6/10/25

¡Para derrotar al sionismo, todos a las calles por Palestina!



Los pueblos del mundo han tomado en sus manos la tarea de parar el genocidio

  Hace apenas unos meses los más escépticos descartaban totalmente la posibilidad de llegar a derrotar al sionismo ante las dimensiones del horror en la Franja de Gaza, los más optimistas se negaban a perder la esperanza, pero, los hechos marcaban que a pesar de soportar el repudio internacional, el Estado sionista mantenía su maquinaría genocida y su ofensiva fascista en todo Medio Oriente, de la mano del imperialismo yanqui, de Inglaterra, Francia o Alemania -cuyo primer ministro dijo sin rodeos que Israel hacia el «trabajo sucio» por ellos-. 

  Ni Netanyahu ni su gobierno han cambiado un milímetro su posición, pero un sector muy importante de sus cómplices imperialistas ha empezado a mostrar fisuras, todo gracias a la acción valiente y decidida de sus pueblos. Incluso la tramposa propuesta del «pacificador» Trump, evidencia el impacto de las acciones de los pueblos del mundo, en especial de las de los países imperialistas, cuya careta democrática se cae en pedazos frente al genocidio. La propuesta de paz de Trump es un salvavidas para Israel y Netanyahu, eso sí, liquidando por completo a la resistencia palestina, aparentemente, sentando las bases para cerrar esta fase del «genocidio continuado» contra el pueblo palestino, pero, con las suficientes ambigüedades para poder mantener su sometimiento y dominio colonial, es decir, preservando intacto su enclave en la región -más adelante nos referimos concretamente a este «plan de paz»-.

  No obstante, las cosas han empezado a cambiar, ante la inacción de sus gobiernos los pueblos del mundo han tomado la tarea en sus manos. Cientos de miles de manifestantes han llenado las calles de Londres, Sídney, Bruselas o Paris para gritar: ¡Alto al genocidio! ¡Palestina Libre! En la vuelta a España la gran ganadora fue Palestina. Las diversas organizaciones de acción, boicot y solidaridad con Palestina lograron que se acortaran varias etapas exigiendo el retiro del equipo Israel-Premier Tech cuyos patrocinadores son defensores del Estado sionista y amigos cercanos del genocida Netanyahu. 

  En Italia los sindicatos de base convocaron una huelga en solidaridad con Palestina que desbordó las expectativas de los organizadores; decenas de miles se movilizaron en más de 80 ciudades del país denunciando el genocidio y expresando su apoyo a la flotilla humanitaria global Sumud que está en aguas del Mediterráneo. Se bloquearon el transporte público, las escuelas, las universidades y los puertos. Ante los bloqueos la población detenida en las vías, contrario a rechazar la jornada de protesta, aplaudía y expresaba su coincidencia con la denuncia. Los medios se dedicaban a informar sobre los enfrentamientos en algunas localidades, pero lo que realmente era noticia era que la clase trabajadora se ponía a la vanguardia del pueblo italiano y plantaba cara al Estado genocida diciendo «¡Bloqueemos todo!». Los trabajadores italianos nos marcan el camino: ¡huelga general en cada país para cortar cualquier forma de comercio con Israel y para bloquear el envío de armas! ¡Huelga mundial por Palestina! 

  De los puertos de Barcelona, Génova y Túnez  partió hacia Gaza la flotilla global Sumud con cerca de 500 activistas de 44 países de todo el mundo en 51 embarcaciones, su objetivo era: «romper el bloqueo israelí a la Franja». El gobierno sionista llamó a sus participantes «terroristas» o «colaboradores del terrorismo» y los atacó desde drones en aguas internacionales. Los hombres y mujeres que navegaron en la flotilla sabían que exponían su vida y su integridad por defender la causa palestina y se hicieron a la mar cuando los gobiernos imperialistas de Europa guardaban silencio o actuaban directamente como cómplices del genocidio. Luego de la interceptación de las embarcaciones algunos de los activistas han sido deportados a sus países de origen y otros aún permanecen en una cárcel sionista. Las movilizaciones de rechazo en todo el mundo no se hicieron esperar y hoy se grita en muchos lugares del planeta: ¡Libertad para los compañeros y compañeras de la Flotilla Global Sumud! Mientras otras flotillas vuelven a surcar el Mediterráneo. 

  Mientras una Comisión internacional independiente de la ONU se tardó dos años para decir que Israel está cometiendo un genocidio en Gaza, mientras la Corte Internacional de Justicia o la Corte Penal Internacional se tardarán décadas en juzgar estos hechos, mientras Estados Unidos ha vetado 6 veces las resoluciones del Consejo de Seguridad de la ONU que pedían un alto al fuego, mientras Israel viola todas las normas del Derecho Internacional Humanitario y no tiene por ello ninguna sanción concreta -la mayor parte de los gobiernos mantienen sus relaciones diplomáticas, comerciales y militares con Israel-; las movilizaciones a lo largo y ancho del planeta, la clase obrera italiana, el pueblo español, francés o inglés, nos demuestran, que ante la decadencia y podredumbre del llamado «sistema democrático» y la bancarrota de la ONU, son las masas movilizadas y organizadas las que dan esperanza de cambio a la humanidad y abren la posibilidad de derrotar al sionismo y parar el genocidio.


Las contradicciones del reconocimiento de un Estado Palestino y el «Plan de Paz de Trump»

  En el marco de la Asamblea General de Naciones Unidas Australia, Bélgica, Reino Unido, Francia, entre otros, han reconocido al Estado Palestino. No es un asunto menor que en estos países se hayan desarrollado algunas de las más grandes movilizaciones a favor de la causa palestina. El reconocimiento del Estado palestino ha sido una imposición de la calle. 

  Sin embargo, los gobiernos de los países imperialistas convierten el reconocimiento de un Estado palestino en otra forma de atacar a la resistencia, de dividirla e intentar liquidarla. Francia y Arabia Saudita encabezaron la Conferencia internacional por la solución de los dos Estados; en ella plantearon que el reconocimiento de un Estado Palestino debe partir de la exigencia del reconocimiento del Estado de Israel, es decir, de validar el hecho colonial de construcción de un Estado a partir de las masacres, el despojo y la expulsión del pueblo palestino de su tierra. Así mismo, subrayaron explícitamente que tal reconocimiento tenía la pretensión de que Hamas, que actualmente aparece como el componente político central de la dirección de la resistencia, se entregara, lo que significa que su objetivo real es la derrota de la lucha por la liberación nacional del pueblo palestino. El primer respaldo a esta encerrona vino de la respuesta de Mahmoud Abbas, presidente de la Autoridad Nacional Palestina, que declaró que «Hamas no tendrá un papel» en el futuro Estado, mostrando una vez más su completa abyección a las imposiciones imperialistas y dejando ver a las claras porque no tiene la aprobación o el apoyo del pueblo que dice representar. Ante la imperiosa necesidad de una respuesta política unificada de la resistencia palestina, Abbas juega la carta de la división, que sólo sirve a Israel y sus aliados.

  A pesar de ello, el reconocimiento del Estado Palestino por 157 países en el mundo, incluyendo ahora a Francia y Reino Unido, es un triunfo político para los palestinos y palestinas. Pues, este reconocimiento cuestiona las declaraciones del gobierno sionista que dice sin reparos que no permitirán nunca la existencia de un Estado Palestino y que su propósito es anexionar lo que queda del territorio de la Palestina histórica. Israel queda con ello aún más aislado en el escenario internacional y se ubica como un país paria. Este hecho se escenificó cuando Netanyahu tuvo que hablarle a un escenario vacío en Naciones Unidas, pues las delegaciones abandonaron el recinto para no escuchar al genocida.

  El «plan de paz de Trump» profundiza la perspectiva colonial de la política de los dos Estados. Primero es un plan que define el futuro del pueblo y el territorio palestino sin los palestinos, como se ha hecho siempre por el imperialismo desde la declaración Balfour, la partición de 1947 o los acuerdos de Oslo. Segundo no es un «plan de paz», es un plan de rendición de la resistencia palestina, sin dar ninguna garantía de la salida de las tropas sionistas de la Franja, Netanyahu afirmó que las FDI permanecerán en la mayor parte de Gaza de manera indefinida. Tercero es un plan para el sometimiento militar y político del pueblo palestino, que no podrán elegir su propio gobierno sino que deberán aceptar un gobierno a cargo de quienes han financiado y son cómplices directos del genocidio: Estados Unidos, con sus tropas, las de otros países y la imposición de Tony Blair como virrey. Cuarto es un plan que quiere materializar la «Riviera de Medio Oriente» de la que ha hablado Trump, es decir, un plan de negocios inmobiliarios construido sobre la devastación y el arrasamiento al que ha sido sometido el territorio gazatí. 

  Finalmente, el plan de Trump es un plan para legitimar el genocidio, en el que los perpetradores de la barbarie salen impunes y aparecen como quienes juzgan y deciden sobre el futuro de las víctimas. Este es un análisis del significado del plan, pero la decisión de aceptarlo o no es del pueblo palestino y de su resistencia. El plan lo único que les ofrece es parar la masacre actual -incluso frente a la posibilidad de un futuro Estado Palestino Netanyahu ha reiterado que no lo permitirán-, conscientes de su historia y de los enemigos que enfrentan, los reportes de prensa advierten que la población en Gaza rechaza hasta ahora ese «plan de paz». Hamás lo aceptado parcialmente y se dispone a negociar en Egipto, mientras Netanyahu y Trump con sus declaraciones siguen dejando en evidencia que más que un «plan de paz» es otro «plan de opresión colonial contra el pueblo palestino».



Un ejército internacional para liberar a Palestina

  Contrario a Netanyahu, quien sí logró tener apoyos y un auditorio dispuesto a escuchar en la ONU fue el presidente colombiano Gustavo Petro, su denuncia del genocidio en Gaza y de la responsabilidad del imperialismo y del sionismo en el horror, lo han convertido en un referente político. En Naciones Unidas planteó la propuesta de una resolución de la Asamblea General para constituir un Ejército Internacional que desarrolle una acción militar coordinada para proteger a la población en Gaza y liberar a Palestina. Petro advirtió correctamente que el tiempo y los caminos de la diplomacia se han demostrado acabados. El gobierno de Indonesia respondió a la propuesta con el ofrecimiento de 20 mil soldados para ese fin. Los pueblos del mundo debemos seguir presionando en la calles para que un Ejército de estas características pueda tener lugar. 

  La combinación entre la más amplia movilización y el accionar militar, como sucedió en Vietnam, puede generar la derrota política y militar del Estado sionista y del imperialismo. Por ello, los llamados gobiernos progresistas -Lula, Boric o el mismo Maduro-, las naciones árabes y los gobiernos que denuncian hoy el genocidio como el de Sánchez en España, deberían ofrecer apoyo a la propuesta de Petro y poner sus fuerzas militares al servicio de proteger al pueblo palestino y derrotar a Israel. 

  Si la propuesta de una fuerza armada internacional no prospera la movilización en todos los rincones del mundo debe profundizarse. Las acciones de boicot, como en la vuelta a España; las acciones de solidaridad, como la flotilla global Sumud o las movilizaciones a nivel internacional; la huelga general, como en Italia y todas la acciones posibles deben desarrollarse para frenar a los genocidas. En ese sentido, hacemos el llamado a las centrales obreras en Colombia y en el mundo, a los partidos políticos y gobiernos que se declaren democráticos o progresistas, a los partidos de izquierda y organizaciones sociales que integran el Pacto Histórico y a los candidatos que pretenden continuar con las banderas de Petro, a que se solidaricen con Palestina, que contribuyan y estimulen acciones para lograr el embargo total a Israel. 

Una vez más por la destrucción del Estado nazi-sionista de Israel

   El sionismo es el fascismo contemporáneo, para derrotar al fascismo en el siglo pasado la unidad internacional fue piedra angular, desde esta tribuna convocamos a la máxima unidad para defender al pueblo palestino y para luchar por su liberación nacional. Eso implica para nosotros la destrucción del Estado genocida, no su validación como enclave colonial. La OLP tuvo como consigna histórica la construcción de una Palestina laica, democrática y no racista, la consigna sigue teniendo plena validez. El Estado de Israel es un Estado teocrático que se define por ley como Estado Nación Judío, un Estado colonial que se estableció por medio de la limpieza étnica contra el pueblo palestino, que construyó  un régimen de apartheid que lo segrega y discrimina. El colonialismo ha sido derrotado en el pasado por los pueblos oprimidos que se levantaron en América, en África y en Asia, y al nazismo no se lo admitió entre los pueblos del mundo, se lo destruyó. La destrucción del Estado de Israel no significa la expulsión de las comunidades judías de la tierra palestina, pero sí el establecimiento de un nuevo Estado en el que no sería posible la segregación, la discriminación y el privilegio del colonizador, en el que los judíos que estén dispuestos a convivir con los palestinos podrían quedarse, y los que no tendrían que irse. Musulmanes, judíos y cristianos convivieron en estas tierras por milenios, fue el sionismo como proyecto colonial y racista el que llevó la violencia y la destrucción a la región, expulsar al sionismo es el mecanismo para que se reestablezca la convivencia pacífica entre ellos.

   Desde Perspectiva Marxista Internacional defendemos el derecho del pueblo palestino al retorno a su tierra y a la autodeterminación nacional, somos solidarios con su causa y estamos comprometidos con impulsar todas las acciones posibles para parar el genocidio, por ello, invitamos a participar de la Marcha Nacional en Solidaridad con Palestina del 7 de octubre de 2025 en Bogotá.

¡El sionismo puede ser derrotado!

¡Todos a las calles!

¡Alto al genocidio!





6/8/25

Declaración de Perspectiva Marxista Internacional !La ofensiva fascista del sionismo y del imperialismo puede ser derrotada!


«Creo que es evidente el paralelismo entre el genocidio de los indígenas por los españoles, en los comienzos del capitalismo, y el de los judíos y los eslavos por Hitler, ya en la época de la decadencia del sistema. Pero Hitler retoma también otro elemento de la etapa inaugural del capitalismo: la tendencia de los países más desarrollados a transformar al mundo en colonias suyas. Hitler convierte esa tendencia en una política consciente de transformar en colonias a las naciones, las nacionalidades y los pueblos europeos (…) La opresión racial en Israel y Sudáfrica es una expresión moderna del barbarismo nazi, demuestra una vez más que donde hay capitalismo el nazismo está a la vuelta de la esquina si no es detenido por el movimiento de masas». 

Conversaciones con Nahuel Moreno.

   La denominada guerra de los 12 días es otra guerra colonial y de rapiña, en contra de un país independiente, al servicio de los intereses estratégicos económicos y militares del imperialismo yanqui, encabezada por su portaviones regional, el Estado nazi sionista de Israel, que evidencia las peores tendencias belicistas del imperialismo decadente que amenaza con llevar a la humanidad a la barbarie.

   Los ataques de Israel contra Irán representan un salto en su ofensiva regional iniciada en 2023, que ya había cobrado devastadores resultados para la resistencia palestina y para los aliados de Irán. La agudización del proceso de limpieza étnica empezó incluso antes de 2023 con la campaña de destrucción masiva de viviendas y la ampliación de los asentamientos de colonos, la destrucción de redes eléctricas y el sellamiento con concreto de las fuentes de agua, y que se recrudeció en 2024 con los ataques combinados entre soldados y colonos armados que machacaron a los pobladores palestinos de Cisjordania produciendo la mayor incautación de tierras en tres décadas.

    Después del 7 de octubre de 2023 el genocidio contra los palestinos avanza sistemática y fríamente y con mayor rigor en Gaza, no sólo son los cerca de 60 mil asesinados, las formas típicamente nazis de su eliminación hablan por sí solas: arrasamiento kilométrico de edificios y viviendas, destrucción masiva de hospitales y centros de salud, escuelas y universidades, liquidación de la red eléctrica, destrucción de la agricultura, eliminación de las fuentes de agua potable, ejecuciones con tiros de gracia en la cabeza en el pecho a decenas de niños, asesinato por inanición y por denegación de acceso a la atención médica a recién nacidos, enfermedad creciente por presencia de basuras, aguas estancadas y de cadáveres en descomposición a los que no se permite recoger, muerte por desnutrición y por sed, asesinato en masa a reclamantes de comida atraídos por los llamados de la denominada «Agencia humanitaria» impulsada por Israel y Estados Unidos en reemplazo de las agencias de la ONU, atacadas reiteradamente y desterradas finalmente del país. Es el despliegue de un plan de exterminio cuyo objetivo es la eliminación y expulsión de la raza inferior, la inmensa mayoría del pueblo palestino de su territorio, y la toma completa de Gaza y Cisjordania.

   Estamos así ante la creación, paso a paso, del Gran Israel, dibujado en los mapas que Netanyahu presentó ante la asamblea general de Naciones Unidas: desde el Nilo hasta el Éufrates, desde Medina hasta el Líbano, incluyendo territorios de Egipto, Líbano, Siria, Irak, Arabia Saudita, toda Jordania y los territorios palestinos ocupados.

   Los ataques contra Irán, perpetrados tanto por Israel como por EEUU, sólo pudieron darse en el marco de una cadena de contundentes éxitos del sionismo en los últimos años que avanzaron de la periferia al centro: el asesinato de gran parte de los líderes de Hamas y Hizbulá y la eliminación de muchos de sus combatientes, y el derrocamiento del régimen sirio, que acabó  con un corredor vital que conectaba a la Guardia revolucionaria iraní con sus agentes y socios en toda la región, y que ahora cuenta como un espacio estratégico aprovechado militarmente por Israel.

   La ofensiva avanza rápida y ferozmente en varios frentes y se traduce en la expansión territorial de Israel y la consolidación de nuevos bastiones: además de Gaza y Cisjordania, ya tomó la casi totalidad de los Altos del Golán en Siria, mantiene 5 posiciones estratégicas en el Valle de la Bekáa en el Líbano, cuenta con sus aliados drusos en Siria por los cuales bombardeó el comando de las Fuerzas Armadas del país. Pero, como advertían los generales franceses colonizadores que encabezaron la sangrienta batalla contra la población rebelde de Argelia a finales de los años 50, para el sionismo las tareas y los objetivos en la región son “infinitos”, pues, más allá de los relatos bíblicos, está dispuesto a destruir Irán, y si no se lo detiene, avanzar contra otros objetivos como Turquía o Pakistán, con miras a convertirse en el hegemón militar indiscutido en la región.

   Irán ha podido resistir innumerables golpes a lo largo de 45 años gracias a que hizo una profunda revolución democrática antimperialista encabezada por la clase obrera y el pueblo pobre de las ciudades -que tenía objetivamente un contenido socialista- en 1979. Fue esa revolución, que golpeó duramente al imperialismo y a todo el colonialismo imperialista yanqui y europeo, y aseguró su autonomía nacional consagrándolo como un país independiente, lo que le ha permitido hacer importantes desarrollos sociales, económicos, tecnológicos y militares, que empezaron con la recuperación de la explotación soberana del gas y del petróleo. 

   Esa es la primera y más profunda razón por la que el imperialismo y el sionismo atacan a Irán y por la que nunca lo perdonarán, aún a pesar de que su independencia haya retrocedido en parte en los últimos años -y de que su régimen exprese profundos rasgos contrarrevolucionarios-. También lo atacan por haber mantenido su posición histórica sobre la necesidad de destruir al Estado sionista de Israel y apoyar activamente a la resistencia palestina, y por ser un aliado económico, político y militar de sus competidores China y Rusia. No obstante, esta es la primera vez, desde la invasión de Irak en 1980-apoyada por los imperialistas para impedir el contagio de la revolución- que logran asestarle golpes tan directos.

     Israel empezó ganado la guerra, propinando golpes certeros, asesinando a jefes militares de la mayor jerarquía política y económica: Mohammad Bagheri, jefe del Estado Mayor de las Fuerzas Armadas iraníes, el segundo después del líder supremo, el ayatolá Ali Jameneí; Hossein Salami, líder de la Guardia Revolucionaria, combatiente durante la guerra entre Irán e Irak y uno de los primeros miembros de la Guardia Revolucionaria; Gholamali Rashid, jefe del Cuartel General Central Jatam al Anbiya, comandante en jefe adjunto de las Fuerzas Armadas y coordinador de las operaciones militares conjuntas con la Guardia Revolucionaria en el país y en toda la región; Ali Hajizadeh, comandante de la Fuerza Aeroespacial de la Guardia Revolucionaria, estuvo al frente de la dirección del programa de misiles de Irán y fue responsable del ataque con misiles de abril de 2024 contra Israel; Mohammad Kazemi, jefe de Inteligencia de la Guardia Revolucionaria, así como varios generales de brigada y oficiales superiores; y asesinando a Fereydoun Abbasi, exdirector de la Organización de Energía Atómica de Irán, y junto con él a13 importantes científicos del programa nuclear.

   Pudo hacerlo porque cuenta con una fuerza aérea muy superior a la de Irán y con uno de los aparatos de inteligencia más poderosos del mundo -el Mosad-, y, sobre todo, con el apoyo de inteligencia, tecnológico y logístico, militar, financiero y político de EEE y del resto de países imperialistas.

   Esta tuvo que ser una guerra corta, en la medida en que tanto EEUU como Israel se dieron cuenta de que Irán tenía una importante capacidad de resistir y de hacer daño, lo cual abría el peligro de producir una fractura interna en Israel, cuya población está acostumbrada a ver sufrir a otros pueblos, pero no a padecer los rigores de la guerra en su propio territorio; porque fallaron los cálculos de sionistas y yanquis sobre la emergencia de una fractura en la sociedad que llevara al derrocamiento del régimen de los Ayatolas, al contrario, los ataques extranjeros cohesionaron por el momento su vínculo con la población; y, todo indica, porque Rusia y China decidieron dotar a Irán de aviones de última generación y lo hicieron saber a Trump, por eso los ataques de Estados Unidos fueron más bien para terminar la guerra.

   El apoyo del imperialismo ha sido decisivo para preservar a Israel, y el ataque a Irán consolidó momentáneamente un férreo apoyo social en torno de Netanyahu, quien días antes se debatía entre la fractura de su coalición de gobierno, el avance del juicio en su contra y el creciente rechazo de la población que exigía el final de la guerra y la liberación de los rehenes; y ahora prosigue su ofensiva contra los palestinos  promoviendo un gueto en el sur de Gaza -la llamada ciudad humanitaria- y el destierro de otros tantos a países vecinos con el respaldo de Trump.

La decadencia imperialista es sinónimo de guerra y barbarie

   La guerra de la OTAN contra Rusia, que es parte de una estrategia más amplia contra china, el genocidio transmitido en vivo y en directo contra el pueblo palestino, y la reciente guerra colonial contra Irán, que incluyó el ataque a instalaciones nucleares, -que también apunta a debilitar a los competidores Rusia y China-, apoyada y planeada desde hace mucho por el imperialismo, corroboran la creciente tendencia a la barbarie que caracteriza este momento de agudizada decadencia de todos los imperialismos y del yanqui en especial, y representa una tremenda amenaza para la humanidad. 

   La diplomacia y la prensa imperialista trata de convencer a la población mundial de que si Irán consigue la bomba nuclear representaría un grave peligro para ella, al mismo tiempo que oculta que Israel, que hace mucho posee bombas nucleares y que no reconoce ningún acuerdo internacional al respecto, que tiene una larga trayectoria como agresor de sus vecinos y que es capaz de ejecutar con toda frialdad una cruda y sistemática matanza como la de Gaza, representa ya una tremenda amenaza para Medio oriente y para el mundo. Tratan de convencernos de que personajes como Netanyahu, Donald Trump o el canciller alemán Friedrich Merz, quien dijo que Israel estaba “haciendo el trabajo sucio por todos nosotros”, representan el bien y son los guardianes de la seguridad mundial, y que no debemos temer que sus países posean armas nucleares. 

   Dicen clamar por la paz mundial y hasta lloran por el pueblo palestino, al mismo tiempo que defienden el “derecho de Israel” a atacar Hamas e Irán. La ONU ha demostrado una vez más su irrelevancia, no es más que un muerto viviente, el OIEA (Organismo internacional de energía atómica) ha demostrado ser un espía de los yanquis. Y un día después del cese al fuego entre Israel e Irán, se celebró en la Haya la cumbre de la OTAN en la que todos los gobiernos miembros han aceptado de rodillas la exigencia de Trump de llegar al 5% del PIB para incrementar el gasto militar, lo han hecho bajo la narrativa de que la Rusia de Putin amenaza con invadir Europa.

   Se trata de un salto en la abyección hacia EEUU que agudizará la crisis de conjunto de la sociedad europea. Todos los gobiernos imperialistas europeos saben que esta decisión incrementará aún más el sufrimiento de sus pueblos -recortando el gasto en salud y educación o imponiendo mayores impuestos y endeudando a sus países-, para descargar de parte de sus aprietos financieros a EEUU, transfiriéndole mediante compra de armas una buena parte de la plusvalía extraída a sus trabajadores,  pero se entregarán gustosos a los planes de guerra contra Rusia y contra China, engordando a raudales el negocio de la industria armamentista, en primer lugar, la yanqui. Es una huida desesperada hacia adelante.

Basta de hipocresía

   Desde Perspectiva Marxista Internacional reafirmamos que Irán no sólo tenía y tiene todo el derecho a defenderse, sino que tiene todo el derecho a construir su bomba atómica, y ahora esto es más urgente que nunca, pues esta sería la única manera de disuadir a los agresores imperialistas y sionistas de nuevos ataques. Por supuesto que la proliferación atómica representa un enorme peligro para toda la humanidad, pero también ha quedado claro que, contrario a la falsa propaganda que decía que la URSS representaba el mayor peligro nuclear, son los imperialismos, en primer lugar el yanqui, y su mortífero aliado el Estado sionista de Israel, los que amenazan y atacan continuamente a los pueblos oprimidos del mundo, son ellos los grandes poseedores de bombas atómicas. Mientas ellos existan la humanidad se encuentra amenazada, y mientras así sea los países oprimidos tienen el derecho a conseguir la bomba para disuadirlos. 

   Por las mismas razones celebramos el que el gobierno iraní haya decidido suspender su colaboración con el OIEA, por haber preparado el terreno para que se produjeran los ataques en su contra, y que se nieguen por completo a permitir su vigilancia. Más aún, cuando Israel, si bien forma parte del OIEA, no ha firmado el tratado de no proliferación de armas nucleares, mantiene una política de opacidad según la cual no admite inspección alguna ni rinde cuentas acerca de sus avances en el campo de la energía nuclear; pero es vox populi que posee entre 190 y 500 bombas nucleares, y, al igual que EEUU, Francia, China o Rusia hace lo que quiere con ella sin que nadie se atreva a cuestionarlo.

   Esta guerra ha terminado pero el conflicto sigue abierto, este es apenas un capítulo de cruentas conflagraciones que se avecinan. El imperialismo y el sionismo persisten en sus objetivo estratégicos de derrocar al régimen de los Ayatolas, acabar con la independencia de Irán y apoderarse de sus enormes recursos naturales; persisten también en su propósito de golpear los intereses estratégicos de Rusia y China en Medio Oriente y en el mundo. 

   Pero no es sólo eso, si no se detiene a Israel va a seguir agrediendo a otros países como Pakistán o incluso Turquía o Arabia Saudí, pues sus verdaderos planes, que favorecen los intereses de EEUU, tienen que ver con debilitar al extremo la resistencia de los pueblos árabes y musulmanes y con imponer su hegemonía militar sobre los otros pueblos de la región, sin importar si se trata de sunitas o chiitas, de árabes, kurdos o persas. Cada día es más urgente destruir al Estado nazi sionista de Israel.

   Hoy es más vigente que nunca la disyuntiva socialismo o barbarie, y si bien la posibilidad de instaurar el socialismo está lejos, no es menos cierto que la existencia del imperialismo y su decadencia agudizan cada día los signos de barbarie que denunciamos. Lo que pasa en Gaza y en Irán es el espejo de lo que nos espera a todos los pueblos y países oprimidos si no se derrota esta ofensiva fascista en Medio oriente. Al mismo tiempo, es una expresión de la agudización de la crisis de dirección revolucionaria mundial. Como socialistas, ya desde la época de la tercera Internacional de Lenin y Trotsky, sabemos que la salida final a la opresión nacional y racial es la destrucción de los Estados capitalistas y la instauración de una federación de repúblicas socialistas en Medio Oriente. No obstante, defendemos incondicionalmente a las direcciones nacionalistas -y aún a las religiosas- que lideran la lucha por la destrucción del Estado sionista, sus muertos son mártires de la revolución democrática antimperialista.

Hay que acrecentar las movilizaciones contra la ofensiva fascista del sionismo - imperialismo

   Los pueblos de los países oprimidos y diversos sectores sociales de los países imperialistas han venido promoviendo acciones de solidaridad con el pueblo palestino y de repudio al genocidio de Israel, es decir, objetivamente, contra la ofensiva fascista del sionismo y el imperialismo en Medio Oriente. Es necesario avanzar con estas acciones políticas, extenderlas y profundizarlas, su desarrollo ha ejercido presión sobre los gobiernos imperialistas, los ha puesto en contradicción con las conductas de Israel y los ha obligado a realizar pronunciamientos a favor del reconocimiento de un Estado Palestino. 

   Numerosas iniciativas, de todo tipo, se han realizado en los últimos meses en diversas partes del mundo. Las acciones de protesta que se efectúan en los países imperialistas como EE.UU., Reino Unido, Francia o Italia exigen a sus gobiernos el cese de la ayuda militar a Israel, y a sus empresas, que dejen de proveer al Estado sionista. Flotas, caravanas, marchas de protesta, conciertos, plantones constituyen los variados eventos que se han llevado a cabo en todo el mundo y conforman ejemplos de propaganda y de acciones efectivas de apoyo a la resistencia palestina. 

   Algunas de las movilizaciones más impresionante que se han llegado a realizar han tenido lugar en Yemen, millones de yemeníes se han manifestado -casi semanalmente- a favor de Palestina e Irán, desde las costas del país los Hutíes han seguido atacando las embarcaciones que se dirigen a puertos controlados por el Estado sionista. Este es el ejemplo a seguir por los pueblos árabes, ante la represión a las movilizaciones en algunos países de la región, son millones los que deben llenar las calles contra la ofensiva sionista – imperialista.

   Por mar «La flotilla de la libertad» ha hecho reiterados intentos de llegar hasta las costas de la Franja de Gaza para romper con el bloqueo militar con la que la han cercado. Llevando equipos e insumos médicos y alimentos, la flotilla ha tenido como tripulantes a activistas reconocidos como Greta Thunberg -activista medioambiental- o Chris Smalls -dirigente sindical estadounidense fundador del sindicato de Amazon-. Las embarcaciones han sido detenidas por las fuerzas militares israelíes en aguas internacionales. Por tierra, la «Marcha global hacia Gaza» congregó a miles de activistas de todo el mundo que intentaron llegar a la Franja por la frontera egipcia, la marcha fue reprimida y se le negó el acceso. A pesar de no llegar a cumplir sus objetivos puntuales, estas iniciativas cumplen con un objetivo político, contribuyen a mantener visible la causa palestina y destruir el relato sionista de que es un país democrático, pues lo que se expone al mundo es su aparato de represión y su negativa a permitir que llegue la mínima ayuda al pueblo palestino en medio de las actuales condiciones de hambruna y muerte.

   Sectores de las comunidades judías de diversas partes del mundo, pero sobre todo de los EE.UU., han venido activando públicamente contra Israel. Jewish Voice for Peace o la American Jewish Committee and the Rabbinical Assembly han impulsado campañas de solidaridad con Palestina y exigen el cese al fuego en Gaza y el fin de la ocupación. Estos sectores fueron claves en las movilizaciones y campañas de desinversión en las empresas de Israel que se desarrollaron en Columbia y otras universidades de EE.UU. y son vanguardia de las movilizaciones en países como España o Portugal. Las comunidades judías, juegan un papel importante en esta lucha, pues su denuncia del genocidio -incluso David Grossman, el escritor vivo más importante de Israel, ha llegado a calificar lo ocurrido en Gaza como un genocidio- hecha por tierra el señalamiento de antisemita que se hace en contra de la condena al accionar sionista, esto, poco a poco, ha venido haciendo posible que incluso al interior de Israel crezcan las voces disidentes frente a la campaña de exterminio en Gaza. 

   En todos los países latinoamericanos se han realizado acciones de solidaridad con el pueblo palestino. En Chile, Brasil, México, Venezuela, Uruguay o Colombia se han llevado a cabo movilizaciones y todo tipo de acciones de condena al genocidio. Estas acciones han presionado también a los gobiernos de la región a tener una posición más abierta de rechazo al accionar de Israel. Quien más lejos ha llegado, convirtiéndose en un referente por la coherencia de sus posiciones, ha sido el presidente colombiano Gustavo Petro. Recientemente decretó el corte a la exportación de carbón colombiano a Israel -y cuando sectores burgueses del país quisieron mantener los envíos ordenó la interceptación de los barcos por la armada nacional-, así mismo, ha sido impulsor junto con Sudáfrica del grupo de la Haya, un grupo de países que presiona en los tribunales internacionales de justicia por sanciones y condenas a Israel, y, que promueve acciones de embargo militar y económico en su contra. 

   En este marco es fundamental que los trabajadores del mundo, en primer lugar, de los países imperialistas se sumen a las movilizaciones, emulen, repliquen y amplíen los diversos eventos que contribuyan a derrotar la política fascista de sus gobiernos y a solidarizarse con los pueblos por ellos agredidos -como la multitudinaria movilización de comienzos de agosto en Sídney-. Si se generalizan los actos solidarios y de protesta es posible lograr el bloqueo de armas y pertrechos a Israel y debilitar su ofensiva. Es crucial que las organizaciones sociales y sindicales, y políticas que se consideren democráticas, de izquierda o progresistas se unan a la campaña mundial en cada uno de sus países en solidaridad con Irán y Palestina, organizando bloqueos y sabotajes para impedir que los productos israelíes desembarquen en sus puertos y para impedir que salgan de ellos productos hacia Israel -como ha ocurrido ya en algunos puertos en Estados Unidos y Europa-.

   Cada acción solidaria contra el sionismo y el imperialismo que se realiza en el mundo hace reverberar la experiencia de la lucha de masas que fue determinante para la derrota de Estados Unidos en Vietnam, por ello sostenemos que la ofensiva sionista – imperialista en Medio Oriente puede ser derrotada, ya tenemos una experiencia histórica que lo demuestra, avanzar en ese camino supone mantener los procesos de movilización, organización y lucha. Desde Perspectiva Marxista Internacional nos pondremos siempre a disposición de esa causa. 

8/10/24

Dossier sobre Venezuela

Venezuela y el avance del colonialismo en América Latina 

   

   En todo el mundo las masas populares, campesinas y la clase obrera pierden conquistas y derechos mientras una pequeña minoría se enriquece cada vez más. Este fenómeno no es nuevo ni en México, ni en los países del Caribe, y menos todavía en el área latinoamericana. Así funciona el capitalismo mundial —donde también las grandes corporaciones adquieren un peso monumental frente a estados cada vez más pobres y endeudados— y es particularmente crítico y trágico en nuestra región. Haití es el ejemplo más emblemático: más del 90 % de su población no tiene acceso al agua ni servicios sanitarios, y la “ayuda” que recibe de potencias como España es para “la seguridad”, mientras casi 200.000 niños sufren malnutrición severa. En Haití no hay presidente desde 2021 desde el asesinato de Jovenel Moise.

   Pero hoy la atención de las noticias está en Venezuela. Contra el gobierno de Maduro, acusado por la pobreza creciente en su país y por la consolidación de un régimen antidemocrático, de una llamada “dictadura”. Pero la realidad que se muestra en Venezuela avanza con distintos ritmos en el resto de los países sudamericanos y del Caribe, donde creció la pobreza, la inflación y los trabajadores sufren la pérdida sistemática de su nivel de ingresos, junto a la debilidad de sus organizaciones sindicales. Tampoco es el único país donde creció la emigración: Ecuador, Colombia, El Salvador, Puerto Rico, México son ejemplos palpables del importante número de familias que salen como pueden a buscar oportunidades en otros países, fundamentalmente en los Estados Unidos. Millones de desplazados e inmigrantes internacionales constituyen un fenómeno social que se agrava con los años. En Estados Unidos, solamente en el último año, ingresaron casi 450.000 nuevos migrantes latinos.  

   Es una región saqueada por las potencias imperialistas, en particular por los Estados Unidos, ha sido muy bien nominada como “su patio trasero” y ha sufrido su injerencia directa. Desde los años 60 hasta finales de los 90, dictaduras sangrientas apoyadas por Washington, que mediante golpes de estado instauró gobiernos militares en el Cono Sur, en Centroamérica o regímenes represivos como el de Turbay Ayala en Colombia. Todos fueron resultado de la “Doctrina de Seguridad Nacional” del imperialismo yanqui, y fueron regímenes que, al servicio directo de su amo imperialista, no solo provocaron una criminal represión y cometieron crímenes de lesa humanidad, sino que sumieron a los países en el atraso y la miseria, de lo cual todavía no han podido recuperarse.

   Venezuela se mantiene independiente en una cuestión que el amo del Norte no puede tolerar, su política internacional, solo acompañada por Cuba desde la revolución de 1959 y por Nicaragua, país donde un movimiento revolucionario (el sandinismo) derrocó a las fuerzas armadas y a la dictadura de Anastasio Somoza. 

   En la región, cobra más actualidad que nunca la necesidad de romper el cerco de la dependencia imperialista.

   Se necesita políticas y acciones unificadas, soluciones de fondo a nivel regional para liquidar los planes de ajuste contra las masas trabajadoras, el endeudamiento crónico y usurario que sufren la mayoría de los países (deudas pagadas, rigurosamente, con los ingresos de las masas populares, mientras una minoría cada vez más rica disfruta de la baja e incluso la exención de impuestos); el saqueo de los recursos energéticos y naturales, la privatización de su patrimonio y empresas de servicios, la aplicación de políticas que favorecen la exportación de materias primas (que necesitan las potencias imperialistas) en detrimento de los recursos no renovables, ambientales y fundamentalmente humanos en esta zona del planeta.

   En síntesis, solo la unidad de los pueblos del Caribe y Latinoamérica podrán impedir el avance colonial, de mayor explotación laboral y saqueo por parte de las grandes corporaciones de las potencias imperialistas, en particular de Estados Unidos.

   En cambio, en oposición a esa necesidad de pelear por la UNIDAD DE LOS PUEBLOS LATINOAMERICANOS Y DEL CARIBE, POR LA DEFENSA DE LAS CONQUISTAS DE LAS MASAS, la mayoría de los gobiernos como sirvientes de las oligarquías y patronales nacionales y del imperialismo, actúan favoreciendo el atraso, una mayor explotación laboral y los negocios y renta capitalista del poder económico concentrado.

   Por esa razón, con respecto a Venezuela, actúan con guion de Estados Unidos. Desde AMLO (el más respetuoso de las decisiones soberanas del gobierno de Maduro) hasta Petro, Lula, Boric, Mujica (ex presidente de Uruguay) y Cristina Fernández de Kirchner (ex presidenta de Argentina) difunden la propaganda imperialista y dan la alerta por el “creciente deterioro de la DEMOCRACIA EN VENEZUELA” o porque en ese país “no se cumplen las leyes de la democracia”. Lo que no hacen es lo primero que un verdadero demócrata debería hacer: denunciar que en Venezuela se intentó derrocar al régimen de Maduro por medio de un GOLPE DE ESTADO. Para no hablar de presidentes ultra reaccionarios como Milei, que directamente llama al derrocamiento del gobierno de Maduro, o sea al golpe.

   NOSOTROS ALERTAMOS A LOS TRABAJADORES DE LA REGIÓN, que una vez más funcionó la maquinaria política, económica, mediática, cibernética y militar para ejecutar un golpe de estado contra el gobierno de Maduro en Venezuela. Y QUE LA DEMOCRACIA, entendida como la conquista de derechos para los trabajadores y las clases populares, está en franco deterioro en toda la región, no solo en Venezuela. En todo nuestro continente, no solo no se frena la ofensiva colonialista de Estados Unidos y de las potencias imperialistas, sino que en algunos países se trabaja en una fuerte alianza con su vasallaje. Hasta ahora ese no es el caso del gobierno de Maduro.

   La debilidad de los gobiernos y de los regímenes democráticos en nuestros países arranca por el creciente servilismo de los dirigentes políticos a las necesidades de una minoría que cada día se enriquece más a costa de la superexplotación de las masas populares, provocando mayor desigualdad, cuyas consecuencias económicas y sociales se manifiestan en el aumento del hambre, la desnutrición infantil y la falta de condiciones sanitarias acordes a la vida humana. En ese contexto, son los gobiernos capitalistas que facilitan los avances coloniales, los que ofrecen un terreno cada vez mas fértil para un golpe orquestado desde afuera o para el ascenso y el triunfo de gobiernos como el del servil Milei en la Argentina, o como fueron los de Temer y Bolsonaro en Brasil. 

   En estos días, la huida y el pedido de asilo a España del candidato venezolano del golpismo, Edmundo González Urrutia, permiten afirmar que este último avance de la oposición (servil de intereses directamente imperialistas y oligárquicos), que usó la oportunidad del proceso electoral venezolano para ejecutar su plan golpista, ha sido derrotado una vez más.

   La derrota del golpe en Venezuela no es una mala noticia para los trabajadores latinoamericanos. Se derrotó la proclamación de un títere de Estados Unidos (ya hubo otros, como Juan Guaidó), que solo quiere el petróleo venezolano y convertir al país en un enclave para la defensa de sus intereses en la región.

   Para las masas populares significa todo lo contrario a una mala noticia, porque la proclamación de Maduro como presidente y el andamiaje institucional, policial y militar montado por él y por Diosdado Cabello -entre otros dirigentes chavistas- impidieron la maniobra y la consumación del golpe.

   A los Estados Unidos no les importa el pueblo trabajador venezolano ni el ejercicio de la democracia en ese país ni en ningún país del mundo. Las banderas de la democracia y la promesa de mayores libertades han sido pisoteadas por el militarismo colonialista norteamericano, inglés, y de varias potencias coloniales europeas en repetidas ocasiones: Irak, Libia, Afganistán, representan los ejemplos más contundentes al respecto.

   A Biden solo le interesa el petróleo que está en el subsuelo del país. Laura Richardson —general jefa del Comando Sur de Estados Unidos— señaló que Venezuela tiene la concentración de “las reservas de petróleo más grandes”, “tiene petróleo, cobre, oro”. A Estados Unidos también le preocupa que, en “su patio trasero”, un país con esos recursos sea INDEPENDIENTE EN SU POLÍTICA INTERNACIONAL, es decir, que no siga sus órdenes. Que apoye a Rusia en la guerra contra la OTAN en Ucrania. Que acreciente la ayuda financiera que recibe de China, a medida que sufre sanciones económicas más severas de los países sirvientes de los Estados Unidos. Que Maduro haya sido reconocido como presidente electo por China, Rusia, Irán, Cuba, Siria, Bolivia, Nicaragua, Honduras, siete países del Caribe y varios más de Asia y África.

   Su postura geopolítica va en dirección contraria a los intereses de quien se cree dueño y amo del continente americano y de sus recursos energéticos, naturales y humanos. Esta independencia nació con un proyecto político, en 1999, cuando los gobiernos cipayos de entonces habían provocado la crisis más grande de la historia venezolana (como expresión popular se llamó “el Caracazo”), un régimen que lideró Hugo Chávez hasta su muerte en 2013.

Compañeros trabajadores de Venezuela y la región.

   El golpe de los yanquis y de Corina Machado quiso liquidar el conjunto de las conquistas populares que otorgó el chavismo y el gobierno de Maduro e imponer en Venezuela un gobierno vasallo directo de Estados Unidos. Ese intento fue derrotado, pero el imperialismo y sus siervos dentro de Venezuela volverán a intentarlo una y otra vez. Por eso es imprescindible la unidad antiimperialista de los trabajadores, los campesinos y los pueblos pobres en defensa de Venezuela.

   No se trata de defender a Maduro o a su régimen —que él define como “militar, policial, popular”—, sino de evitar que triunfe un gobierno ultrarreaccionario y antiobrero, y fundamentalmente de no permitirle a los Estados Unidos que fortalezca desde Venezuela la ofensiva colonialista en la región.


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Venezuela y Gaza


   Es en este contexto mundial que Lula, Petro, Mujica, AMLO y otros líderes regionales distraen la atención sobre el proceso electoral en Venezuela, mientras en Gaza la tragedia se agiganta. 

   “Es alucinante que a pesar de la abrumadora evidencia de los crímenes sin precedentes de las Fuerzas Armadas de Israel en Gaza que han conmocionado la conciencia del mundo entero, la administración Biden esté dando luz verde a la transferencia de armas letales adicionales a Israel” …
Sarah Leah Whitson, directora ejecutiva del grupo de derechos humanos y defensa Democracy for the Arab World Now (DAWN),

   A los pocos días del “polémico” acto electoral en Venezuela, el 10 de agosto, apenas unas horas antes de uno de los bombardeos israelíes más sangrientos en la Franja de Gaza, en una escuela convertida en refugio —donde quedaron esparcidos los pedazos de más de 100 personas entre hombres, mujeres, ancianos y niños, por ese ataque perpetrado mientras unos dormían, y otros rezaban las oraciones de la mañana—, Biden, el presidente en ejercicio en los Estados Unidos, anunció la aprobación de 3.500 millones de dólares en fondos militares al gobierno criminal del Estado de Israel. Cifra que integra un total de 14.100 millones de dólares aprobados por el Congreso de los Estados Unidos. Uno de los misiles lanzados sobre la escuela al-Tabin podría haber sido una bomba MK-84 de fabricación “estadounidense” con un peso de 2.000 libras.

   A Biden, Blinken o a la Fundación Carter, ¿quiénes les otorgan la legitimidad “democrática” necesaria para dirimir el conflicto sobre el ejercicio democrático del gobierno de Maduro o para liderar la campaña por la transparencia en el proceso electoral venezolano, cuando no suspenden el financiamiento del exterminio de un pueblo?

   Una aproximación a esa respuesta la encontraremos si nos enfocamos en los grupos monopólicos-financieros, ligados a los negocios del petróleo y de la energía, pero no solo en ellos, también Elon Musk, junto a otros megamillonarios yanquis ligados al lobby sionista, que están entre el top ten de la revista Forbes, destinan fondos, financian redes y medios a su servicio para promover campañas tanto para sostener a Israel como para liquidar al régimen chavista. Un régimen que, si no les impide, por lo menos les limita aprovechar al máximo una fuente inestimable de ese recurso en territorio venezolano, de ese “oro negro”, el cual podrían extraer sin grandes costos, por la cercanía, por los pocos kilómetros que lo separan de Florida y del sur petrolero de los Estados Unidos.

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Una vez más en defensa de Venezuela
Declaración política Perspectiva Marxista Internacional



   Llevamos poco más de un mes de las últimas elecciones presidenciales en Venezuela y estamos presenciando, en los medios de comunicación y en la esfera política internacional, una nueva cruzada contra la «dictadura chavista» y por la defensa de la «democracia» en el hermano país. No es la primera vez que conocemos de este tipo de gestas, en los últimos 25 años, desde la llegada al poder del chavismo se han hecho moneda corriente. Quienes hacemos parte de Perspectiva Marxista Internacional hemos planteado nuestra posición al respecto en diversas ocasiones, por supuesto, existen elementos novedosos en la situación actual, sin embargo, consideramos que podemos mantener lo que hemos dicho en lo fundamental. Escribimos esta declaración para ofrecer un contexto y una perspectiva histórica más amplia a nuestros nuevos lectores y pensando en las generaciones de venezolanos que han nacido y crecido en la diáspora, a quienes ese contexto y perspectiva les son negados por obra de la campaña mundial de los medios de desinformación a sueldo de los imperialistas y de las oligarquías nacionales. 

   Hay que empezar por aclarar que, más que unas elecciones, lo que tuvimos fue un nuevo intento de golpe financiado y ambientado por el imperialismo, bajo la campaña del «fraude» anticipada por varios meses, alternativa que se impuso en cuanto los Acuerdos de Barbados estallaron a comienzos de año -tales acuerdos estuvieron auspiciados por Lula y Petro en complicidad con el gobierno de Biden y su objetivo era que Maduro cediera el poder a la oposición oligárquica y proimperialista, como lo hizo el Kirchnerismo con Milei en Argentina-. Pero es preciso advertir que, si bien el golpe fracasó, esa es una estrategia que sigue abierta.

¿Por qué el imperialismo nunca perdonará al Chavismo?

   El Tío Sam nunca perdonará al Chavismo por haber hecho de Venezuela un país independiente. Por desobedecer sus mandatos, denunciar sus atrocidades y organizar la rebelión latinoamericana y del Caribe en su contra. Fue Chávez, junto con Lula y Néstor Kirchner, quien encabezó la derrota del proyecto colonial del ALCA, quien impulsó la creación del ALBA, la UNASUR y la CELAC, agrupaciones que se oponían a la OEA -el «ministerio de colonias» de Estados Unidos-, y, que rechazaron golpes de Estado como el de Zelaya en Honduras o Lugo Paraguay. Chávez firmó el acuerdo Petrocaribe, con el que Venezuela daba a varios países 185.000 barriles diarios a precios preferenciales, 102.000 barriles a Cuba a cambio de médicos y profesores, y brindó crédito a Argentina cuando nadie le prestaba por declarar el default.

   Si bien ninguna de sus medidas representó una ruptura con el capitalismo y ni siquiera industrializó la economía; sí otorgó importantes conquistas a las masas populares, muchas de las cuales se conservan aún hoy después de 2 décadas de bloqueo imperialista y de retrocesos por parte del gobierno de Maduro. En Venezuela, la estatal PDVSA pasó a dominar la producción y la comercialización del petróleo, imponiendo restricciones a las transnacionales. Así el país recuperó ganancias fabulosas -mientras que entre 1996 y 2001 se recaudaron casi 12 billones de bolívares por regalías, nada más entre 2002 y 2003 se recaudaron 15 y ½ billones-, que se destinaron a grandes inversiones en salud y educación. En 2005 la Unesco declaró a Venezuela «Territorio Libre de Analfabetismo». En 2012 la FAO reconoció a Venezuela por la reducción de la pobreza extrema en más del 50 %, ocupando el tercer lugar en América Latina. 

   El chavismo impuso una redistrucción de la renta petrolera que hizo posible que los venezolanos más pobres tuvieran acceso a trabajo, vivienda, salud y educación. Las ganancias de las transnacionales imperialistas, así como, las de los López, los Capriles o los Machado se vieron por ello limitadas; una casa o la universidad para el hijo del trabajador venezolano representaban menos lujos en las vacaciones en Miami de la burguesía parasitaria que había dominado antes el negocio petrolero, el imperialismo y la burguesía tradicional no le perdonan al chavismo que el «régimen» osara ofrecer derechos básicos a las masas aminorando sus privilegios.
 
   Mucho menos le va a perdonar ahora el que, a pesar de toda la presión internacional, Maduro mantenga su apoyo a Rusia contra la OTAN y que condene el genocidio de Israel contra el pueblo palestino.  Ni que se proponga ingresar a los BRICS, y amenace así con ayudar a desequilibrar la hegemonía imperialista en el mundo, sumando sus fabulosos recursos en hidrocarburos y oro al bloque encabezado por China y Rusia que compite con los imperialismos occidentales.

   Por eso el objetivo del imperialismo es derrocar a Maduro e instaurar un gobierno oligárquico que sea su títere. Y para alcanzar ese propósito ha probado todo tipo de medidas, el intento de golpe que acaba de fracasar es sólo una más en su interminable lista de atrocidades.

¿Quiénes son los actuales defensores de la «democracia» en Venezuela?

   Sabemos que pueden existir millones de venezolanos en el mundo, de trabajadores y jóvenes de muchos países, que juzgan actualmente que es correcto alinearse en las filas de quienes dicen defender la «democracia» en Venezuela, o, que tienen dudas y preguntas genuinas sobre lo que ocurre en el país. Para la discusión y la reflexión sobre estas cuestiones vale la pena ubicar algunos elementos históricos y políticos. Por ejemplo: ¿quiénes componen la dirección política de esta nueva cruzada por la «democracia»? 

   A nivel internacional, personajes que han defendido directa o indirectamente las dictaduras militares que encarcelaron, reprimieron y asesinaron  a miles de personas -con el auspicio de la CIA y los gobiernos de Estados Unidos- para defender los procesos de privatización y entrega de los recursos nacionales a las potencias imperialistas (Mauricio Macri y Javier Milei en Argentina o Jair Bolsonaro en Brasil); paladines de la libertad y orden que han sido impulsores, financiadores o defensores políticos de bandas paramilitares que han matado con sevicia a miles de personas, particularmente a la población campesina, para desplazarla de sus tierras e imponer sus intereses económicos en países como Colombia (Álvaro Uribe y su ministro de defensa y después presidente y nobel de paz Juan Manuel Santos); o, gobiernos que nadie ha elegido, como el de Dina Boluarte en el Perú, que se ha mantenido en el poder reprimiendo y asesinando a quienes protestan en su contra. Como queda apuntado sus credenciales «democráticas» vienen manchadas de sangre y de intereses económicos que no son los de sus respectivos pueblos.     

   A nivel interno, la llamada «oposición venezolana» no nació ayer, tiene años de existencia y de agencia política en el país. Sin dar cuenta del período anterior a la llegada de Hugo Chávez al poder, podemos recordar algunos de las acciones que estas direcciones políticas han impulsado para defender la «democracia»: encabezaron un golpe de Estado contra Chávez en 2002 -que fue derrotado por el pueblo trabajador en las calles-; entre 2002 y 2003, paralizaron la economía con la «huelga del petróleo» exigiendo nuevamente la caída del gobierno; en 2013, tras perder las elecciones presidenciales con Henrique Capriles como candidato, llamaron a tomar las calles para derrotar al «régimen», dando vida a las «guarimbas» -grupos de manifestantes antichavistas que desplegaron toda una ola de violencia que incluyó la quema de hospitales y clínicas en las que trabajaran médicos cubanos-, estos grupos se mantuvieron promovidos y financiados por sectores de la burguesía venezolana y por el imperialismo y asesinaron a personas como el joven Orlando Figueroa en 2017, quemándolo vivo por «chavista» y por «negro»; en 2019 la oposición fue la gestora de la autoproclamación como presidente de Juan Guaidó -un asambleísta que nunca fue candidato a la presidencia y por tanto nunca recibió un voto para ser electo, lo cual no tuvo ningún reparo democrático, de parte de la inmensa mayoría de los gobiernos imperialistas como España, Francia, Reino Unido, Alemania, Estados Unidos y Canadá, para reconocerlo como presidente, por supuesto el uribista Duque en Colombia y Bolsonaro también lo reconocieron-;  en 2020 sectores de la oposición desarrollaron una intervención militar con mercenarios gringos, exmilitares venezolanos y con el apoyo de paramilitares colombianos para derrocar a Maduro que llamaron operación Gedeón, que fracasó estrepitosamente.  

   El carácter «democrático» de los actuales dirigentes opositores queda expresado en posiciones como la de María Corina Machado que en 2018 en sus redes sociales pidió a Benjamín Netanyahu, el carnicero actual del pueblo palestino y primer ministro de Israel, una intervención militar, y que también llamó desde Panamá a EEUU a invadir Venezuela.

Estados Unidos el mortífero defensor de la democracia

   Los otros grandes abanderados de la causa «democrática» en Venezuela han sido los Estados Unidos. En 2015 el gobierno yanqui ubicó a Venezuela como una «amenaza para su seguridad nacional», y pasó a recrudecer las sanciones económicas en su contra, llegando a establecer más de 900, que impiden desde la comercialización con Venezuela de materiales básicos para la producción petrolera hasta medicinas y alimentos que se entregarían por medio de programas asistencialistas a la población más pobre. El objetivo ha sido la asfixia de la economía del país. Este tipo de política gringa no es una novedad histórica. Según documentos desclasificados del gobierno de Estados Unidos que han sido publicados en los últimos años, tras el triunfo de la revolución cubana en 1959, se inició la política que conduciría al infame bloqueo económico contra la isla, sus propósitos eran: «debilitar la vida económica de Cuba. (…) generar grandes avances en negar dinero y suministros (…) que se reduzcan los salarios reales y monetarios y así ocasionar hambrunas, desesperación y el derrocamiento del gobierno» .

   Esa «democrática» campaña para hambrear al pueblo trabajador en Cuba se repitió nuevamente en 1970, en este caso en contra de los chilenos, que se atrevieron a darle el triunfo en las elecciones a Salvador Allende, el candidato que se oponía a los intereses gringos en ese país. El presidente Richard Nixon pidió a su asesor de seguridad Henry Kissinger «hacer chillar la economía» chilena para desestabilizar al futuro gobierno, y luego exigió «patear a Chile en el trasero» por la nacionalización del cobre. Seguramente, en algunas décadas, conoceremos los documentos secretos que afirman cosas muy similares sobre el chavismo y Venezuela. 

   Por ahora, conocemos varios hechos. En 2019, el «democrático» gobierno Trump reconoció al autoproclamado «presidente interino» Juan Guaidó y conminó a otros países a hacer lo mismo, al menos unos 60 gobiernos lo hicieron; todos ellos pasaron a «confiscar» o «congelar» los activos venezolanos en el extranjero -industrias, cuentas bancarias y oro. Por ejemplo, el oro venezolano depositado en el Banco de Inglaterra por valor de 2.000 millones de dólares-. Las transnacionales imperialistas que fueron expropiadas por el gobierno Chávez aprovecharon estas circunstancias para presentar demandas de indemnización contra Venezuela para «cobrar» sus «pérdidas» por los activos confiscados. La oposición venezolana con su «presidente interino» no se opuso, al contrario, facilitó el saqueo. 

   En ese marco, en 2023 la oficina de control de activos extranjeros gringa anunció la «expropiación» de Citgo, filial en Estados Unidos de la empresa estatal Petróleos de Venezuela (PDVSA). CITGO estaba valorada en 8.000 millones de dólares y producía beneficios anuales de 1.000 millones de dólares. En 2024 han anunciado que subastarán Citgo. La empresa estaba bajo control de la oposición y ha sido entregada para subasta a beneficio de transnacionales estadounidenses y canadienses. Es claro al servicio de quienes está la oposición venezolana. 

   Según cálculos de ONGs que denuncian el boqueo económico a Venezuela entre 2015 y 2022 se dejaron de producir 3.393 millones de barriles de petróleo, equivalentes a 232 mil millones de dólares, así mismo, se han «retenido» y «confiscado» (léase robado) más de 22 mil millones de dólares en bancos internacionales y «organismos multilaterales». La crisis económica en Venezuela, que ha causado inenarrables sufrimientos al pueblo venezolano, es consecuencia directa de estas acciones, ha sido prefabricada por el imperialismo de los Estados Unidos y la burguesía opositora. Los que reclaman que haya «democracia» en Venezuela son los mismos que le negaban los derechos democráticos básicos al pueblo trabajador en el país: el derecho al trabajo, a la salud o a la alimentación -y no tendrían problema en volverlo a hacer si llegan nuevamente al poder-. «Democracia» para la burguesía imperialista y opositora es que ellos tengan el derecho a enriquecerse con los recursos y el trabajo de los venezolanos, no les importa el hambre y la muerte del pueblo pobre, defienden exclusivamente sus intereses como aves de rapiña. 

   A los Estados Unidos no les importa el pueblo trabajador venezolano ni la democracia, les interesa el petróleo que está en el subsuelo del país. Laura Richardson -general jefa del Comando Sur de Estados Unidos- ha comentado en varias ocasiones por qué es importante América Latina para Estados Unidos. Sobre Venezuela ha señalado: que tiene la concentración de «las reservas de petróleo más grandes», «tiene petróleo, cobre, oro». Para Richarson el principal problema de Estados Unidos en Venezuela no es la «democracia», sino el respaldo y la presencia de China y Rusia como competidores por los recursos, si pudieran imponer una dictadura, lo harían como muchas otras veces (como hicieron en Chile y en Argentina, en toda centro América), con tal de asegurarse el acceso a esos recursos, no en vano han sostenido por décadas a las monarquías petroleras de medio oriente sin sonrojarse siquiera. 

Los marxistas revolucionarios y la democracia burguesa

   Los marxistas revolucionarios no defendemos la democracia burguesa como un fin en sí, la defendemos en cuanto es un régimen que beneficia las posibilidades de organización y movilización de la clase obrera para luchar contra el sistema capitalista. Por eso la defendemos de cualquier intento de golpe militar, pero no porque la consideremos el mejor de los mundos posibles, todo lo contrario, la democracia burguesa es un régimen político del sistema capitalista -es la democracia de los ricos-, y por tanto diseñado para garantizar la explotación de los trabajadores. Los marxistas revolucionarios luchamos por imponer el socialismo, y con él al régimen político de la democracia obrera.

   Pero las tareas democrático-revolucionarias de la clase trabajadora en los países atrasados van mucho más allá, implican también la lucha por la reforma agraria y la lucha por la liberación nacional. Los defensores progresistas e izquierdistas de la democracia -como Lula y Petro- omiten esas tareas democráticas, que hacen parte del proceso revolucionario hacia la destrucción del sistema capitalista-imperialista en todo el mundo. Por eso, cuando el imperialismo arremete contra un país atrasado como Venezuela, acusando de dictador a un gobierno independiente que le opone resistencia, hacen causa común con el «democrático imperialismo» que violenta sistemáticamente el derecho democrático de ese país a autodeterminarse. 

   Olvidan también, al llamarlo dictador -por muy bonapartista o represivo que pueda ser un gobierno independiente- que los dictadores que hemos conocido han sido impuestos o ayudados a establecerse por el imperialismo, justamente porque son defensores acérrimos de sus intereses en nuestros países, para lo cual desaparecieron, reprimieron y asesinaron a miles de luchadores obreros y populares. Al respecto, es curioso que estos defensores progresistas y de izquierda de la democracia -al igual que los gobiernos imperialistas- no acusaran de dictador a un gobierno como el de Uribe o el de Duque en Colombia que, siendo gobiernos electos formalmente, promovieron carnicerías sistemáticas contra el pueblo trabajador. El problema de fondo de estos progresismos es su horizonte ideológico no revolucionario -no digamos socialista, sino siquiera democrático antimperialista-, su entrega total a la democracia burguesa y su anhelo de congraciarse con el imperialismo.

Todo lo que no avanza retrocede

   Esa es una ley de la historia y de la lucha de clases. El Chavismo, desde la época de Chávez, tenía dos opciones, tratar de negociar y convivir con la oligarquía y con el imperialismo o avanzar hacia el socialismo. Optó por la primera y los resultados están a la vista, en lugar de profundizar la dinámica de la expropiación de las empresas capitalistas e imperialista y de socializarlas en bien de todas las masas trabajadoras y de monopolizar el comercio exterior, ha intentado convivir con la inmensa mayoría de la oligarquía venezolana y hasta ha propiciado la emergencia de nuevas capas de ricos, así dejó a la economía nacional vulnerable a los ataques internos y externos. En lugar de atacar a los ricos ante el embate del agresivo bloqueo, ahora Maduro terminó no sólo devolviendo muchas empresas expropiadas por Chávez, sino también atacando a las mismas masas aplicando especie de planes de ajuste, y haciéndose más bonapartista, más represivo.

   La principal crítica, y la lección más importante con respecto al proceso venezolano y al de otros semejantes en el continente, es justamente esa, que al no avanzar hacia el socialismo terminó retrocediendo.

Una vez más en defensa de Venezuela

   Cuando Estados Unidos y los otros países imperialistas dicen que están defendiendo la «democracia» lo que están defendiendo son sus intereses económicos, todo gobierno que se haya opuesto a ellos, que haya obstruido en algo el saqueo indiscriminado de sus países, ha sido históricamente perseguido y se han implementado en su contra todo tipo de campañas y políticas para desestabilizarlo o se han dado golpes de Estado, mediante los cuales se impusieron todas las dictaduras militares en décadas pasadas. El chavismo ha tenido una política independiente y de denuncia del imperialismo en Venezuela y aún más, en la región, y en la actualidad, a pesar de todos los retrocesos acaecidos bajo los gobiernos de Maduro, a pesar de su reciente acercamiento con el gobierno de Biden, propuesto por el mismo imperialismo para disponer de una parte del petróleo venezolano a través de Chevrón, para tratar de regular los precios del mercado mundial del petróleo en disputa con la OPEP y con Rusia, en medio de la guerra de la OTAN con Rusia, Maduro ha mantenido su apoyo a esta, y hasta ha permitido la visita de buques de guerra rusos, lo que representa un peligro y una grave afrenta para los yanquis, cuya estrategia sigue siendo derrocarlo, acabar con la soberanía nacional de Venezuela e instaurar un gobierno títere. 

   Para nosotros, como luchadores por la revolución socialista, la lucha contra el imperialismo es la principal tarea democrático-revolucionaria. El imperialismo es el principal enemigo de la humanidad, de los trabajadores y de los pueblos oprimidos del mundo. Por ello nos ponemos del lado de la defensa de la soberanía de Venezuela, pues entendemos que lo que está en curso es una nueva fase de agresión imperialista a este país y a su gobierno, que seguimos entendiendo como un «gobierno independiente» del imperialismo, razón por la cual es atacado incasablemente por él. 

   Sabemos que como consecuencia de las sanciones económicas el gobierno de Maduro ha tendido a hacerse más bonapartista, más intolerante hacia a las disidencias y más represivo con las movilizaciones de trabajadores. Pero, no caemos por ello presos de la campaña de intervención imperialista en el país, orquestada por Washington y la oposición burguesa de ultraderecha. Lo que hemos visto las últimas semanas es que han intentado dar un nuevo golpe en contra del gobierno de Maduro y que de nuevo han fracasado. 

   Fracasan porque el chavismo aún tiene apoyo popular en Venezuela, fracasan porque no han logrado dividir a las fuerzas militares, porque el imperialismo no tiene correlación de fuerzas suficiente en los gobiernos de la región para ir más allá, fracasan por la debilidad del imperialismo -atascado en su guerra contra Rusia y comprometido por su apoyo al sionismo- que le impide en lo inmediato promover una medida de fuerza a gran escala; fracasan por el respaldo China, Rusia e Irán a Maduro. Así mismo, porque internamente la economía venía mejorando y para muchos venezolanos trabajadores y de clase media, y hasta para sectores de la burguesía, un gobierno de la oposición sería un salto al vacío -lleno de violencia y sangre- que prefieren evitar. 

Maduro, la peor dirección para defender la independencia de Venezuela

   Para nosotros lo que sigue en juego en Venezuela es una lucha por la liberación nacional, y en ella deberíamos estar todos aquellos que realmente defendamos los derechos democráticos básicos -trabajo, salud, educación-. En esta trinchera debemos estar los trabajadores, las direcciones políticas, sindicales y sociales para hacer frente a la campaña de intervención imperialista en Venezuela, necesitamos responder a ella en todos los ámbitos -el de la cultura, el del trabajo, del activismo social, estudiantil, sindical o político-. Si los gobiernos de China y Rusia apoyan al gobierno de Maduro deberían destinar fondos y hacer concesiones económicas para que el pueblo pobre en Venezuela no sufra las consecuencias del bloqueo y la asfixia económica.  

   El gobierno de Maduro no es nuestro gobierno, e insistimos en que es la peor dirección para la lucha por la defensa de la soberanía nacional de Venezuela, nosotros estamos por un gobierno de los trabajadores y el pueblo pobre, por una dictadura revolucionaria del proletariado. Sin embargo, por todo lo dicho, no capitulamos a la campaña mundial del imperialismo que clama «democracia» y dice «abajo el dictador Maduro» ni nos ubicamos como su pata izquierda, como hace la inmensa mayoría del progresismo latinoamericano -encabezado por los gobiernos de Lula y Petro, que levanta, palabras más, palabras menos, las mismas consignas sin bochorno alguno-.

   Lo que nos diferencia de todo ellos es que seguimos defendiendo desde esta tribuna la más férrea lucha antimperialista, pero también, que para nosotros el régimen «democrático» es un régimen de clase, de la clase capitalista, y, por ello, es realmente una dictadura de los poderosos y una trampa para ilusionarnos en que podemos solucionar nuestros problemas votando cada cuatro o seis años, de allí que no nos ocupemos de hablar de las famosas actas en las pasadas elecciones, pues entendemos que el asunto es parte de la trampa y de la campaña imperialista mundial.  

   Las características de país independiente que aún conserva Venezuela -así estén en condiciones decadentes por las concesiones realizadas por Maduro al imperialismo-, fueron posibles también por la movilización de las masas, defendidas por los trabajadores y el pueblo cada año, cada mes, cada día contra los ataques por todos los flancos impulsados por el imperialismo norteamericano y la burguesía cipaya. Sería un gran retroceso político y una medida criminal entregar el poder a los gestores históricos de los golpes contra el país. El discurso «democrático» del progresismo es la polea de transmisión de la capitulación a la dictadura del imperialismo.  

   Para defender la democracia en Venezuela hay que lograr la liberación nacional, expropiar por completo a los burgueses golpistas y a las transnacionales imperialistas, echar atrás la dolarización y avanzar hacia el socialismo, para eso es preciso apoyarse a fondo en las masas obreras y populares y otorgar plenas libertades a las organizaciones de trabajadores.


23/6/24

La Argentina convertida en la carroña del capital financiero internacional

 


   A partir del último 13 de junio, el presidente argentino, Javier Milei, está más cerca de contar con una ley (la Ley Bases) que facilitaría el plan de saqueo de recursos, de privatización del patrimonio público y de superexplotación de los trabajadores; en síntesis, una ley a medida de los negocios y la acumulación de ganancias del sector más minoritario y más rico, el empresarial-monopólico-financiero internacional y nacional, en medio de una creciente crisis del sistema capitalista-imperialista mundial.
   Desde que Milei asumió su mandato presidencial, la Argentina entró en terapia intensiva: inflación, aumentos descontrolados y constantes de productos y servicios básicos, salarios atornillados al piso, recesión, aumento de la desocupación, de la pobreza y de la indigencia. 
  Sobre el enfermo terminal revolotean los buitres hambrientos. Huelen la sangre y aprovechan la oportunidad para lanzarse y arrancarle los trozos al cadáver. En cada vuelo de aproximación al banquete anhelado, los festejos se oyen cada vez de forma más nítida. Con los niños mal alimentados, con millones de jóvenes sin estudios ni salida laboral y los ancianos abandonados a su suerte, la carroña satisfacerá la codicia de los capitales más audaces, como se señala en los medios:
   “El mercado festeja la aprobación de la Ley Bases, los bonos ganan el 5% y las acciones suben hasta el 9%… los bonos saltan hasta el 13%…”
   En los medios, en las primeras horas del jueves, los titulares reflejaban el festejo de los mercados por la votación reñida que dio el visto bueno a la Ley Bases en el Senado, acompañadas por las imágenes de personas sofocadas por el gas de la represión policial en los alrededores del Congreso.
   Cuando todavía no habían terminado de disiparse la nube tóxica humeante del gas pimienta y de las batallas del pueblo en la calle, en las cuevas de Wall Street ya se relamían alborotados, y en el gobierno, las sonrisas banales de Victoria Villarroel, Javier Milei y Patricia Bullrich celebraban la represión y las facultades “delegadas” otorgadas por esta votación del Congreso.
   La mayoría de los integrantes de la clase política, empresarial, sindical, institucional (el Congreso y el Poder Judicial) han favorecido el ejercicio de la crueldad de la motosierra mileísta. Desde los primeros días en que estos buitres se asomaron en los balcones de la Rosada, le ofrecieron los instrumentos y mecanismos políticos de la gobernabilidad, entre otros, dejaron correr el DNU/70, primer decreto de necesidad y urgencia, vigente en la actualidad.
   El anticonstitucional decreto, tan denostado, criticado y en parte judicializado, permitió en este período de tiempo avanzar con las medidas desregulatorias, que facilitaron el aumento de los precios de los alimentos, de la energía, del transporte y de la medicina, además de los recortes presupuestarios (para alcanzar el déficit cero) que precarizan la educación, la salud, las obras y la infraestructura públicas, al tiempo que desfinancian la ciencia, la cultura y los organismos de control social, sanitario y de servicios. Esta restricción de fondos públicos perjudicó aún más la ayuda social insuficiente por la disparada de los precios, dejando a los niños sin el vaso de leche y a los jubilados y los enfermos crónicos sin acceso a sus tratamientos de salud.




   El aumento de la pobreza y de la desocupación es la condición necesaria para que el capital financiero internacional mire con buenos ojos a Milei y su camarilla en el poder. El gobierno nacional recibió también elogios estimulantes, como los del magnate Elon Musk que señaló, “Si no frenan a Milei, la Argentina tendrá crecimiento y prosperidad como no tuvo en los últimos 100 años… Argentina tendrá un crecimiento masivo de la economía”, acompañado por el aplauso de la casta empresarial monopólica y financiera.
   Bajo la imposición de las actuales penosas condiciones sociales para el pueblo trabajador, la convocatoria (retrasada) para el Pacto de Mayo que pretende firmar Milei con aquellos que apoyen explicitamente esta Ley Bases, es un simple decorado en el escenario abierto por el gran acuerdo nacional vigente, entre la mayor parte de los integrantes de la clase política, empresarial, sindical e institucional del país, con el plan de endeudamiento del FMI y con la llamada “economía bimonetaria” (resultado directo del sometimiento creciente del país a la moneda del amo imperialista, el dólar de los Estados Unidos). Este acuerdo es presentado bajo otros discursos (como el de los que prometieron no aumentar la pobreza para cumplir con el FMI), pero en el fondo coinciden con Milei en que los planes colonizadores de endeudamiento del Fondo deben cumplirse, que la deuda externa debe pagarse.
   La gobernabilidad lograda por la camarilla mileísta se construye en el marco de esta coincidencia: que los planes de ajuste del FMI hay que cumplirlos, que no quedan alternativas. Esta camarilla bajo el mando del “anarcocapitalista” Milei, pretende bajar el llamado déficit de la balanza de pagos achicando los gastos del estado y hasta sobrecumpliendo las metas del plan de ajuste del FMI, con superávit fiscal, con más reservas en el Banco Central, etc.; en síntesis, ejecuta las órdenes del capital. A Milei le falta decir que los cumplirá “caiga quien caiga”, pero anticipó que de ahí no lo mueven.
   El presidente de la Argentina sostiene que el estado en su totalidad es una pesada carga fiscal burocrática, fuente de corrupción, y que por eso habría que liquidarlo; sin embargo, se aferra más que ningún otro gobierno de la democracia a la máquina estatal (Fuerzas Armadas, Gendarmería, Prefectura, Policía Aeroportuaria, Policía Federal y Poder Judicial) para reprimir a los trabajadores cuando estos pelean para lograr alguna mejora efectiva de su situación. Milei también se aferra a la máquina estatal para redirigir las partidas presupuestarias y los fondos públicos para beneficio de los terratenientes, los monopolios, la banca y el capital financiero. También los utiliza para sobornar y comprar voluntades en la acción parlamentaria, (cómo se explica que con solo siete senadores de LLA haya logrado los más de treinta votos para aprobar la Ley Bases en el Senado). Allí funcionaron los negociadores con los sobres llenos de dinero, de privilegios y de otros favores o prebendas. Partidas de dinero que les retiraron a los comedores barriales, a los hospitales, a las escuelas. No se necesitan cámaras ocultas para verificarlo.

   En manos del capital, y en nombre de la defensa de la propiedad privada: las libertades, el parlamento, el sistema electoral o los servicios de educación, salud y vivienda públicos, conquistas sociales que en alguna etapa histórica significaron un progreso desde el punto de vista del desarrollo mundial de la sociedad, no avanzaron hacia una república igualitaria sino todo lo contrario, a una sociedad basada en la esclavitud asalariada, donde una minoría cada vez más rica se apropia de los bienes de la mayoría trabajadora y los recursos del país.
   En la Argentina semicolonizada –aunque haya recibido el merecido título del “granero del mundo”–, la mayoría de los niños, millones de ellos, pasan hambre, y los ancianos se mueren. Estos últimos seis meses del gobierno de la camarilla de Milei, fiel servidora del capital y del amo imperialista, constituyeron el escenario de la ejecución de un billonario robo a los bolsillos de los trabajadores por parte de los capitales y grupos empresariales concentrados nacionales y los fondos financieros internacionales, con el aval del FMI y de la “casta política, empresarial, sindical, institucional”.
   Los buitres iniciaron su banquete y van por más.