18/11/25

Murió Eduardo “Negro” Barragán

 


   El martes 11 de noviembre la familia y los compañeros de militancia despidieron a Eduardo, que murió después de una prolongada enfermedad. Se fue uno de los dirigentes revolucionarios más destacados de la corriente trotskista conducida por Nahuel Moreno.

   Eduardo había nacido en Santa Marta, Colombia. Había ingresado a la corriente trotskista internacional morenista en 1976; para ese entonces, formaba parte del Bloque Socialista colombiano y contaba con una trayectoria como dirigente de masas en las luchas universitarias, donde se había formado no solo como activista y organizador, sino también como hábil propagandista. Luego integró las direcciones de los partidos nacionales colombiano y argentino e intervino en la fundación de la LIT-CI (Liga Internacional de los Trabajadores-Cuarta Internacional) en 1982.

   Al recordar el historial de militancia de Eduardo es fundamental resaltar los períodos en los que acompañó a Nahuel Moreno, asumiendo la responsabilidad en la construcción del partido argentino MAS y de la Internacional hasta los primeros años de la década del 90.

   En 1979, mientras Moreno estaba exiliado en Colombia, polemizó duramente, en un documento titulado “Anti-identikit”, contra el “movimientismo” de la dirección del partido (PST) en el país, que estaba abandonando la tarea de construir un partido leninista obrero-revolucionario y de combate por el poder, para convertirlo en el “Partido de la Resistencia”, es decir de todos los sectores sociales y políticos que quisieran hacer algo contra la dictadura.

   Ante el peligro de que este proceso continuara, en 1980 Moreno le encomendó a Eduardo que viajara a la Argentina, en plena clandestinidad, para asumir a la responsabilidad política de la organización partidaria. El Negro viajó al país para cumplir con esa tarea, y residió hasta su reciente muerte.

   En 1982 regresó Moreno y escogió a Eduardo para que lo secundara en la inmensa tarea de la construcción de la internacional y del partido. 

   Eduardo fue uno de los compañeros de mayor confianza de Nahuel Moreno. Confianza que se extenderá desde la entrañable amistad a su criterio como médico profesional, preocupado por la dolencia cardíaca que comprometía seriamente la salud de Moreno.

   En la escuela del trotskismo revolucionario internacionalista de Moreno, Eduardo fue uno de sus mejores discípulos. Por eso, al recordar su militancia y su abnegación no podemos olvidarlo, cuando murió Moreno en 1987, exaltado agitando, al frente de una columna de miles de militantes que acudieron al sepelio y acompañaron los restos del “Viejo” hasta el cementerio de Chacarita, la consigna “Lo vamos a recordar al compañero Moreno construyendo el MAS y la Internacional”.

   Las primeras divisiones del MAS se produjeron cuando todavía era parte de la conducción de decenas de comisiones internas en distintas empresas, sindicatos y centros de estudiantes a lo largo y ancho del país, y cuando crecía el trabajo político en las barriadas obreras con centenares de locales partidarios. La creciente lucha interna produjo que un número importante de militantes obreros abandonaran la actividad política. Ese proceso tuvo razones de diferente índole, pero la fundamental fue el choque entre una marcada tradición obrera y revolucionaria contra las crecientes tendencias oportunistas-revisionista de la mayoría de la dirección y de cuadros medios. Tendencias que se consolidaron con la desaparición física de Moreno y el proceso objetivo de derrota sufrido por la clase obrera en los años 90, en una combinación donde se destacaron las presiones de clase, el fraccionalismo, el dogmatismo y el funcionamiento burocrático, un método que a Eduardo le era totalmente ajeno.

   Con el estallido de la dirección de la LIT y del MAS, sin abandonar la lucha política y teórica en los años más difíciles, Eduardo se fue a trabajar como médico al conurbano. Allí sumó la responsabilidad de la lucha gremial y encabezó las huelgas contra la privatización y desmantelamiento de la salud pública en en el Hospital Larcade, en la localidad de San Miguel y en la provincia de Buenos Aires, como secretario gremial de la Asociación de profesionales del hospital y en unidad con el Sindicato de Trabajadores Municipales.

   Dentro todavía de la LIT, en enero de 1993, dirigentes de agrupamientos nacionales de Ecuador, Perú, Nicaragua, Honduras, Costa Rica, Colombia y Argentina, encabezados por el Negro Eduardo, organizaron en Bogotá una “Reunión Internacional de Dirigentes Nacionales”, en la que se decidió “llamar a la constitución de una tendencia internacional” y exigir a la dirección de la LIT la convocatoria de un Congreso Internacional para abrir la discusión interna.

   Eduardo y Greco (ex dirigente de la LIT) elaboraron en común un texto reseñando esas diferencias. Se planteaba la necesidad de la defensa marxista de los aportes teóricos morenistas y de la tradición heredada de Lenin, que podríamos sintetizar en que no puede haber una política ni una organización revolucionaria que no arranque por la lucha a muerte contra el imperialismo.

   Pero finalmente la división de la LIT y del partido argentino dejó claro que la sífilis que terminó destruyendo la organización internacional y su sección argentina fue la claudicación total a la democracia burguesa y, lo que es mil veces más grave, la claudicación a la “democracia” imperialista.

   Se constituyeron por un corto período el Centro Internacional del Trotskismo Ortodoxo (CITO), y en Argentina, el Partido de la Revolución Socialista (PRS). En ambos, Eduardo tuvo un rol dirigente. 

   Hubo hechos objetivos que marcaron un punto de inflexión en la lucha de clases mundial que ayudaron a la división y posterior disgregación del movimiento trotskista. El fundamental fue la derrota de la clase obrera por la peor traición histórica del estalinismo: como agente político y gestor económico de la restauración del capitalismo en la Unión Soviética conduciendo su desintegración. También en los países donde se había expropiado a la burguesía y se había instaurado un régimen de planificación central de la economía.

   Mientras el dirigente del trotskismo europeo Ernest Mandel definió que con la unificación capitalista de Alemania en 1990 se derrotaba al proletariado alemán y al proceso de revolución política; la LIT y parte importante de sus partidos nacionales, como el argentino y el brasileño, festejaban ese proceso de triunfo contrarrevolucionario imperialista como una victoria de la revolución mundial.

   El otro hecho fue la guerra de Yugoslavia, que fragmentó ese país, en uno de los peores conflictos bélicos en Europa desde la Segunda Guerra Mundial, con un saldo de cientos de miles de muertos y millones de desplazados, donde el imperialismo europeo avanzó en su ofensiva semicolonizadora, mientras el yanqui convirtió a Kosovo, en un protectorado con una poderosa base militar que, se utilizaría más tarde en la invasión de Estados Unidos a Irak. Todo esto se hizo levantando las banderas de: “democracia contra las dictaduras”, “autodeterminación nacional”, “humanitarismo contra la violencia”. Banderas repetidas en 1999, cuando la OTAN, comandada por EE.UU., bombardeó Belgrado (Serbia), destruyó objetivos estratégicos militares, económicos y mató a más de 5 mil civiles.

   Legiones de “progresistas”, “demócratas” y “humanitarios” del mundo entero apoyaron desde el inicio las intervenciones imperialistas. El colmo de la hipocresía fueron los grupos de “izquierda”, por ejemplo dentro del trotskismo en la Argentina que, para no aparecer como incondicionales de la OTAN, apelaron a la política del “ni, ni”: “Ni OTAN, ni Milosevic”, porque éste era un “dictador” que gobernaba Serbia. Un signo igual entre el país agredido y la mayor potencia militar imperialista del planeta y su instrumento de combate internacional, la OTAN.

   Nuestra historia política en común con el Negro terminó iniciados los años 2000. Luego Eduardo se volvió a integrar la LIT (de cuyo nombre se había apropiado el PSTU brasileño) –aunque aclarando que mantenía sus diferencias sobre Yugoslavia–, y fue uno de los fundadores del PSTU en Argentina. No conocimos sus motivos, pero no por eso dejamos de respetar y reconocer su valioso aporte al movimiento trotskista y a la corriente morenista en vida de Hugo (Nahuel Moreno), y en particular después de su muerte, en el período más difícil que se abrió en la década de los años 90.

   Acompañamos en su dolor a su familia, en especial a su compañera Amelia, a Arturo y a Clara. 


¡Eduardo “Negro” Barragán, hasta el socialismo siempre!


Perspectiva Marxista Internacional,

noviembre de 2025