14/4/18

Declaración de Perspectiva Marxista Internacional


¡¡Fuera Trump!! ¡¡Fuera el imperialismo yanqui de América latina!! 


En 2005 se realizó en Mar del Plata, Argentina, la IV Cumbre de las Américas, en la cual fracasó estrepitosamente el intento del imperialismo yanqui de implementar el ALCA, un acuerdo colonizante de libre comercio similar al NAFTA, por la oposición de los llamados «gobiernos de izquierda» o «populistas», encabezados por Lula, Chávez, Kirchner, Vázquez y Morales. 

Los días 13 y 14 de abril de este año se reunirá en Lima, Perú, la VIII Cumbre de jefes de Estado americanos. Mucho ha cambiado en los trece años que separan ambos eventos. En 2009 fue derrocado por un golpe de Estado el presidente hondureño Manuel Zelaya; en 2012 un «golpe institucional» derrocó al paraguayo, Fernando Lugo; en 2015 Mauricio Macri le ganó las elecciones a Cristina Kirchner en Argentina; en 2016 otro «golpe blando» derribó a Dilma Rousseff en Brasil. En todos esos países se impusieron gobiernos abiertamente proimperialistas, y muchos de los gobiernos que no acataron a los yanquis en 2005 están capitulando parcial o totalmente al amo del Norte.

Esta VIII Cumbre se propone el objetivo de asegurar la «gobernabilidad democrática frente a la corrupción» lo que, traducido, quiere decir:
• Imponer gobiernos serviles al imperialismo por los mecanismos «democráticos»: elecciones o golpes institucionales. • Dar un escarmiento metiendo presos por «corruptos» a los «populistas» derrotados, como Lula y Cristina Kirchner, y también a los políticos, sindicalistas y dirigentes sociales opositores a los gobiernos proyanquis. 
• Poner al servicio de esta política no sólo a los gobiernos sino a las otras dos instituciones de la democracia burguesa: los Parlamentos y el Poder Judicial. 
• Justificar el empleo de métodos violentos –golpes de Estado, represiones e incluso intervenciones militares– para «defender» o «recuperar» la «democracia», «acabar con la corrupción» y garantizar la «gobernabilidad» a los gobiernos adictos ante posibles rebeliones de la clase obrera, los campesinos y el pueblo pobre de las ciudades. 

Como una prueba más de los objetivos de la Cumbre de las Américas y de la sumisión a los Estados Unidos de la mayoría de los gobiernos de América Latina a sus políticas y a la agresión a Venezuela, está la pretensión del gobierno peruano de no permitirle a Nicolás Maduro el ingreso a la reunión, con el argumento de que el Presidente venezolano es ilegítimo y es un «dictador». Decisión respaldada por la gran mayoría de los gobiernos del área. Independientemente del carácter reaccionario de esa Cumbre, dado que Maduro reclama su participación, le asiste ese derecho democrático, máxime cuando un punto central de la Cumbre será «Venezuela». 

 Los pueblos y trabajadores de América latina y el Caribe debemos pronunciarnos, movilizarnos y llamar a la huelga general donde sea posible para rechazar tanto los objetivos de la reunión como la presencia de Trump en Perú, y luego en Colombia. Se reunirán con Trump los jefes de Estado de países que han sido artífices y cómplices del ataque despiadado contra gobiernos y políticos opositores latinoamericanos y centroamericanos a las políticas norteamericanas e imperialistas, usando a los medios de prensa gráfica, visuales y digitales, que controlan absolutamente, en una campaña de mentiras y terrorismo propagandístico sin precedentes. Medios que no levantan una sola voz por los crímenes que se cometen contra el pueblo, sus ataques a la soberanía de los países de su «patio trasero» y su ofensiva para saquear sus recursos naturales. 

 La llamada «Gobernabilidad democrática frente a la corrupción» es sólo una fachada de los objetivos reales de la Cumbre. 
Orden democrático y política anticorrupción a la medida de los privilegiados que disfrutan el capitalismo «de las libertades», gracias a la explotación de la mayoría. 
Orden democrático y política anticorrupción de unos pocos que engordan sus bolsillos con el sudor, el hambre y la miseria de muchos. 
Orden democrático de la cárcel, la tortura y los asesinatos para el pueblo, los trabajadores y sus líderes que se oponen a las políticas dictadas por las transnacionales, la oligarquía financiera y los imperialismos. 
Orden democrático de las dádivas para los parlamentarios que votan a favor de sus leyes antidemocráticas y de mayor explotación obrera. 
Orden democrático del derroche y las orgías en un polo, mientras las mayorías urbanas y campesinas sufren las consecuencias del deterioro creciente de sus condiciones de vida. 
Orden democrático de los que traicionan la soberanía entregando riquezas y patrimonios que deben ser de los países y sus pueblos. 
Orden democrático de los paraísos fiscales, del juego, del narcotráfico y de la desocupación crónica. Orden democrático por el cual los jóvenes pierden sus posibilidades de formación y futuro. 

Denunciamos a estos jefes de gobierno que tras esa careta hipócrita se rasgan las vestiduras haciéndose eco de la campaña contra Venezuela, mientras roban a dos manos en las arcas de sus Estados y avalan campañas contra la corrupción dirigidas por los Estados Unidos. La vara imperialista determina cómo se mide la corrupción: no son corruptos ni Macri ni Santos ni Temer, pero sí Maduro, Lula, Dilma y Cristina Kirchner. Al contrario, la figura más apreciada por esta pandilla de rufianes y ladrones es Macri porque llegó al poder por la vía electoral. Un hombre que, como empresario, hizo su fortuna gracias a los contratos fraudulentos con todos los gobiernos, incluyendo la dictadura militar que dejó miles de asesinados y 30.000 desaparecidos, y ahora, como gobernante, endeudó a la Argentina en cifras que superan a la mayoría de los países del mundo.

Santos, el presidente de Colombia, predica la paz para su pueblo con los acuerdos logrados con la guerrilla de las FARC, una ansiada pacificación querida por la amplia mayoría de los colombianos, inmediatamente desmentida por el asesinato de más de 282 líderes sociales y campesinos desde la firma de los tratados «de paz». Al mismo tiempo, con la otra mano defiende que se hayan establecido y se mantengan en su país bases, asesores y arsenales militares estadounidenses como política «contra el narcotráfico», gracias a la cual se sostuvieron su gobierno y quienes le antecedieron, y hoy podrían ser punta de lanza para futuras intervenciones militares yanquis en territorios de Sudamérica y el Caribe y que, en particular, se convierte en una amenaza para Venezuela y su pueblo. Y también defiende el Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos, que perjudicó profundamente la economía del país y abrió las puertas al saqueo de sus recursos naturales por los monopolios imperialistas –que ahora Trump pretende modificar para hacerlo todavía más colonizante–, duramente resistido en 2013 por un contundente paro agrario. 

Ante la propuesta de visita de Trump a Colombia, los candidatos presidenciales a las próximas elecciones que se proclaman demócratas, progresistas o del campo popular, tienen la obligación de definir claramente su posición. Los trabajadores y el pueblo colombiano se lo deben exigir para que quede claro de qué lado de la barrera se ubicarán ante el gobierno imperialista de Estados Unidos, que no retrocederá en sus políticas de más hambre, represión y miseria para el pueblo, y más violaciones a la soberanía de Colombia. 

Todos los sectores sociales que sufren este orden democrático de los discursos mentirosos y de los enemigos de los derechos democráticos de quienes deberían ser los verdaderos dueños de los países latinoamericanos, los que los han construido con su trabajo y su sacrificio, y que son quienes menos lo disfrutan, deben unirse en una sola voz de repudio a esta visita de Trump y a los objetivos de esta Cumbre. 

Los trabajadores latinoamericanos debemos dirigirnos a los dirigentes políticos que dicen oponerse a las políticas imperialistas, a los dirigentes sindicales que defienden la independencia política de sus países y luchan contra la miseria de los salarios y contra la desocupación, a los dirigentes sociales que reclaman contra el hambre, por la tierra y por un techo digno, a los dirigentes de los organismos y movimientos de derechos humanos que lucharon contra las dictaduras cómplices del amo imperialista y que mantienen estas banderas en alto… A todos ellos debemos reclamarles que convoquen y encabecen una movilización unitaria en toda América latina contra la presencia de Trump, y de lucha intransigente contra sus políticas. 

Los gobiernos de Venezuela, Cuba, Bolivia y Nicaragua tienen la obligación de ser consecuentes con sus posturas de independencia política con respecto al imperialismo yanqui y liderar el llamado a los trabajadores, al pueblo pobre de la ciudad y del campo y a la juventud rebelde de América latina a manifestarse en las calles de las ciudades de toda la región. 

Se debe lograr la más amplia unidad para movilizar, ocupar las calles de las principales ciudades latinoamericanas, en primer lugar, en Perú y Colombia. Los trabajadores deberemos discutir medidas de acción directa de rechazo a Trump, tanto en los lugares de trabajo como en los sindicatos y en las organizaciones sociales y barriales. Los estudiantes y demás sectores sociales deberían también sumarse a las iniciativas de rechazo de la presencia de Trump. 

En Colombia, la ADE, el poderoso sindicato de maestros de Bogotá, así como la Central Unitaria de Trabajadores (CUT), han dado el ejemplo pronunciándose en rechazo a la visita de Trump. Se trata de transformar ese rechazo en una convocatoria a tomar las calles, dirigida a todas las organizaciones sindicales, a los partidos políticos y a movimientos sociales que se declaran antiimperialistas. 
Contra el permanente asedio imperialista a Venezuela. 
Contra la injerencia imperialista en Cuba. 
Contra la militarización del estado de Río de Janeiro decretada por el gobierno de Temer y el absoluto repudio a las criminales ejecuciones de parte de agentes militares o parapoliciales de los dirigentes políticos y sociales brasileños, y contra la amenaza de cárcel al ex presidente y actual candidato Lula Da Silva. 
Contra las bases, asesores y tropas militares gringas asentados en territorio colombiano. Así como contra el descomunal financiamiento a su ejército y policía, tuteladas por el Pentágono y las agencias de inteligencia (CIA, DEA, NSA). 

Medidas que cuentan con el apoyo decidido del jefe de Estado colombiano, Juan Manuel Santos, quien ganó el premio Nobel de la Paz por sus esfuerzos para poner fin a un conflicto de medio siglo con las FARC, mientras sostiene un estado militarizado más allá de sus posibilidades financieras y de las necesidades del pueblo colombiano. Por la expulsión de toda Latinoamérica de las agencias yanquis de espionaje, inteligencia y operaciones abiertas o encubiertas. Por la ruptura de los pactos políticos, económicos y militares que sujetan a los países latinoamericanos al yugo imperialista. Contra la injerencia, maniobras y campañas de prensa de la mano de las potencias imperialistas, en particular de los Estados Unidos, que alentaron y apoyaron la destitución de Dilma Roussef en Brasil, Lugo en Paraguay y Zelaya en Honduras. 


Perspectiva Marxista Internacional Abril de 2018

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