24/3/22

CONTRA LA SANTA ALIANZA IMPERIALISTA Y EL ROL DE PEÓN DE COLOMBIA

 


   La guerra entre Rusia y Ucrania, es en realidad una guerra por interpuesta persona entre Estados Unidos -sus aliados de la OTAN- y Rusia, es una expresión del avance militar desenfrenado de la máxima potencia imperialista del mundo que, por primera vez en la historia desde la destrucción de la URSS- se encontró con la resistencia armada de un país con la capacidad bélica de Rusia.

   Es tan grande el poderío económico de las transnacionales y los bancos imperialistas que dominan el mundo, que han desatado una campaña ideológica mundial a través de los medios de desinformación de todos los países y con el apoyo de los gobiernos de casi todo el mundo, bajo la cual se conduce a millones en todo el planeta a convencerse de que Rusia y Putin son monstruos imperialistas que violan la soberanía de Ucrania mientras que la OTAN actúa como la defensora de la paz y la democracia.

   Cuando la verdad es que Rusia es un país capitalista independiente que libra hace años una lucha desigual por preservar su soberanía y hasta su supervivencia como Estado. Las actuaciones de Rusia representan un intento por frenar el avance del cerco militar de la OTAN que corre a velas desplegadas desde hace 30 años, y cuyo remate sería la incorporación de Ucrania, que facilitaría el despliegue de misiles y tropas en la nuca del oso ruso.

   Asistimos al avance descarado de la máxima herramienta contrarrevolucionaria de la historia de la humanidad, la OTAN, alianza militar imperialista de los países europeos comandada política y militarmente por EEUU y creada después de la Segunda Guerra mundial para combatir a la URSS y a los países del este de Europa, que una vez triunfó la restauración capitalista y se destruyó la URSS pasó a defender los intereses de los imperialismo yanqui y de las potencias imperialistas europeas -principalmente Inglaterra, Alemania y en cierta época Francia- en todo el mundo, instalando más de 500 bases militares e instalaciones militares  en todos los continentes e incorporando a los llamados “socios globales”.

   La OTAN causó gran devastación en las guerras de Yugoslavia y de Bosnia, intervino en las guerras de agresión y de destrucción de Afganistán y Libia y coopera con EEUU en Siria. Pero son incontables las invasiones, bombardeos, incursiones relámpago, así como los golpes de Estado y el apoyo a dictaduras sangrientas que todos los países imperialistas, empezando por el más sanguinario de todos, Estados Unidos, han ejecutado a lo largo de la historia, incluyendo el uso de todo tipo de armas de destrucción masiva contra pueblos indefensos, llegando incluso a usar la bomba atómica contra Japón al final de la Segunda Guerra Mundial. Son estos genocidas, que tienen al mundo ante el riesgo de una conflagración nuclear de incalculables consecuencias, los peores enemigos de la humanidad, quienes nos llaman a defender la paz y la democracia en Ucrania.

Duque y la oligarquía colombiana ponen a Colombia como peón del imperialismo

   Es larga y vergonzosa la trayectoria de servilismo de la oligarquía colombiana y sus gobiernos en la defensa de los intereses del imperialismo, especialmente de Estados Unidos. Pero esta pegó un salto en 2001 con la creación del denominado Plan Colombia, el cual reforzó como nunca a las Fuerzas Militares colombianas para perseguir a las guerrillas y para combatir a los países y gobiernos independientes del continente, e hizo de Colombia el “portaviones” del imperialismo en América Latina.  Colombia ha sido el principal aliado del imperialismo en su campaña de agresiones económicas, políticas y militares contra Venezuela, y cuenta con 12 bases militares imperialistas -aunque apenas reconocen 7-, algunas de las cuales tienen gran proyección de ataque  de aviones de guerra de última generación, capaces de alcanzar todo el sur del continente, controlar el Atlántico e intervenir en África; además de permitir mediante acuerdos el uso  militar de todos los puertos y aeropuertos del país a Estados Unidos en caso de ser necesario. Pero en 2018 pasó a ser “socio global de la OTAN”, lo que según informó esa institución en su momento, implicaría más cooperación en áreas de “interés mutuo” como la seguridad electrónica, marítima y la “lucha contra el terrorismo”.

   Colombia es el único país de América Latina que ostenta esa deshonrosa posición, con la cual amenaza la soberanía nacional de los demás países del continente, se erige en guardián de los intereses económicos y políticos del imperialismo en contra de los pueblos insumisos de la región que cada vez más desafían sus planes de explotación y a sus gobiernos lacayos y títeres, al tiempo que actúa como retaguardia en la lucha por la hegemonía absoluta de su patio trasero, en contra de sus competidores China y Rusia.

   Es así como llegamos a este penoso momento, en el que el gobierno de Duque actúa como ariete en el cerco mundial de la Santa Alianza imperialista contra Rusia, y cuando el gobierno de Biden ha impuesto un nuevo título a su más fiel lacayo: el de “aliado por fuera de la OTAN”; título que ostentan Australia, Egipto e Israel, y en América Latina Argentina y Brasil. Y gracias al cual Colombia puede acceder a equipo militar y municiones, se compromete a almacenar equipos de guerra de Estados Unidos y a participar en acciones antiterroristas. Todo en el marco de la ofensiva mundial contra Rusia y en medio del trámite para la aprobación en el congreso de estados Unidos de lo que se ha denominado “El nuevo Plan Colombia”.

   Las bases militares que los imperialistas tienen diseminadas por todo el mundo están puestas en cada lugar para defender sus intereses estratégicos, amenazan la vida de millones de trabajadores en todo el planeta, pues esos intereses pasan en primer lugar por garantizar la explotación de esos trabajadores, así como el saqueo de los recursos naturales de los países que las acogen. Es hora de elevar el grito de guerra en contra de ese cercamiento militar de nuestros países. Los trabajadores y los pobres que habitamos este país tenemos que rechazar con vehemencia el rol miserable de peón de la Santa Alianza imperialista que este gobierno le está imponiendo a Colombia.

   Hay que luchar incansablemente por el retiro de las bases imperialistas -con todos sus asesores, oficiales y mercenarios-, por la salida del país de la OTAN y de la OCDE, así como por la ruptura de todos los pactos económicos políticos y militares que nos atan al imperialismo: como el TIAR -tratado interamericano de asistencia recíproca-, los TLC o la misma OEA, ministerio de colonias de los yanquis.

   A todos los que se reclaman demócratas o de izquierda les asiste la responsabilidad histórica de luchar en contra de la ofensiva mundial de la OTAN y, consecuentemente, en contra del rol de peón de nuestro país. Quienes desde la izquierda han condenado por igual a Rusia y a la OTAN o han enfatizado en el combate al “imperialismo ruso”, deberían meditar sobre el hecho de que hoy se ubican en el mismo bando de Duque y el uribismo -bajo el ala del águila imperial yanqui-.

   A quienes como el candidato presidencial Gustavo Petro, han declarado reiteradamente que su apuesta es por la transformación radical de nuestra sociedad, los millones de jóvenes y trabajadores debemos exigirle que luche por romper con la cadena histórica de sometimiento del país al imperialismo, y que si llega a la presidencia incluya en sus primeros actos de gobierno la ruptura de todos estos pactos opresivos, la salida de Colombia de la OTAN y su rechazo categórico a la implementación del “Nuevo Plan Colombia”.

   A las direcciones de las organizaciones de masas del país, de la CUT, de la FECODE, a los dirigentes de las organizaciones denominadas progresistas y democráticas como los Verdes, Dignidad o El Pacto Histórico, y por supuesto a sus candidatos presidenciales, los trabajadores y los jóvenes debemos exigirles que se sumen a lo dicho hace unos días por el expresidente Evo Morales: “Hacemos un llamado a una movilización internacional para frenar el expansionismo intervencionista de la OTAN y EE.UU. La humanidad clama por pacificación, la conflagración no es la solución. La hegemonía armamentista e imperialista pone en riesgo la paz mundial”.


Declaración política / Alternativa Revolucionaria Socialista - Colombia



2 comentarios:

  1. Creo que es desacertado pensar que para luchar contra el imperialismo de EE.UU se hace preciso dejar de rechazar el imperialismo de las clases dominantes rusas. El internacionalismo debe conducirnos a rechazar todas las formas de imperialismo, ya que las fuerzas primordiales que las conducen son los intereses de clase de las burguesías de los diferentes bloques de poder. Es preciso luchas contra todas las formas de imperialismo como siempre han hecho las y los comunistas.

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  2. Esta grave crisis entre los poderosos del mundo, puede ser utilizada para llamar a la unidad de los pueblos y la clase obrera de Ucrania, Rusia, Europa, EEUU y del mundo, a movilizarse contra sus respectivos gobiernos imperialistas y capitalistas, que nos embarcaron en este desastre y así convertir esta guerra de rapiña en guerra civil revolucionaria contra los gobiernos imperialistas y capitalistas.

    ¡Esta no es nuestra guerra!
    ¡MOVILIZACIÓN POR LA DERROTA DE LA GUERRA DE RAPIÑA ENTRE LAS POTENCIAS!
    ¡La defensa de la soberanía nacional de Ucrania pasa por convertir esta guerra, en guerra civil!
    ¡Rechazo completo a la OTAN y a su expansión militarista! ¡Rechazo completo a Rusia y a su expansión militarista!
    ¡Movilizarse para voltear las armas contra los gobiernos de EEUU, UE, Rusia y Ucrania!

    Tomado de declaración conjunta: Opción Marxista Internacional y Democracia Directa Colombia

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