares norteamericanas en su territorio, con casi el 12% de su población desplazada por el deterioro social y la escalada de la violencia desatada a partir de los años 90 con el Plan Colombia, patrocinado y financiado por los Estados Unidos. Según la Fiscalía General colombiana, las acciones del Ejército colombiano, tropas de elite yanquis y formaciones paramilitares de mercenarios a sueldo de los terratenientes y narcotraficantes, asesinaron a más de 150.000 personas, una cifra muchísimo mayor de las que murieron por acciones de la guerrilla.

Donald Trump, actual presidente de Estados Unidos, «expresó su alarma por la crisis humanitaria [en Venezuela] y dijo que trabajará “de la mano con Colombia” hasta que regrese la democracia». Y Lindsey Graham, uno de los precandidatos republicanos en las últimas elecciones, aclaró de qué se trataba: «Creo que la mejor manera de disuadir es fortalecer las defensas de las Fuerzas Armadas colombianas. Voy a trabajar con el presidente [Santos] para determinar qué es lo que se necesita para prevenir una guerra con disuación y, si se presenta un conflicto, Colombia tenga cómo defenderse de los venezolanos».

Luis Almagro, el hoy secretario general de la OEA, que fue canciller durante el gobierno del Frente Amplio uruguayo, se alineó con la Mesa de la Unidad Democrática (MUD), o sea, la oposición política al chavismo que actúa como agente interno de la ofensiva imperialista contra Venezuela:

«Las acusaciones de delitos de vilipendio y de instigación a la rebelión, así como otras tipificaciones de similar naturaleza forman parte de un discurso reaccionario desprovisto de fundamentos legales aplicados contra manifestantes […] El régimen cívico-militar de Venezuela representa lo peor de cada dictadura […] Esta cadena de mando no tiene derecho a perseguir, no tiene derecho a encarcelar, no tiene derecho a intimidar, a amedrentar y, en definitiva, a terminar de destruir a la hermana nación venezolana y a desestabilizar la región, escudándose en fantasiosas conspiraciones imaginarias y desatendiendo sus responsabilidades […] 

Hemos llegado a un punto que no tiene otro retorno que el de las elecciones generales inmediatas para que la gente de Venezuela pueda expresarse y redemocratizar el país.»

Los primeros puestos en la lista de los gobiernos serviles al imperialismo yanqui fueron resaltados por el senador Marcos Rubio, un hijo de gusanos cubanos que milita en el ala más derechista del Partido Republicano y cuenta con el apoyo del ultraderechista Tea Party. El 10 de mayo, el diario oligárquico argentino La Nación, en un artículo titulado «Washington aumenta la presión sobre Caracas», informó que Venezuela «fue uno de los temas salientes de la 47ª conferencia anual del Consejo de las Américas, en el Departamento de Estado, uno de los puntos de encuentro de empresarios y diplomáticos de América latina y el poder político de Washington», y resaltó el discurso de Rubio, quien «dijo sentirse “complacido” de ver a varios países en la región –nombró a México, la Argentina, Chile, Perú y Colombia– liderar la ofensiva contra Maduro».

El creciente aislamiento regional de Venezuela se profundizó por los éxitos de tres políticas del imperialismo:

• El acercamiento del régimen cubano a Estados Unidos, signado por la reanudación de las relaciones diplomáticas, que apunta a la restauración del capitalismo en Cuba, que hoy es el principal sostén político del régimen chavista.

• Los acuerdos de paz en Colombia, propiciados por La Habana y el gobierno venezolano, que fortalecieron al presidente Santos y, por esa vía, a la más poderosa cabeza de puente del imperialismo yanqui en la región, con sus doce bases militares en el país.

• La llegada al poder de gobiernos oligárquicos proimperialistas en Argentina y Brasil.

Estados Unidos no está solo en su embestida contra Venezuela. Lo acompañan, festejando eufóricos la crisis social y económica del país, las demás potencias imperialistas, con España a la cabeza, la Iglesia católica y todos aquellos que se declaran defensores de la democracia, de la paz, del fin de las ideologías, de la globalización, de la edad de oro de la Unión Europea (los años 90) y del sueño americano (los años 50). En todo el mundo la voces contra el régimen chavista se multiplican, a la par que la oposición al gobierno de Maduro convoca a ocupar las calles para lograr la «libertad de los presos políticos» y elecciones inmediatas u otras formas institucionales que les permitan terminar con el chavismo.

La agresión se desarrolla en diferentes frentes: la violencia en las calles, la guerra económica, las maniobras diplomáticas y la desinformación, que está a cargo de las grandes cadenas monopólicas de la información mediática, como la demócrata CNN y la republicana Fox.

Con Maduro en la presidencia y la profundización de la crisis económica, el régimen político comenzó resquebrajarse. Por un lado, la muerte de Chávez había originado un vacío institucional que ninguna otra figura individual podía llenar. Por otro, gran parte de la clase media e incluso sectores de las capas pobres y del estudiantado giraron a la oposición, lo que quedó en evidencia con su victoria electoral a finales de 2015. Si bien el chavismo conserva un importante apoyo en sectores de masas, han surgido en su interior fraccionamientos que cuestionan a Maduro y al día de hoy el régimen se sostiene fundamentalmente por el apoyo que recibe hasta ahora de las fuerzas armadas.

El descontento social que afloró en estos meses de movilización callejera no responde centralmente, como vociferan los medios, a las exigencias políticas «democráticas y antidictatoriales» de la oposición, sino fundamentalmente a los agudos problemas sociales y económicos que afectan a los trabajadores y al pueblo, que son las razones por las que protestan los sectores más pobres.

Los compinches de la operación imperialista contra Venezuela proclaman a los cuatro vientos que el «Socialismo del Siglo XXI fracasó». Desde Perspectiva Marxista Internacional habíamos alertado que eso sucedería si el proceso venezolano no avanzaba realmente hacia el socialismo. Dijimos que si los grandes burgueses nacionales y los monopolios imperialistas conservaban su poder económico en las finanzas, el comercio, la industria y la tierra, si no se los expropiaba, si se seguía pagando la deuda externa, si no se implantaba el monopolio estatal del comercio exterior, si no se ponían esos resortes fundamentales de la economía bajo control democrático de los trabajadores, los campesinos y el pueblo pobre, si todo esto no se hacía, Venezuela iría a la ruina. Esto es lo que está ocurriendo; es la explicación profunda del fuerte debilitamiento de la influencia del régimen venezolano entre sectores de masas, y lo que le ha permitido a la MUD apropiarse de las banderas de la «lucha por la democracia» y contra la miseria creciente.

Pero, ¿qué está pasando en los países en los que los enemigos de Venezuela celebran y muestran como modelos el triunfo de gobiernos partidarios del «libre mercado» y la «integración al mundo»?

Brasil, donde ellos estimularon el impeachment contra la presidencia de Dilma Rousseff, denunciando la corrupción del PT y de sus burgueses amigos, está en una crisis económica inédita, y el sistema político brasileño atraviesa su etapa más negra, con una crisis institucional gravísima y la mayoría de los parlamentarios y funcionarios del gobierno de Temer y de los restantes partidos, incluido el presidente, hundidos hasta el pescuezo en la mugre de los sobornos y negociados multimillonarios. Lo mismo ocurre en la Argentina con Macri y prácticamente todos sus altos funcionarios.

¿Qué es lo que festejan en realidad los siervos del imperialismo y las oligarquías locales? No es la «democracia» ni la «transpariencia» de esos gobiernos-chiquero. Lo que celebran es que los anteriores gobiernos «populistas», al defender la subsistencia del régimen capitalista, arrojaron a sectores de la población al apoyo a los nuevos gobiernos-chiquero, permiténdoles a éstos lamzar brutales ataques a los trabajadores y al pueblo pobre, y someter a sus países a los dictados del amo del norte.

No abandonamos ninguna de nuestras críticas al chavismo, no llamamos a apoyar políticamente a Maduro ni a Diosdado Cabello, el jefe del ejército venezolano. Ellos son una pésima dirección de la resistencia de Venezuela a la agresión imperialista y no merecen la menor confianza de los trabajadores y el pueblo pobre. Por eso es necesario que los trabajadores, poniendo en primer plano la lucha antiimperialista en defensa de Venezuela, se organicen y actúen de manera independiente, postulándose como la única clase que puede ser consecuente hasta el fin en esa batalla y, al mismo tiempo, negándose a aceptar ningún «sacrificio por la patria» de sus condiciones de vida que les exija el gobierno. Pero nadie que se diga revolucionario puede levantar la política de movilizarse para derrocar a Maduro e imponer una salida electoral, como hacen organizaciones «de izquierda» y «revolucionarias». Ese llamado coincide en un ciento por ciento con lo que está haciendo la oposición oligárquica y proimperialista, y semejante traición no se puede ocultar con críticas a la MUD, que es la dirección de esas movilizaciones, porque el primer deber de todo revolucionario es ser antiimperialista.


Desde Perspectiva Marxista Internacional levantamos la verdadera política marxista y revolucionaria:

¡Unidad de los trabajadores y los pueblos latinoamericanos y del mundo entero para defender a Venezuela y derrotar la agresión imperialista!

Junio de 2017

27/1/17

Libertad a Milagro Sala: presa política del gobierno argentino





La dirigente social argentina Milagro Sala está presa en la provincia de Jujuy desde enero de 2016, hace ya un año. Mariela Belski, directora ejecutiva de Amnistía Internacional Argentina, declaró: «Estamos frente a un claro intento de criminalizar las prácticas relacionadas con el ejercicio del derecho a la protesta y a la libertad de expresión […] El uso de leyes penales no puede ser usado para intimidar y amenazar a las organizaciones sociales y silenciar sus reclamos». El Grupo de Trabajo sobre Detención Arbitraria de la ONU declaró que su detención es arbitraria. La Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) emitió un comunicado en el que urgió al Estado nacional, y en particular al gobierno de la provincia de Jujuy, a dar «pronta respuesta» al reclamo del Grupo de Trabajo de las Naciones Unidas, que había exigido su «liberación inmediata».

La respuesta de la «Justicia» jujeña fue condenar a Sala a tres años de prisión «en suspenso» y mantenerla presa por otras causas que fue agregando contra ella.
La provincia de Jujuy está gobernada por Gerardo Morales, dirigente de la Unión Cívica Radical (UCR), partido que integra la coalición Cambiemos como socia menor del PRO, el partido de Mauricio Macri, actual presidente de la Argentina. Este último argumentó que Salas debía seguir presa porque «a la mayoría de los argentinos nos ha parecido (¿?) que había una serie de delitos importantes que ameritaban que hubiese causas», y porque era una decisión de la Justicia de Jujuy y el gobierno no iba a interferir en ella por «respeto a la división de poderes».

En la Argentina se acuñó el término «gorila» en los años 40-50 del siglo pasado para definir a los sectores políticos antiperonistas. Al menos desde el gobierno declaradamente proimperialista y brutalmente antiobrero del peronista Menem, y máxime hoy, cuando el PRO cuenta en sus filas con dirigentes provenientes del peronismo y que se siguen autodeclarando peronistas, esa definición ya no es válida. Actualmente, «gorila» puede servir para definir a los sectores sociales (los oligarcas, la gran burguesía y la alta clase media) y a las organizaciones pólíticas que odian y temen a los trabajadores y a los pobres.

 
La «democrática» Unión Cívica Radical

El PRO, representa a la rosca oligáquica-imperialista en el poder, es gorila de nacimiento. Sobre la Unión Cívica Radical, en cambio, se urdió la leyenda de que es la fuerza política nacional «paradigma de la democracia», porque desde la «Revolución del Parque» de 1890 peleó contra el régimen del «fraude patriótico» de los gobiernos oligárquico-conservadores. Pero cuando se trata de su accionar con respecto a la clase obrera y sus luchas, la falsedad de esa leyenda queda al desnudo. Veamos sólo unos pocos hechos históricos.

• Bajo el gobierno radical de Hipólito Yrigoyen se produjeron las mayores masacres de trabajadores, sólo superadas por la dictadura militar de 1976-1983: las de la Semana Trágica y las de la Patagonia Trágica. Durante la primera (del 7 al 14 de enero de 1919), bandas parapoliciales, la policía y el Ejército, asesinaron, detuvieron y torturaron a granel, cobrándose unos 700 muertos, decenas de desaparecidos —entre ellos muchos niños—, miles de heridos y decenas de miles de detenidos1 2. Se llamó Patagonia Trágica a la represión ejecutada en 1920 y 1921 por el Ejército enviado por Yrigoyen contra las huelgas obreras3 que estallaron en el entonces territorio nacional (hoy provincia) de Santa Cruz para aplastarlas a pedido de los terratenientes ingleses y nacionales, con un saldo de centenares de obreros fusilados o muertos en combate contra las tropas.

• En 1955 la UCR fue la fuerza civil más importante que actuó —codo a codo con la Iglesia y bajo la conducción de los militares— en el golpe de Estado proyanqui que derrocó a Perón4, asaltó e intervino los sindicatos peronistas (que eran la abrumadora mayoría), fusiló a militares y civiles peronistas, proscribió al Partido Peronista, prohibió mencionar a Perón y Eva Perón, etcétera.

• Entre noviembre de 1958 y agosto de 1961, el presidente Arturo Frondizi, de la Unión Cívica Radical Intransigente5, aplicó el Plan Conintes (Conmoción Interna del Estado), bajo el cual fueron intervenidos sindicatos y clausurados locales partidarios, miles de personas fueron a parar a la cárcel, más de cien sufrieron condenas en juicios sumarios realizados por consejos militares de guerra, miles de trabajadores —entre ellos los bancarios y los ferroviarios— fueron incorporados a la fuerza al servicio militar y puestos bajo la disciplina de las Fuerzas Armadas, etcétera.

• Durante la huelga general del 7 y 8 de julio de 1975 que hizo renunciar a Celestino Rodrigo (el ministro de Economía de Isabel Perón), y obligó a huir del país a José López Rega (fundador y líder de las bandas asesinas de la Triple A —Alianza Anticomunista Argentina—), Ricardo Balbín, el máximo dirigente de la UCR, refiriéndose a las comisiones internas y cuerpos de delegados sindicales que se oponían a la burocracia sindical y se organizaban en coordinadoras, llamó a «aniquilar a la guerrilla fabril», una tarea que ya venía realizando la Triple A y que ejecutaría hasta el fin la dictadura militar6.

• Cuarenta y ocho horas antes del golpe del 24 de marzo de 1976, Balbín llamó a los militares a que tomaran el poder declarando: «Hay soluciones, pero yo no las tengo». Cuando fue sometido a juicio, el general Jorge Rafael Videla, primer jefe de la última dictadura militar, puso en blanco sobre negro la única interpretación posible de estas palabras: «Balbín llegó a decir en esos momentos que tenía las manos vacías de soluciones, que la clase política no podía hacer más», «Balbín me expresó su preocupación por la situación caótica que vivía el país y me dijo ¿Van a dar el golpe o no? Hagan lo que tienen que hacer».7

• Después del golpe militar, un tercio de los intendentes municipales de todo el país designados por la dictadura eran de la UCR.
• Al radical Raúl Alfonsín, presidente la Nación entre 1983 y 1989, se lo considera un prócer por haber «recuperado la democracia» después de la última dictadura. Pero cuando se produjeron, entre mayo y junio de 1989, oleadas de manifestaciones y saqueos provocados por la hiperinflación y el aumento sideral de los precios de la comida, respondió estableciendo el «estado de emergencia» y desatando una represión que dejó al menos 14 muertos.
 
• El último gobierno radical, el de Fernando de la Rúa, fue expulsado del poder por las masas movilizadas, pero antes declaró el estado de sitio, que fue la harramienta «legal» para asesinar a 39 personas, 9 de las cuales eran menores8.
 
Toda una historia negra que explica por qué el «democrático» gobernador Morales tiene su propia presa política, Milagro Sala: porque siente hacia ella el odio de clase que siempre caracterizó a su partido, la Unión Cívica Radical, un odio compartido por el PRO de Mauricio Macri.

 
El gorilaje peronista

Todos los dirigentes que se declaran peronistas dicen defender a los trabajadores y al pueblo. Hacen un culto de Perón (o, como mínimo, se siguen autocalificando de «peronistas»), mientras guardan silencio, por ejemplo, ante el hecho de que fue «el General» quien encargó a López Rega la organización de la Triple A. Todos ellos apoyaron a Menem cuando éste derrotó brutalmente las grandes huelgas de los telefónicos, ferroviarios, siderúrgicos, empleados de Aerolíneas Argentinas, docentes, estatales, etcétera, que enfrentaron su política de privatizaciones al servicio de los monopolios imperialistas, despidos y baja salarial.
 
En el caso de Milagro Sala, la lista de peronistas gorilas es muy nutrida. Al frente de los que defienden que ella siga presa está el vicegobernador de Jujuy, Carlos Haquim, en su momento presidente del Partido Justicialista (PJ-peronista) provincial y hoy en el Frente Renovador (FR)9, que llegó a su cargo actual en alianza electoral con la UCR provincial. Lo apoyan, entre otros integrantes del FR, su máximo dirigente, Sergio Massa, y su principal figura parlamentaria, Graciela Camaño10.

Unos pocos dirigentes del PJ que nunca fueron kirchneristas o rompieron con el kirchnerismo tras la derrota electoral, como el gobernador de la provincia de San Luis, Adolfo Rodríguez Saá, exigen la libertad de Sala, mientras la gran mayoría guarda un silencio cómplice.

Quienes se mantienen fieles al kirchnerismo sí exigen la liberación de Sala pero, embarcados en priorizar las elecciones del año que viene, no promueven una movilización unitaria de todas las fuerzas y dirigentes que comparten esa exigencia; por el contrario, cuando se movilizaron lo hicieron bajo la consigna «Cristina (Kirchner) conducción». Y si de represión o persecución se trata, no está de más recordar las que ellos mismos ejecutaron, entre otras, contra los trabajadores petroleros de Las Heras, los de Tierra del Fuego, los choferes de la Línea 60 de autobuses urbanos o los obreros de la alimentación de la empresa Cresta Roja.


La Túpac Amaru

Milagro Sala fundó y dirige una organización social llamada Túpac Amaru, nacida en Jujuy y que luego se extendió a 17 provincias argentinas y a la Capital Federal, llegando a tener 70.000 afiliados. Apoyada políticamente y generosamente financiada por los gobiernos kirchneristas, se dedicó fundamentalmente a construir viviendas y barrios populares11 destinados a los sectores sociales más pobres, marginados y excluidos, la mayoría de ellos —al igual que Sala— de piel morena y algún ancestro indígena, esos que fueron llamados despreciativamente «cabecitas negras» y hasta «aluvión zoológico» por el gorilaje antiperonista. Como ocurrió con otras organizaciones favorecidas por el kirchnerismo, como las Madres de Plaza de Mayo lideradas por Hebe Bonafini, la Túpac Amaru es seguidora incondicional de Cristina Kirchner.

Sobre Milagro Sala llueven ahora las acusaciones de corrupción por el «desvío de fondos» públicos hacia bolsillos particulares, a las que se suman otras por amenazas, hechos violentos, usurpación del espacio público, etcétera. La cuestión de la corrupción ha alcanzado las proporciones de una campaña gigantesca desde que Macri llegó al poder, con jueces que abren juicios contra ex funcionarios kirchneristas, todos ellos apuntando hacia lo más alto, la propia ex presidenta. Los medios masivos más monopólicos y poderosos actúan como propagandistas sistemáticos de esa campaña, que ocupa las primeras planas de los diarios de más circulación y suman cada día varias horas de espacios de radio y televisión, mientras que no informan —o lo hacen muy pobre y discretamente cuando no les queda más remedio— sobre la corrupción de los funcionarios macristas, empezando por las más de 40 cuentas y/o sociedades del presidente Macri y su multimillonaria familia en paraísos fiscales.

Los propios kirchneristas reconocen que hubo funcionarios corruptos en los gobiernos de Néstor y Cristina, y tratan de quedar bien con la opinión pública repitiendo a coro con los macristas y el gorilaje en general que «la Justicia debe investigar, y el que fue corrupto que vaya preso», pero alegan que no hay ningún motivo «procesal» para que esté detenida. Algunos dirigentes peronistas que rompieron con el kirchnerismo también se pronuncian por la libertad de Milagro Sala por los mismos motivos, y también repiten que «la Justicia debe investigar, y el que fue corrupto que vaya preso». Los revolucionarios luchamos por la libertad inmediata de Sala, y estamos dispuestos a dar esa lucha junto a cualquiera que quiera llevarla adelante. Hasta allí llega nuestra voluntad de «unidad de acción», pero ni un milímetro más allá. Cuando se trata de dirigentes de organizaciones obreras y populares, denunciamos como nefasta y reaccionaria la fórmula «el que fue corrupto que vaya preso». ¿A qué «Justicia» le vamos a reconocer el derecho a condenarlos con la única condición de que respete el Código de Procedimientos? El caso de Milagro Sala sirve para desnudar la repugnante hipocresía de esta palabrería «democrática y republicana»12.

 

Odio racial, de género y de clase

La actuación del gobernador radical y de la «Justicia» de su provincia refleja un odio feroz contra lo que representa Milagro Sala. Para la oligarquía y la alta clase media jujeña —y sus representantes políticos— es absolutamente intolerable que una mujer por cuyas venas corre sangre indígena haya creado y liderado una organización que se dedicaba a dar una respuesta a las pavorosas carencias del «pobrerío» en vivienda, salud y educación, una miseria que es la base sobre la que se asientan las obscenas fortunas que exhiben sin la menor vergüenza. Un símbolo explícito de ese odio es que el gobernador Morales haya destruido la piscina construida por la Túpac Amaru. ¡Desde cuándo esos «negros» van a tener derecho a una piscina! Es un odio multifacético, que puede sintetizarse en un odio de clase.

Un argumento que repiten todos los que apoyan que Milagro Sala siga presa es que la Túpac Amaru se había convertido en Jujuy en un «Estado dentro del Estado». Y en eso hay algo de verdad. Salvo cortos períodos posteriores a crisis agudas, en la Argentina hubo muy baja desocupación, casi pleno empleo, desde los primeros gobiernos peronistas de 1946-1955, incluso bajo dictaduras militares. Esto cambió radicalmente a partir del gobierno peronista de Menem (1989-1999), que dejó una gran capa social marginada, condenada por generaciones y hasta hoy a la desocupación y al trabajo informal e incluso a la criminalidad13.

Este sector marginado, abandonado a su suerte por la burocracia sindical, empleó la única forma de lucha a la que podía recurrir, el corte de rutas, autopistas, calles y puentes, y para llevarla adelante se organizó en piquetes; de allí su denominación de «piqueteros». Los piqueteros nacieron en 1996-1997 como el brazo «militar», por así decirlo, de levantamientos populares encabezados por los desocupados en las ciudades patagónicas de Cutral-Có y Plaza Huincul, y en Tartagal, en la norteña provincia de Salta.

Cuando estalló la crisis económica de 2001, las organizaciones piqueteras se masificaron, se extendieron por todo el país y obligaron a todos los gobiernos posteriores, que temblaban ante la menor posibilidad de que un levantamiento popular los volviera a echar del poder —como había ocurrido con el presidente De la Rúa en esa crisis—, a subsidiarlos con miles de millones de pesos. Incluso el actual gobierno, furiosamente antiobrero y antipopular, sigue sufriendo lo que hemos llamado «síndrome del 2001», y para lograr un «fin de año en paz» acaba de darles a tres organizaciones piqueteras14 30.000 millones de pesos (unos 2.000 millones de dólares) para los próximos tres años, o sea, 10.000 millones de pesos (unos 665 millones de dólares) por año15.

Con esos fondos, estas organizaciones se convierten efectivamente en un «Estado dentro del Estado» porque administran los recursos, las actividades (por ejemplo, cooperativas y microemprendimientos) y los ingresos de ese sector social abandonado a la mano de Dios por los capitalistas y los aparatos estatales (nacional, provinciales y municipales) que esos capitalistas gobiernan. Es cierto que, al depender de dineros del Estado, esas organizaciones son de hecho paraestatales y termina siendo políticamente cooptadas por éste, pero igual resultan intolerables para la burguesía y sus partidos porque no pueden controlarlas «como corresponde», es decir, por medio de los tres poderes de la República patronal (el Ejecutivo, el Legislativo y el Judicial) ni por sus fuerzas represivas. Y más intolerables todavía porque son capaces, por ejemplo, de construir viviendas a un costo inferior en aproximadamente un 40% de lo que cobraría una empresa privada; la burguesía no puede soportar que le «roben» semejante negocio, menos que menos si el hermano del gobernador Morales es propietario de una empresa de construcción.

La burguesía siempre odió e intentó destruir las comisiones internas y cuerpos de delegados por empresa, que bajo los primeros gobiernos de Perón se habían convertido en un poder de los trabajadores con el cual las patronales se veían obligadas a discutir de tú a tú. De la misma manera no puede soportar esos «Estados dentro del Estado» y quiere destruirlos aunque por el momento se vea obligada a negociar con ellos. Lo que se juega con el encarcelamiento de Milagro Sala no tiene nada que ver con la corrupción; es una experiencia piloto para avanzar más en el futuro. El odio del gorilaje contra las organizaciones de base de los trabajadores tiene el mismo signo del odio contra la Túpac Amaru: es un odio de clase.


Los trabajadores debemos defender a Milagro Sala

Héctor Daer, uno de los integrantes del triunvirato que dirige la Confederación General del Trabajo (CGT) y diputado por el FR, dijo que Sala debía quedar en libertad, pero la razón que dio fue que su detención «le hace muy mal a nuestro país y al gobierno en particular». Y agregó esta canallada: «No (pedimos) que se anule su proceso, (sino) que se cumpla en las mismas condiciones que para el resto de los habitantes del país», o sea que Sala, en manos de la «Justicia» de Jujuy, vaya presa más adelante16.

Los revolucionarios no defendemos a ningún corrupto. Pero en primer término denunciamos a esa justicia de clase, y por principios no nos hacemos eco de ninguna de sus acusaciones ni aceptamos sus condenas cuando sus víctimas son dirigentes de organizaciones obreras o populares, sin mencionar siquiera las diferencias que tenemos con ellos.

Los trabajadores debemos defender a Milagro Sala porque cada éxito que obtenga nuestra clase enemiga en la represión de dirigentes obreros y populares le dará más fuerza para reprimirnos a nosotros y para mandar a la cárcel a nuestros compañeros más rebeldes y combativos. Debemos exigir a la CGT y a nuestras organizaciones sindicales que se pronuncien por la libertad inmediata de Sala y por la anulación de todos los procesos que ha abierto contra ella la putrefacta «Justicia» jujeña, y que incorporen esta consigna en toda acción que lleven a cabo para enfrentar al gobierno de Macri.

Todo dirigente de organizaciones obreras y populares que no lo haga se convierte en cómplice de esa «justicia» patronal y en un traidor a los intereses de quienes dice representar.

Lo mismo vale para todo el que se proclame defensor de los derechos democráticos; si no lo hace, se convierte en un renegado de las libertades de las que se proclama defensor.

Y también vale para los que pregonan la igualdad de racial y de géneros; si no lo hacen, quedará muy claro lo que realmente piensan: un ser humano de piel morena es inferior a un blanco, las mujeres trabajadoras y humildes son inferiores a las pudientes.


Eugenio Greco,
enero de 2017

1 El gobierno nunca informó oficialmente sobre la represión, ni publicó la lista de muertos.

2 También se dio el único progrom (matanza de judíos) del que se tenga memoria en América.

3 Por eso se la denominó también «Patagonia Rebelde».

4 Apoyado también por los partidos Comunista y Socialista.

5 Una fracción de la UCR.

6 Cuando tomaron el poder los militares, las organizaciones guerrilleras ya estaban prácticamente desmanteladas; la mayoría de los asesinados y desparecidos fueron activistas del movimiento obrero y estudiantil.

7 Para más información sobre el papel de la UCR en la política de exterminio de la vanguardia obrera y su apoyo al golpe de Estado de 1976, ver «Fragmentos del documento emitido por la Embajada de EE.UU. en Buenos Aires, el 2/12/75, para el Departamento de Defensa de EE.UU. y las embajadas de EE.UU. en los países latinoamericanos sobre “guerra de guerrillas” en las fábricas», en www.nosdigital.com.ar/2011/11/docqhicieronhistoriaii

8 Cuando De la Rúa es acusado de ser el responsable de esas muertes, se defiende diciendo que sólo 5 se produjeron en la ciudad de Buenos Aires, mientras que las demás ocurrieron en provincias mayoritariamente gobernadas por el peronismo, a lo cual agregó, y no hay por qué no creerle, que él decretó el estado de sitio a pedido de gobernadores que lo necesitaban para reprimir cualquier pueblada, y de Coto, la mayor cadena de supermercados de capital nacional, que lo necesitaba para impedir los saqueos.

9 El Frente Renovador es una organización supuestamente «opositora» al gobierno nacional, que ha votado en el Congreso multitud de leyes del macrismo, como por ejemplo el pago de miles de millones de dólares a los «fondos buitres»; el presupuesto nacional con recortes a la educación, la ciencia y la salud; la autorización para endeudar al país en casi 100.000 millones de dólares entre 2016 y 2017, etcétera.

10 Hay poquísimas excepciones, como las de Alberto Fernández (ex feje de Gabinete de los dos primeros gobiernos kirchneristas) y Felipe Solá (ex gobernador de la provincia de Buenos Aires).

11 Sólo en Jujuy Túpac Amaru construyó más de 1.000 viviendas, además de empresas productivas bajo la forma de cooperativas, centros deportivos y establecimientos educativos y de salud.ß

12 La diputada Margarita Stolbizer, una «denunciadora serial» de origen radical, se fue de boca y confesó por qué quiere que Cristina Kirchner vaya presa antes de las elecciones de medio término del año que viene: porque si pudiera presentarse a esas elecciones y fuera elegida diputada o senadora, quedaría amparada por los fueros y podría presentarse como candidata en las presidenciales de 2019. Y si llegara a ganar, dijo Stolbizer, «¿de qué nos disfrazamos (adónde vamos a parar) los argentinos?» Para ella, una mayoría de trabajadores y pobres que eventualmente devolverían el poder al kirchnerismo no merecen ser considerados argentinos.

13 En la actualidad el trabajo informal abarca a un 30-40% de la fuerza laboral, y la criminalidad ha aumentado enormemente.

14 Ellas son: el Movimiento Evita (barrial, peronista), la Confederación de Trabajadores de la Economía Popular (lidderada por Juan Grabois, un hombre de la Iglesia católica) y la Corriente Calsista y Combativa (rama piquetera del Partido Comunista Revolucionario, de origen maoísta).

15 El gobierno también negoció con la Confederación General del Trabajo (CGT) la devolución a los burócratas sindicales de parte de los miles de millones que debía a las obras sociales de los sindicatos y algunas concesiones miserables a los trabajadores, a cambio de que no le hicieran un paro general.

16 Una organización que se dice «obrera, socialista y revolucionaria», el Partido Obrero (PO) comparte con Daer una idéntica obsecuencia y sometimiento a la justicia de los patrones. Su periódico Prensa Obrera del 28 de diciembre dice: «Reclamamos la absolución de Sala en las causas que afectan el derecho a la protesta y el cese de su detención arbitraria mientras se consustancian las demás causas judiciales en las que se la investiga» (énfasis nuestro), o sea, que vaya presa cuando la «Justicia» de Jujuy las termine de «sustanciar». Cuando un juez intentó detener a Hebe Bonafini, líder de las Madres de Plaza de Mayo, y ella lo mandó al diablo, el PO hizo algo parecido: le exigió a Hebe que se entregase a la Justicia.