Combate calle por calle, a cara descubierta y pecho gentil, miles de jóvenes trabajadores, de jóvenes estudiantes -a los que se sumaron personas mayores- enfrentaron a la policía sin descanso, piedras contra balines de goma, gases y cañones de agua, hasta que la policía –en un hecho inédito- levantó la bandera blanca. Una escena nunca vista, que dejó perplejos a los miles de televidentes que veían en directo la humillación policial. Pasaron varias horas en que todo el centro de Asunción quedó bajo control de los manifestantes.
De la euforia triunfal surgió la entusiasta tarea de no parar, de ir por todos, no podía ser un acto de un solo día. Bronca y repudio en cada grito, hartazgo ruidoso, la decepción por los principales partidos quedó expresada en la consigna de «que se vayan todos».
Las movilizaciones diarias exigen “que se vayan todos”, “que no quede ni uno solo” en alusión a que no continúe la línea sucesoria y “colorados nunca más” contra el partido que gobierna el país hace 70 años. Todo esto es aprovechado por los partidos de la oposición para plantear, como salida a la crisis, el juicio político para destituir al presidente y a su vice presidente (5) y convocar a elecciones anticipadas. Pero para proceder al juicio político, la oposición debe sumar a algunos del movimiento interno del Partido Colorado, liderado por el ex presidente Horacio Cartes, que hasta el momento no está de acuerdo con esa política.Hay que cambiar todo es el grito de la calle
La protesta pide ¡Que se vayan todos!, y la oposición responde con “nuevas elecciones” que solo servirá para que vuelvan pronto los mismos de siempre.
La lucha ya ha conseguido los primeros triunfos y hay que seguir en esa línea. No parar hasta que todos los hospitales tengan medicamentos e insumos. Hasta que todos estén vacunados. Este gobierno solo aplica parches. Hace anuncios para distraer. Cambia algunos ministros para calmar las aguas. Pone como ministro de salud a un viceministro de la misma administración desastrosa. En vez de que a dedo designe Marito, ¿no podrían los trabajadores de la salud y los usuarios de los principales hospitales, en asamblea designar un ministro de confianza? Tendría más legitimidad y lo mismo puede hacerse con el manejo del presupuesto de salud, que se discuta en las asambleas de los gremios de trabajadores de la salud, y así poner fin a los despilfarros, la corrupción y la desidia.
La masa que lucha en las calles está conformada en una mayoría aplastante por «millenials», que entraron a la política de la mejor manera, por la vía de la acción directa.
Esa isla rodeada de tierra
El Paraguay es un pequeño país de 465.752 Km2 y poco más de7 millones de habitantes, que se encuentra entre dos gigantes como Brasil y Argentina, mediterráneo, históricamente aislado. El gran escritor paraguayo Augusto Roa Bastos lo llamó una «isla rodeada de tierra». Casi nunca es noticia en los medios internacionales. En los últimos 70 años ha sido gobernado por un partido, la Asociación Nacional Republicana (ANR), Partido Colorado, incluyendo 35 años de la dictadura de Stroessner. La única excepción fue el gobierno de Fernando Lugo (2008-2012) derrocado por un golpe parlamentario. Su PIB es 42.826 millones de dólares, en mayor medida producto de la exportación de soja y carne. Pero posee dos tesoros muy mal administrados y fuente de privilegios y de alta corrupción: las hidroeléctricas de Itaipú (con Brasil), la más grande del mundo y la de Yacyreta con Argentina.
Cómo comenzó todo
El telón de fondo de la explosión social -que comienza a tener reverberación en otras ciudades del país- es la combinación de la doble calamidad que azota a nivel internacional: la crisis económica y la pandemia, que golpeó a los trabajadores asalariados suspendidos o despedidos, a los trabajadores por cuenta propia y a las pequeñas y medianas empresas, muchas de las cuales quebraron y cerraron sus puertas.
El desempleo y el subempleo, que ya era considerable antes, pegó un salto gigantesco con la pandemia, su aumento ha golpeado mayoritariamente a los jóvenes.
Una cuarentena muy temprana con el objetivo de retardar el proceso de contagio y –supuestamente- ganar tiempo para equipar el pobre sistema de salud del Paraguay, con la compra de camas para terapia intensiva, medicamentos e insumos, equipos de bioseguridad para el personal de blanco, al principio causó simpatía. Y la población en general se disciplinó a las restricciones y medidas de cuidado sanitario.
El grado de contagio era el menor de América en ese momento, Paraguay admirado, el gobierno bailaba en una pata. Pero la tragedia económica, sumada a la corrupción, a la falta de las inversiones en salud prometidas, dejó al descubierto que la cuarentena no fue sino tiempo desperdiciado que llevó a la ruina a miles de trabajadores y pequeños empresarios, mientras el sistema de salud seguía sin ponerse a la altura de las necesidades previsibles.
Las desgracias para los trabajadores no vinieron solas, a la falta de trabajo se sumaron los enormes gastos de bolsillo de los enfermos en los hospitales, no sólo escasearon medicamentos para el Covid_19, sino para todo tipo de tratamiento, al mismo tiempo las farmacias triplicaban y hasta cuadruplicaban el precio de venta al público. La población en general comenzó a ver una conexión entre la escasez pública y los sobreprecios de las farmacias privadas.
La mecha de la explosión
La movilización metió en una severa crisis política al gobierno, muy cuestionado casi desde el inicio de su mandato, por varios hechos. Uno de ellos, tras descubrirse un acta secreta de negociación con el gobierno brasileño sobre la hidroeléctrica binacional de Itaipú de la que el país vecino saca enormes beneficios a costa del Paraguay, que concedía nuevos beneficios al Brasil contrarios a los intereses de la población paraguaya. El pacto del presidente Abdo con el ex presidente Horacio Cartes –de fuerte influencia en el Parlamento-, lo salvó en ese momento (2019) del juicio político.
El odio de las masas hacia el gobierno se debe a un acumulado de varias arbitrariedades. El ministro de Educación, Eduardo Petta, ya estaba en la mira de la ira popular, desde su nombramiento. En un negociado indignante compró de una editora ad-hoc libros escolares llenos de errores y se negó a devolverlos. Siguió cosechando antipatías al encomendar a pastores evangélicos “el tratamiento de la salud mental de los escolares”. Las escuelas se caen a pedazos y no tienen garantía de seguridad sanitaria, pero por la presión de los empresarios de la educación privada, aceleró arbitrariamente el inicio de las clases presenciales y los contagios explotaron a los 3 días del inicio del año lectivo.
El ministro de obras públicas, con una amplia campaña en las redes sociales, mostró una pasarela peatonal con un costo de dos millones dólares –que no vale ni un cuarto- en el mismo momento en que los trabajadores de la salud no tenían ni tapabocas.
El imperialismo dio rienda suelta para que el gobierno de Abdo Benítez acceda rápidamente a dinero fresco. El exceso de liquidez en las finanzas yanquis debía canalizarse a cualquier sitio, no importa cuán corrupta sea su utilización, la banca imperialista siempre ve en la crisis una oportunidad. Así llegó a las manos del gobierno paraguayo 1.600 millones de dólares para enfrentar la pandemia, bonos cotizados en Wall Street. Con ello, lo primero que hizo fue orquestar un negociado, compras de insumos inadecuados y caros a través de empresas del entorno, se despilfarraron millones de dólares, se devolvieron las compras incorrectas, se perdió parte del pago y no se equiparon los hospitales.
Todavía no se ejecutaba todo el presupuesto, pero no se abastecía de insumos, faltaban fármacos básicos, colapsaban los hospitales, miles de familias haciendo campañas de solidaridad entre sus allegados para comprar medicamentos que la salud pública debía proveer. Imposibilitadas las familias de trabajadores, el pueblo pobre e incluso los de clase media, muchos de ellos hipotecaron sus casas, vendieron sus vehículos, se endeudaron.
Comparando con otros países de la región, que desde diciembre o enero se encuentran vacunando, el gobierno paraguayo muestra claramente una deficiente gestión. En febrero, han llegado apenas unas 4.000 dosis de la vacuna Sputnik V, y ya se ha pagado por 1.000.000 de dosis. Las 4.000 que arribaron estuvieron destinadas sólo para médicos, personal de enfermería y de limpieza de las unidades de terapia intensiva (UTI) y ni siquiera cubría totalmente a la primera línea del personal de blanco de los hospitales. La ineficiencia de la gestión es evidente y criminal.
Otro duro cuestionamiento al gobierno y su entorno recayó sobre el ministro de agricultura, quien fue denunciado por un turbio negocio con la merienda escolar, de los tiempos en que fuera gobernador del Departamento del Guairá. Empresas de familiares y amigos habían lucrado con la alimentación de mala calidad de los escolares, quedándose el ex gobernador con el 80% de la facturación. Peor aún, en plena pandemia, sus empresas ganaban de nuevo una licitación para el mismo negocio.
En medio de la crisis económica y sanitaria, salió a la luz un acuerdo secreto realizado con Juan Guaidó quien intentaba apoderarse de activos de PDVSA a cambio de jugosos sobornos. Paraguay había comprado petróleo financiado de Venezuela, con la cual mantiene aún una deuda millonaria. El hecho afectaba directamente al Jefe de Gabinete del presidente Mario Abdo Benítez, encargado de la negociación que le posibilitaría a Paraguay pagar un menor monto que el real de la deuda, más coima para el intermediario. Más leña para el fuego, aunque todavía faltaba el encendido.
Las declaraciones de los empresarios del transporte que con el guiño del gobierno anunciaron un paro patronal para exigir la suba de pasajes, hizo que el odio de la juventud aumentara y llamara a movilizarse contra el tarifazo del bus.
Pero el verdadero detonante de la movilización es el escándalo del INERAM (el hospital de referencia para enfermedades respiratorias). Los noticieros difundieron la dramática situación de los familiares de internados, que reclamaban la falta de medicamentos y que al necesitarse con urgencia se veían obligados a comprar en las farmacias a precios inflados e incluso en el mercado negro, donde se vendían medicamentos que eran adquisiciones de los hospitales públicos. Según los testimonios de los familiares, el gasto en dichos fármacos sumaban un total entre 300 y 450 dólares por día, claramente imposible de solventar por las familias de trabajadores ni incluso de clase media, que desesperados, llorando relataban su desgracia.
Los hospitales colapsados, la falta de remedios incluso para tratamientos que no tienen que ver con el Covid_19, agravó la tensión y surgió espontáneamente en las redes el llamado a movilizarse bajo los hashtag #EstoyParaElMarzo2021 #EsteMarzoNadieSeCalla. Y se puso fecha y hora: viernes 5 a las 18.00 horas frente al Congreso Nacional. De ahí en más ya fue una bola de nieve, adhesiones de miles de internautas, periodistas, deportistas, barras bravas de clubes y tímidamente –más tarde- algunos referentes de partidos políticos llamaban a sumarse con las consignas de ¡Fuera Marito! (1) ¡Juicio político! ¡Martirio de la Gente! (2), ¡Que se vayan todos! La crisis sanitaria superó a la bronca por la suba del pasaje. No obstante, ante el estallido, los empresarios del transporte rápidamente dieron marcha atrás.
Primeros triunfos
De inmediato cayó la figura más destacada del gabinete, el ministro de salud, que hasta hace poco era una verdadera estrella porque el país era el que tenía menos contagios. Pero la corrupción, la falta de inversión, la enorme dilapidación del tiempo de cuarentena que arruinó a miles pero que no sirvió para equipar los hospitales ni para proveerse de insumos para los momentos críticos, hizo cambiar 180° el ánimo de los trabajadores y el pueblo.
Cayeron también el director del Instituto de Previsión Social (IPS), el ministro de educación, la ministra de la mujer y el ministro jefe de gabinete.
La lucha hizo que milagrosamente aparecieran los medicamentos e insumos en varios hospitales y el gobierno, presionado por las movilizaciones, procedió a una gestión urgente para conseguir vacunas como no lo había hecho antes.
Rápidamente los empresarios del transporte decidieron no aumentar los pasajes.
Nada de esto hubiera pasado sin la movilización en las calles.
Crisis del gobierno
La crisis política afecta en primer lugar al gobierno. Las movilizaciones que siguieron todos los días (3), a pesar de la cotidiana represión, piden juicio político o renuncia al Presidente y al Vicepresidente. Y afecta al régimen, los principales partidos discuten la salida, la oposición pide juicio político y nuevas elecciones. El partido de gobierno discute entre sus dos principales movimientos internos una negociación para impedir – por el momento- el juicio político. Como primera medida cayeron cuatro ministros, entre ellos el de salud que fue el primero y tuvo el objetivo de descomprimir la primera marcha.
Existe una fuerte pelea interburguesa, desatada en forma de denuncias de corrupción, desde los principales medios de comunicación. Fuertes peleas entre contratistas del Estado enfrentados, proveedores de insumos, constructores viales, los grandes comerciantes e importadores y también mucha presión de sectores burgueses y pequeño burgueses ante el problema de las restricciones por la pandemia. Sin embargo, hasta ahora la burguesía de conjunto prefiere pactar algunos cambios y dejar en pie al gobierno. No cejan las exigencias, ni las amenazas, pero no pusieron aun todo el empeño para derrocar vía juicio político a Mario Abdo.
Tampoco la Iglesia Católica, que es la mayoritaria, está en una posición a favor de la salida del gobierno vía juicio político, sino que haciéndose eco tibiamente de las denuncias sobre corrupción y deficiencias en la gestión, se autopropone como intermediaria para el diálogo entre los jóvenes movilizados y el gobierno.
Las centrales sindicales (4) y las organizaciones campesinas no se encuentran a la vanguardia en este proceso de lucha. Incluso algunas centrales sindicales no convocan a la movilización, se oponen al juicio político y llaman al diálogo.
Existe una fuerte pelea interburguesa, desatada en forma de denuncias de corrupción, desde los principales medios de comunicación. Fuertes peleas entre contratistas del Estado enfrentados, proveedores de insumos, constructores viales, los grandes comerciantes e importadores y también mucha presión de sectores burgueses y pequeño burgueses ante el problema de las restricciones por la pandemia. Sin embargo, hasta ahora la burguesía de conjunto prefiere pactar algunos cambios y dejar en pie al gobierno. No cejan las exigencias, ni las amenazas, pero no pusieron aun todo el empeño para derrocar vía juicio político a Mario Abdo.
Tampoco la Iglesia Católica, que es la mayoritaria, está en una posición a favor de la salida del gobierno vía juicio político, sino que haciéndose eco tibiamente de las denuncias sobre corrupción y deficiencias en la gestión, se autopropone como intermediaria para el diálogo entre los jóvenes movilizados y el gobierno.
Las centrales sindicales (4) y las organizaciones campesinas no se encuentran a la vanguardia en este proceso de lucha. Incluso algunas centrales sindicales no convocan a la movilización, se oponen al juicio político y llaman al diálogo.
Las movilizaciones diarias exigen “que se vayan todos”, “que no quede ni uno solo” en alusión a que no continúe la línea sucesoria y “colorados nunca más” contra el partido que gobierna el país hace 70 años. Todo esto es aprovechado por los partidos de la oposición para plantear, como salida a la crisis, el juicio político para destituir al presidente y a su vice presidente (5) y convocar a elecciones anticipadas. Pero para proceder al juicio político, la oposición debe sumar a algunos del movimiento interno del Partido Colorado, liderado por el ex presidente Horacio Cartes, que hasta el momento no está de acuerdo con esa política.
La protesta pide ¡Que se vayan todos!, y la oposición responde con “nuevas elecciones” que solo servirá para que vuelvan pronto los mismos de siempre.
La lucha ya ha conseguido los primeros triunfos y hay que seguir en esa línea. No parar hasta que todos los hospitales tengan medicamentos e insumos. Hasta que todos estén vacunados. Este gobierno solo aplica parches. Hace anuncios para distraer. Cambia algunos ministros para calmar las aguas. Pone como ministro de salud a un viceministro de la misma administración desastrosa. En vez de que a dedo designe Marito, ¿no podrían los trabajadores de la salud y los usuarios de los principales hospitales, en asamblea designar un ministro de confianza? Tendría más legitimidad y lo mismo puede hacerse con el manejo del presupuesto de salud, que se discuta en las asambleas de los gremios de trabajadores de la salud, y así poner fin a los despilfarros, la corrupción y la desidia.
Hay que luchar para impedir que empiecen las clases presenciales antes de que todos los docentes estén vacunados.
Y hay que luchar para lograr:
• el subsidio a todo desempleado mientras dure la pandemia.
• que sean indemnizados todos los que por causa de la pandemia tuvieron que comprar medicamentos e insumos de las farmacias.
• vacunas gratuitas para todos los trabajadores y sectores populares
• que todos los hospitales privados pasen bajo control estatal mientras dure la pandemia, ¡basta de lucrar con la salud del pueblo!
Es imperiosa la necesidad de lograr la unidad de los que luchan en una coordinadora. Los trabajadores de la salud -los más desprotegidos y los más exigidos- están luchando descoordinadamente. Los docentes que están resistiendo para evitar más contagios con las clases presenciales, también. Los jóvenes movilizados, los trabajadores de la salud, los docentes son los pilares para edificar un fuerte organismo para conducir y fortalecer la movilización.
Si las centrales sindicales se incorporan a la lucha, la huelga general va a ser una nueva herramienta estratégica de las movilizaciones, y si se suman los movimientos campesinos, la protesta adquirirá una dimensión gigantesca que pondrá a la orden del día la discusión de quiénes tienen que gobernar el país.
• que todos los hospitales privados pasen bajo control estatal mientras dure la pandemia, ¡basta de lucrar con la salud del pueblo!
Es imperiosa la necesidad de lograr la unidad de los que luchan en una coordinadora. Los trabajadores de la salud -los más desprotegidos y los más exigidos- están luchando descoordinadamente. Los docentes que están resistiendo para evitar más contagios con las clases presenciales, también. Los jóvenes movilizados, los trabajadores de la salud, los docentes son los pilares para edificar un fuerte organismo para conducir y fortalecer la movilización.
Si las centrales sindicales se incorporan a la lucha, la huelga general va a ser una nueva herramienta estratégica de las movilizaciones, y si se suman los movimientos campesinos, la protesta adquirirá una dimensión gigantesca que pondrá a la orden del día la discusión de quiénes tienen que gobernar el país.
Asamblea Nacional Constituyente y Soberana
Necesitamos que todos los sectores y en especial, los trabajadores, los jóvenes y los campesinos participen en la discusión de los problemas nacionales y resolverlos en beneficio de las amplias capas de la población.
Los trabajadores, los jóvenes, los campesinos no están representados en ninguna instancia donde se discute y se resuelve sobre los planes económicos, los presupuestos de salud y educación, la tarifa del pasaje y las condiciones del transporte público. Tampoco participan a la hora de decidir sobre el régimen impositivo, quiénes tienen que pagar más impuestos y quiénes tienen que pagar menos o no pagarlos. Esas decisiones toman los mismos de siempre.
Necesitamos una Asamblea Nacional Constituyente donde participen los trabajadores, estudiantes, campesinos, jóvenes estudiantes-trabajadores con sus representantes electos democráticamente en los sindicatos, organizaciones campesinas, centros de estudiantes, lugares de trabajo y asambleas de los barrios.
Hoy, los problemas más importantes del país no pasan por las decisiones populares. En las elecciones sólo se eligen a los candidatos de los partidos de las patronales, de los empresarios. Los partidos pequeños o las candidaturas independientes no tienen opción. Tampoco pasan por ninguna instancia de participación popular la decisión de nombramiento de los altos ejecutivos de los ministerios o de Itaipú y Yacyretá, todo es reparto de cargos por negociaciones políticas de los grandes partidos. Todo eso tiene que cambiar.
Los problemas más importantes deben pasar por la Asamblea Nacional Constituyente:
La renegociación del Tratado de Itaipú, la mitad de la energía debe recuperar Paraguay y poner al servicio del desarrollo industrial, del transporte eléctrico y de tarifas reducidas de electricidad para los sectores populares.
El salario de los altos funcionarios y parlamentarios debe cambiar. Ningún parlamentario debe ganar más que el salario medio de un trabajador calificado. Debemos establecer la revocabilidad de las autoridades que no cumplen sus promesas electorales, o que hayan actuado en contra de los intereses de los trabajadores y de las grandes mayorías del país o que hayan perdido la confianza de sus electores.
El pago de la deuda externa no es prioridad, no se debe pagar con la miseria de los trabajadores, no se debe pagar si las escuelas se caen a pedazos y los hospitales colapsan. Antes que nada, utilizar ese dinero para tener terapia intensiva, hospitales equipados, medicamentos e insumos gratuitos. No se puede pagar la deuda externa y mantener a un tercio de la población en la pobreza. Es una decisión soberana que corresponde a los trabajadores y al pueblo.
En Paraguay, los pobres subsidian a los ricos. Las empresas de transporte son subsidiadas con impuestos, las empresas como las telefónicas reciben créditos de los fondos del Instituto de Previsión Social (IPS) (6), los trabajadores subsidian a los empresarios. Los pobres pagan, en términos relativos, más impuestos que los ricos. Urge disponer un régimen impositivo en el cual no exista un mismo porcentaje para el pago del impuesto a la renta personal (IRP), sino que los ricos paguen porcentajes mayores de acuerdo a sus ganancias y abolir el impuesto al consumo, el IVA que se descarga sobre los pobres.
El transporte público en manos privadas es una estafa, costoso para los trabajadores, ineficiente, inseguro, irresponsable. Es urgente replantear un sistema público, eléctrico, amigable con el medio ambiente, barato y eficiente, controlado no por burócratas del Estado sino por asambleas de trabajadores y usuarios.
Ninguna crisis económica la deben pagar los trabajadores, los salarios se deben reajustar conforme a la inflación, nadie en el país debe tener un ingreso menor al salario mínimo acorde al costo de vida. Todo desempleado debe recibir un subsidio que cubra el costo de vida hasta que encuentre trabajo. Ningún trabajador sin seguridad social, ningún ministerio con seguro médico privado VIP, el IPS debe ser para todos y debe pasar bajo control de los trabajadores para poner fin a la corrupción, al despilfarro y la ineficiencia.
Los partidos políticos de los empresarios no quieren esto. Sólo lo podremos lograr con la movilización y a pesar de ellos. Si crece la lucha y se conforma un gran comité de la manifestación popular podemos emprender el camino hacia el cambio social en el país.
Anahí Flores y Gaspar Franco, desde Asunción.
13 marzo 2021
(1) Marito: apodo del presidente Mario Abdo Benítez
(2) En referencia a la consigna electoral de Abdo Benítez que fue “Marito de la gente”
(3) Al escribir este artículo se desarrolla el 8° día de movilización y enfrentamiento con las fuerzas represivas.
(4) En Paraguay el movimiento sindical se halla profundamente dividido, hasta el punto que existen alrededor de 9 centrales sindicales, algunas de ellas muy cercanas a los gobiernos de turno
(5) El rechazo al vicepresidente principalmente es porque estuvo ligado al intento de renegociación fraudulenta con el Brasil sobre un aspecto referido a Itaipú.
(6) la institución de seguridad social y de jubilaciones
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