31/1/19

Declaración de P.M.I: ¡Urge la más amplia unidad para movilizarnos y derrotar la intervención imperialista en Venezuela!


Declaración de Perspectiva Marxista Internacional

 

La ofensiva imperialista comandada por Trump contra los pueblos latinoamericanos y del Caribe se agudiza. Hoy su blanco privilegiado es Venezuela.

El FMI, la OEA, los gobiernos cipayos de la región y sus fuerzas armadas se han ubicado al servicio de las decisiones de Trump, a quien no le faltarán aliados entre las potencias europeas, que ya dieron un ultimátum al gobierno de Nicolás Maduro para que en el plazo de una semana convoque a elecciones porque en caso contrario reconocerían al «presidente autoproclamado» o «presidente interino».

El gobierno de los Estados Unidos junto a varias potencias imperialistas y sus agentes en Latinoamérica, han designado de manera intencional otro presidente de Venezuela. Se trata de una grosera injerencia en los asuntos internos de ese hermano país, usurpando el pleno derecho a decidir soberana y libremente a los trabajadores y al pueblo.

Si los planes que buscan destituir a Maduro triunfan en Venezuela, se fortalecerán los gobiernos y las políticas ultrareaccionarias contra el pueblo pobre y las masas trabajadoras no solo en el país sino en Latinoamérica y el Caribe. Sin contar con que los acontecimientos, en una escalada peligrosa del conflicto, podrían derivar en caos y devastación para poblaciones enteras.

La velocidad que adquieren las acciones en el terreno político, económico y diplomático y de amenaza militar se deben a una combinación de varios factores, pero es evidente que el triunfo de Bolsonaro en Brasil le ofrece esta oportunidad única a la política irracional y cada día más agresiva de Trump, en un período en el que coincide la existencia de un número importante de gobiernos proyanquis, o sea, al servicio directo de sus intereses. Hacía ya varias décadas que el escenario político de la región que no estaba dominado por esta conjunción de mandatarios serviles a los gringos (cipayos), entre los fundamentales: Abdo Benítez, presidente de Paraguay; Lenin Moreno en Ecuador; el pinochetista Piñeira en Chile; Vizcarra en Perú; el oligarca Macri en Argentina; Duque en Colombia y el fascistoide Bolsonaro en Brasil. Quienes de manera rápida formaron el Grupo Lima como una primera demostración de la política proimperialista que defenderían.

Estos presidentes supuestamente «democráticos», bajo la dirección del amo del Norte y de los organismos internacionales que le son funcionales, han orquestado este esperpento político-institucional, quizás uno de los más burdos de la historia: la «autoproclamación» a presidente «a cargo» de Juan Guaidó, un dirigente de la oposición oligárquica a Maduro, días después de que este último asumiera como presidente un nuevo mandato constitucional. Este respaldo descarado –en todos los niveles de decisión internacional– a este personaje surgido de la nada, que ni siquiera fue candidato en mayo de 2018 (después de los fracasados intentos de golpe de la MUD y los yanquis), crea en los hechos «una dualidad de poder» y, como plantea la declaración del Ministerio de Exteriores de Rusia, «la formación de un centro alternativo de toma de decisiones lleva directamente al caos y destrucción de los cimientos del Estado venezolano».

Es evidente también la política de presión y chantaje ejercida contra las Fuerzas Armadas bolivarianas para intentar dividirlas y que un sector de militares efectivicen un golpe que derroque al gobierno surgido de elecciones en Venezuela, a cambio de lo cual les prometen una anmistía.

En el marco de esta batalla tan decisiva y tan despareja contra el amo del Norte, no tiene ningún fundamento discutir sobre la defensa de los métodos democráticos versus los «totalitarios» de Maduro, salvo que llamemos a confiar en el trío Trump-Bolsonaro-Netanyahu para liderar esa lucha por las libertades. Hoy, plantear la defensa de la «democracia» en Venezuela significa colocarse bajo la dirección del imperialismo yanqui y de los gobiernos ultrarreaccionarios de la región.

Cada vez que los yanquis agitaron las banderas de la democracia tuvieron bajo el brazo las toneladas de bombas y misiles que arrojaron en Vietnam, Irak, Afganistán, Libia y Siria. En cambio, las libertades democráticas que hemos conseguido y estamos disfrutando todavía a nivel de toda la región, a pesar de los marcados retrocesos, han sido fruto de la heroica lucha de las masas.

Las dictaduras feroces que dominaron en el Cono Sur durante los años 70-80 –que tomaron el poder por medio de golpes de Estado orquestados desde los Estados Unidos–, fueron derrotadas por la resistencia y la lucha del pueblo y de los trabajadores; nada se consiguió por la graciosa concesión de los militares, ni menos todavía del imperialismo. Los trabajadores debemos defender las libertades democráticas elementales (de organización, de prensa, etcétera) porque nos sirven para organizarnos para luchar, pero siendo conscientes de que el régimen «democrático» de la clase capitalista es realmente una dictadura de los poderosos y una trampa para ilusionarnos en que podemos solucionar nuestros problemas votando cada cuatro o seis años.

El enfrentamiento al imperialismo es una tarea democrática, es una lucha por la liberación nacional, incluye a todos: a los chavistas, a los castristas, a los petistas, a los peronistas que todavía levanten esta bandera, a los «populistas», a los anticapitalistas, etcétera.

Los países imperialistas han implementado todos los medios –que el dinero obtenido de la superexplotación de la clase obrera, de la opresión a los pueblos y de la especulación financiera les posibilita– para orquestar campañas destituyentes, de mentiras y de farsas institucionales para sacarse se encima los líderes de gobiernos que de alguna forma lo enfrentaron y tuvieron roces ecónomicos y políticos con ellos, en una palabra, que les obstruyeron de alguna forma el saqueo indiscriminado. Además de utilizar todos los resortes de las instituciones republicanas supuestamente democráticos, como el Parlamento, o supuestamente independientes, como el Poder Judicial y el poder de los medios de comunicación, los yanquis también distribuyeron bases militares en varios países, entre ellos Perú (8 bases), Panamá (12) y Colombia (9), entre las más conocidas. Siendo este último país, que además se ha convertido en un socio de relevancia militar para la OTAN, un actor clave en la región.

Venezuela es un territorio rico en oro, minerales y petróleo (principal reserva del mundo), o sea, que se trata de una presa codiciada para la ferocidad y el militarismo capitalista-imperialista. La política independiente sostenida por el chavismo y el respaldo comercial y financiero que le brindan China y Rusia le incorpora otra batalla, como lo planteara en su momento el ex secretario de Estado de Trump y director de la Exxon Mobil, Rex Tillerson: la presencia comercial en la región de estos dos países es una amenaza para «nuestros valores democráticos».

El último caso emblemático de la injerencia previo a los últimos sucesos venezolanos lo constituyó el encarcelamiento del ex presidente y candidato a presidente por el PT, Lula Da Silva, quien fue condenado por el «juez independiente» Moro, formado por el Departamento de Estado y por la Escuela de leyes de Harvard en los Estados Unidos y que hoy ocupa el cargo de ministro de Justicia en el gobierno de Bolsonaro. El avance de la injerencia no se detendrá en Venezuela. Las amenazas contra Cuba, Nicaragua y Bolivia suman blancos contra los cuales apuntan las bases y el financiamiento yanqui para equipar, entrenar y monitorear las fuerzas militares en la región.

En la otra trinchera, los trabajadores deberemos comprometer a nuestras direcciones políticas, sindicales y sociales en una campaña contra la intervención imperialista en Venezuela. Una campaña que abarque todos los ámbitos de la cultura, del trabajo, social, estudiantil, sindical y político contra la intervención política, económica y militar del imperialismo yanqui y los gobiernos ultrarreaccionarios de la región. Una campaña para confluir en una movilización de masas que se extienda desde México hasta Tierra del Fuego, ubicando en primer lugar la bandera de la defensa de la soberanía del pueblo venezolano y de su país.

Las diferencias que se puedan sostener con el régimen chavista y su movimiento político no puede hacernos caer en la trampa de apoyar la estrategia del imperialismo. A todos los trabajadores nos incumbe lo que pasa en Venezuela. Nuestro futuro está atado a las luchas que den nuestros hermanos latinoamericanos. Los máximos dirigentes políticos, sindicales y sociales que dicen defender la soberanía de nuestros países deben convocar a la movilización contra el avance imperialista en la región. Para frenarlo y derrotarlo debemos ganar masividad y decisión de lucha, y es necesario coordinar las protestas a nivel internacional.

Nicolás Maduro, su gobierno en pleno y la ANC deberían ubicarse en primer lugar de una convocatoria a los trabajadores y a las masas populares de Venezuela, Latinoamérica y el Caribe con el fin de movilizar contra la intervención de las potencias imperialistas, junto a las centrales sindicales, los dirigentes populares y las organizaciones políticas antiimperialistas. Cuba y los dirigentes políticos chavistas de todos los países deberían secundar esta convocatoria a la movilización antiimperialista.
Lo mismo deberían hacer López Obrador; Lula, junto al PT, la CUT, las demás centrales sindicales y los movimientos sociales de Brasil; las centrales sindicales colombianas junto a los partidos políticos opositores a Duque; Evo Morales y la COB boliviana; el Frente Amplio uruguayo; el kirchnerismo argentino; las centrales sindicales de Latinoamérica y el Caribe; los partidos que, aunque no cuestionan el sistema capitalista, se declaran populares, antiimperialistas o de izquierda, y las corrientes políticas latinoamericanas que se proclaman marxistas, entre ellas, las trotskistas.

Es imprescindible que en la patria de Trump, en los Estados Unidos, los trabajadores y sectores sociales y políticos opositores se manifiesten en contra de sus medidas contra el pueblo y la soberanía de Venezuela. Los movimientos de las mujeres, los chalecos amarillos franceses, los trabajadores y centrales sindicales de Europa, que hoy luchan contra las políticas de ajuste de sus gobiernos, deberían sumarse para reclamarles que no respalden la nueva aventura guerrera e imperialista de los yanquis.

Si los gobiernos de China y Rusia apoyan la decisión del electorado que le dio el mandato a Nicolás Maduro deberían entonces destinar fondos para que el pueblo venezolano no sufra las consecuencias del bloqueo y asfixia económicos que por distintas vías están ejecutando los Estados Unidos y demás potencias imperialistas.
Reafirmamos que está en curso un golpe de estado orquestado por los Estados Unidos, y si lograran su objetivo de dividir a las Fuerzas Armadas venezolanas, la agresión política y económica tendrá un desenlace militar con consecuencias trágicas para el pueblo venezolano.

¡Fuera el títere Guaidó!

¡Defendamos la soberanía del pueblo venezolano y de su país!

¡No más sangre por petróleo!

¡Impedir que un solo soldado o mercenario yanqui o de los gobiernos cipayos de América Latina pise territorio venezolano!

¡Por la segunda independencia de América Latina!


Perspectiva Marxista Internacional

29 de enero de 2019

29/1/19

Publicación de la International Socialist Organization: El pueblo venezolano debe decidir, no Trump




Publicamos esta declaración de la International Socialist Organization (ISO – Organización Socialista Internacional) de Estados Unidos debido a la importancia que tiene el hecho de que una organización de Estados Unidos se pronuncie claramente en contra del imperialismo de su propio país, y en defensa de la soberanía de Venezuela.”


Socialist Worker
Obrero Socialista
Publicación de la
Organización Socialista Internacional

El pueblo venezolano debe decidir, no Trump
29 de enero de 2019

Juan Guaidó, líder de la oposición derechista al presidente de Venezuela Nicolás Maduro, se autoproclamó presidente interino y fue inmediatamente reconocido por Estados Unidos y algunos líderes autoritarios en América Latina. Nosotros, en la Organización Socialista Internacional, manifestamos nuestro absoluto repudio a este nuevo asalto contra la soberanía del pueblo venezolano.

Como internacionalistas y antiimperialistas, depositamos nuestra confianza y apoyo en el pueblo venezolano para defender su propia soberanía. Reconocemos que la mayor amenaza a la paz, la democracia y la prosperidad en América Latina siempre han sido los gobiernos y las grandes corporaciones de los Estados Unidos.

El presidente Donald Trump debiera haberse atascado con sus palabras cuando afirmó que defendía la “libertad y el imperio de la ley”; un hombre que ha enjaulado miles de niños centroamericanos. Él y su administración son los responsables de la muerte de Felipe Gómez Alonzo, 8, y Jakelin Caal, 7.

Y la acusación del vicepresidente Mike Pence de que “Nicolás Maduro es un dictador sin derecho legítimo al poder” suena hueca de un político que, como Trump, ganó su puesto después de perder el voto popular, y que regularmente defiende a la monarquía reaccionaria de Arabia Saudita.

Nos oponemos incondicionalmente a toda agresión de los Estados Unidos contra el pueblo de Venezuela y exigimos que la administración Trump se abstenga de cualquier acción militar. Desafortunadamente, existe un amplio consenso bipartidista en Washington, DC, que amenaza al pueblo venezolano. No olvidemos que, hace casi dos años, el presidente Barack Obama declaró a Venezuela un “peligro inusual y extraordinario”.

Estas amenazas externas sólo han intensificado la crisis económica y política que asola sobre Venezuela. Como un artículo en Socialist Worker reportó el mes pasado: “La ONU estimó en 2017 que más de 1.4 millones de venezolanos habían emigrado. Las estadísticas de la OIM son mucho más altas. A principios de 2018, hubo más de 2.3 millones de migrantes, un aumento del 900 por ciento desde 2015; lo que equivale a alrededor del 7 por ciento de la población de Venezuela”.

La derecha venezolana ha usado esta crisis como un arma en favor de sus propios fines. No sólo desea ver al presidente Nicolás Maduro depuesto, sino que busca destruir todos los beneficios sociales que el pueblo venezolano ha logrado en los últimos 20 años.

Sin tapujos, el autoproclamado “presidente interino” Juan Guaidó está jugando el rol de títere de los Estados Unidos. Y cuando el Secretario de Estado Mike Pompeo declaró que “todos los estados miembros de la OEA deben alinearse” con Guaidó, quedó muy claro quién está al mando.

Caso en punto, el neofascista presidente brasileño Jair Bolsonaro se apresuró a darle la bienvenida a Guaidó, mientras que el representante del FMI y presidente argentino Mauricio Macri extendió su reconocimiento, al igual que el presidente hondureño Juan Orlando Hernández, quien debe su propio poder a un golpe militar respaldado por Estados Unidos.

Siempre hemos defendido el derecho de los venezolanos a elegir a sus propios líderes. Nos opusimos al intento de golpe de estado contra el democráticamente electo presidente, Hugo Chávez, en 2002, y hemos apoyado las importantes reformas contra la pobreza que su gobierno realizó a lo largo de los años.

Al mismo tiempo, hemos manifestado claramente nuestra oposición a la visión burocrática de socialismo defendida por el expresidente Chávez, y señalamos el peligroso camino antidemocrático seguido por el presidente Maduro y su régimen. Así, mientras nos oponemos a la intervención e interferencia yanqui, también reconocemos la crisis social que enfrentan millones de venezolanos comunes.

El gobierno de Maduro ha perdido apoyo, como es evidente por la baja participación de las últimas elecciones y la gran cantidad de personas que asistieron a la protesta del 23 de enero en su contra. Muchos en Venezuela están hartos de la situación y no ven soluciones claras provenientes del gobierno, pero su oposición a Maduro no significa que estén de acuerdo con la derecha, ni con EE. UU.

Defendemos el derecho de los venezolanos a elegir a sus líderes, y como ya lo expresó otra declaración de solidaridad: “La gente ya no quiere a Maduro, pero nadie eligió a Guaidó”.

El pueblo venezolano ha sufrido bastante. Demandamos el fin de la interferencia de los Estados Unidos. Y decimos:


No al golpe de Guaidó-Trump.

Alto a todas las sanciones de Estados Unidos sobre Venezuela.

Repliegue de la Cuarta Flota de la Armada de los Estados Unidos.

Alto a toda la ayuda económica, política y diplomática de EE. UU. a la oposición derechista.

Todo refugiado económico debe ser bienvenido en los Estados Unidos.

Abolid la deuda venezolana en los bancos estadounidenses y europeos, el Banco Mundial y el FMI.

Traducido por Orlando Sepúlveda
https://socialistworker.org/2019/01/29/el-pueblo-venezolano-debe-decidir-no-trump


26/1/19

UNIDAD PARA RESISTIR EL CERCO IMPERIALISTA








Muchos trabajadores, estudiantes, militantes de izquierda y demócratas honestos tienen dudas de lo que realmente significa la crisis de Venezuela. A algunos les indigna el ataque que sufre por parte de EE.UU. y los gobiernos que lo secundan. Otros, sostienen que es intolerable la emigración masiva, la carestía de la vida, incluso el hambre y la división política interna que hay en el país.

Con todas las diferencias políticas que se puede tener con los gobiernos chavistas, es una realidad que el país ha venido realizando una tremenda lucha por su independencia, es decir, para ser un país que no siga la dirección del dedo de Trump, Obama o Bush.

La lucha del pueblo venezolano nos exige una definición política, no podemos quedar impasibles. El país sufre hoy un bloqueo económico, diplomático y está cercado militarmente. Hay bases militares yanquis en Colombia que apuntan a Venezuela, Bolsonaro también está dispuesto a aportar lo suyo. En estos momentos es imprescindible recordar que el primer deber de todo revolucionario es ser antiimperialista, porque el imperialismo es el peor enemigo de los trabajadores y los pueblos.

Veamos lo que significó Venezuela como país independiente en la región:

Chávez nacionalizó parcialmente el petróleo, esto es como si Venezuela tuviera Itaipú y dispusiese de la venta de su energía a precio de mercado.

• Venezuela posee las mayores reservas comprobadas de crudo del planeta (296.500 millones de barriles), por delante de Arabia Saudí (265.000 millones).
• El ministerio de Energía y Minas pasó a controlar Petróleos de Venezuela S.A. (PDVSA)
• Las empresas petroleras pasaron de contratos de operación a asociación con PDVSA para compartir el riesgo (empresas mixtas): los poseedores de contratos (como ChevronTexaco, BP PLC, Petrobras, Royal Dutch Shell y China National Petroleum Corp.), reciben el pago de una tarifa a cambio de perforar campos más antiguos o marginales en nombre de la estatal, la cual retiene la producción.
• PDVSA pasó a controlar el 51% del paquete accionario.
• Regalías sobre el impuesto de la renta petrolera pasaron del 34% al 50%
• En 2004 Venezuela elevó las regalías de 1% a 16,6% para proyectos dirigidos a extraer crudo pesado de la región del Orinoco.
• Así, mientras entre 1996-2001 se recaudaron cerca de 12 billones de bolívares en impuestos, sólo entre 2002 y 2003 se recaudaron 15 y medio billones de bolívares.

Reducción de la pobreza

• En 2012, Venezuela ocupó el tercer lugar de los países con menor porcentaje de pobreza en Latinoamérica de acuerdo con la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL).
• Entre 2002 y 2010 la pobreza disminuyó en 20,8 por ciento al pasar de 48,6 % a 27,8 %, mientras que la pobreza extrema de 22,2 % se situó en 10,7 %o (un descenso de 11,5 %).
• La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO, por su sigla en inglés) otorgó en 2012 un reconocimiento a Venezuela por la reducción del hambre y la pobreza extrema en más del 50 %.
Cobertura educativa
• Se impulsaron misiones educativas como Robinson (alfabetización y primaria), Ribas (bachillerato) y Sucre (universitaria). Se asignó más del 6 % del Producto Interno Bruto (PIB) a la educación. El 28 de octubre de 2005, la Unesco declaró a Venezuela como “Territorio Libre de Analfabetismo”.
• La Misión Robinson (2003): programa de alfabetización masiva para los tradicionalmente excluidos: los pobres, los indígenas, los privados de libertad y las personas con discapacidad.
• Entre 1998 y 2014 se crearon 42 universidades públicas.
• De 700 mil jóvenes se pasó a 2 millones de estudiantes.
• Cobertura en 2009, según el Ministerio de Educación Nacional de Colombia: Venezuela 78%, Colombia 40%, Panamá 45%, Argentina 71%.

Un salto en la atención a la salud


• Para 2012 se contabilizaban 533 centros de Diagnóstico Integral (CDI), con camas de terapia intensiva, laboratorios de rayos X y diversos exámenes de forma gratuita.
• Se instalaron 570 salas de Rehabilitación Integral (SRI).
• Instalación de 31 centros de Alta Tecnología, para estudios especiales como mamografías de forma gratuita.
• Hasta 2011: 1.444 unidades odontológicas fueron construidas y se edificaron 4.781 centros odontológicos.
• La Misión Milagro operó a 1.247.125 personas con problemas oftalmológicos.
• En 2010: se operó a 1.556 niños con cardiopatía congénita, antes sólo se operaba a 141 niños al año.
Tecnología satelital
• En octubre de 2008, el Gobierno lanzó al espacio por primera vez en la historia del país, el satélite Simón Bolívar que cumple funciones en materia de telefonía, transmisión de información, acceso y transmisión de mensajes por Internet, sobre todo en aquellos lugares excluidos con poca densidad poblacional.
• Y, en septiembre de 2012 el primer satélite de observación remota de Venezuela, Francisco de Miranda, para la investigación, estudio, seguimiento y planificación del territorio, y la prevención de desastres.

Solidaridad e integración latinoamericana

• Encabezó la creación del ALBA (Alternativa Bolivariana para las Américas): con Cuba, Bolivia, Nicaragua, Honduras, Ecuador y varios países caribeños.
• Impulsó la UNASUR (Unión de Naciones Suramericanas): Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Colombia, Ecuador, que rechazó los golpes contra Zelaya en Honduras y Lugo en Paraguay.
• La CELAC (Comunidad de Estados Latinoamericanos y caribeños): incluye 33 países y a Cuba.
• Acuerdo PETROCARIBE: 185.000 barriles diarios a precios preferenciales
• Venezuela suministró a Cuba unos 102.000 barriles de petróleo diarios a cambio de personal médico y profesores. A Nicaragua llegaron 22.000 barriles diarios en 2011 y 10.000 a Uruguay. Brindó crédito a Argentina cuando nadie le prestaba por declarar el default.
• Denunció al imperialismo y promovió el rechazo al ALCA, Área de Libre Comercio impulsada por los EE.UU. para someter a los países de América Latina (2005)

Todas estas grandes conquistas se pudo lograr gracias a dos palancas fundamentales: la nacionalización del petróleo y la resistencia al imperialismo.
Venezuela se ha financiado sobre todo con el dinero proveniente de la principal fuente de energía que tiene en el subsuelo: el petróleo. Usando un poco la imaginación podemos vislumbrar aunque sea parcialmente todo lo que el Paraguay podría hacer por su pueblo si pudiera disponer a precio de mercado de la energía que genera Itaipú y de la que hoy se benefician las empresas del Brasil.

Crisis y bloqueo

El declive de Venezuela se debió a varios factores: caída de los precios del petróleo (que bajó de 150 $ dólares el barril a menos de 45 $), la crisis económica mundial del 2008, bloqueo económico impulsado por el imperialismo, el lock-out patronal, sabotajes de la oposición pro-imperialista y, por último, la propia política del chavismo de no avanzar en la ruptura total con el imperialismo, al no expropiar sus empresas y las de la burguesía acaparadora y especuladora que lucraba con la carestía que sufría la población.
Los agudos problemas que tiene Venezuela son aprovechados por el enemigo imperialista y los gobiernos lacayos para intentar destruir la independencia del país con el argumento de los derechos humanos, la democracia, la escasez de productos, el hambre y emigración.

Venezuela hoy es uno de los pocos países, junto a Nicaragua, Cuba y Bolivia que no son serviles a las políticas del gobierno norteamericano, no están sometidos a los dictados de éste. El imperialismo yanqui busca escarmentar a todos los que osan enfrentar su poder. Venezuela fue la cabeza de la oposición al ALCA (Área de Libre Comercio que quería imponer George Bush) en la IV cumbre de las Américas realizada en Mar del Plata en el 2005. Desde ahí EE.UU. tiene jurada reventar a Venezuela que ha sido declarada una “amenaza inusual y extraordinaria a la seguridad nacional de USA” y por lo tanto país enemigo desde el gobierno de Barak Obama.

Apenas asumió Chávez, EE.UU. ha intentado de todo: golpe de estado en el 2002 (derrotado por un levantamiento popular), apoyo a la oposición en las elecciones, apoyo a las movilizaciones organizadas por la oposición de derecha y a los sabotajes (guarimbas), llamado a las fuerzas armadas para un nuevo golpe, instalación de bases militares en Colombia, limítrofe con Venezuela, amenaza de invasión militar desde que asumió Trump, y hace pocos meses la conformación del Grupo de Lima (14 países americanos, encabezados por la Argentina de Macri y el Brasil de Bolsonaro, bajo la tutela de EEUU para derrocar al gobierno venezolano).

La ruptura diplomática del gobierno de Mario Abdo Benítez con Venezuela es parte de la ofensiva imperialista impulsada desde el Grupo de Lima. Pero el pueblo venezolano no sufre sólo el cerco diplomático, sino que está rodeado de 12 bases militares yanquis situadas en Colombia (7 bases declaradas además de 5 bases de las fuerzas armadas colombianas que están a disposición de EE.UU).

Venezuela es un mal ejemplo, un cáncer para el gobierno yanqui y para la oligarquía financiera porque promueve la solidaridad entre los pueblos, la independencia latinoamericana y porque ha procedido al reparto de la renta petrolera para dar beneficios a la población.

Contra el imperialismo en primer lugar

La tarea de los trabajadores y pueblos de América Latina hoy es defender a Venezuela de la agresión impulsada por Trump y los gobiernos latinoamericanos del Grupo de Lima que buscan liquidar su carácter de país independiente.

No somos partidarios del gobierno de Maduro, ni tenemos confianza política en él. Al contrario, creemos que ha sido inconsecuente en la defensa de la independencia nacional e incapaz de avanzar en la superación de la dependencia económica con la aplicación de medidas más profundas como la expropiación a las empresas imperialistas y a la burguesía que se enriquece con el acaparamiento de productos básicos.

Pero en este momento es una verdadera traición a la causa de los trabajadores y de la soberanía nacional, ponerse en el bando de los agresores de Venezuela. Es lamentable que, organizaciones que se reclaman socialistas, hoy al igual que Trump, Bolsonaro y Macri, levanten como principal consigna el derrocamiento de Maduro.

Todo luchador por la causa obrera y por el socialismo, debe poner en primera línea el combate al imperialismo, llamando a la movilización con la más amplia unidad de acción.

Detener y derrotar la intervención imperialista en Venezuela no sólo beneficiará al pueblo venezolano, sino a toda América Latina. Al contrario, la derrota de Venezuela será una tragedia para todos los pueblos latinoamericanos. Un triunfo imperialista no significará más democracia sino más dependencia y opresión.


¡Por la más amplia unidad de acción de los trabajadores y pueblos de América Latina en defensa de Venezuela y su independencia!
¡Fuera las bases militares yanquis que amenazan a Venezuela y a nuestros países!
¡Basta de intervención imperialista en Venezuela y en toda Latinoamérica!