En los primeros días de enero de 2020 un nuevo ataque de
drones terminó con la vida de los principales jefes militares de Irán, en el
aeropuerto de Irak, en Bagdad. En un inicio, la prensa imperialista se preocupó
por las repercusiones en Oriente Medio, en un clima existente de caos social y
militar. También por las consecuencias de los precios del petróleo en la
economía mundial. Pero pocos denunciaron los «derechos internacionales
violados», el ataque certero dirigido por vía satelital saltando fronteras y
espacios aéreos soberanos, pareciera que no cuenta a la hora del análisis sobre
las consecuencias del ataque. Pocas excepciones a la regla de la no denuncia a
esta invasión a la soberanía y acto de guerra: la primera fue la del gobierno
del Líbano, que consideró la operación estadounidense como «una violación de la
soberanía de Irak y una escalada peligrosa contra Irán que podría aumentar la
tensión en la región», además condenó el asesinato del general Q. Soleimani así
como el de Abu Mahdi al Muhandis número dos de las Fuerzas de Movilización
Popular (FMP) iraquíes en el ataque, país donde se perpetró el asesinato.
Tanto en Oriente Medio como en nuestra región, la mano
asesina del imperialismo estadounidense respaldado por el resto de las
potencias y los gobiernos burgueses de los países semicoloniales se extiende
para socavar la construcción soberana de los pueblos y en particular del pueblo
palestino.
Algunos datos sobre la importancia de este episodio
El asesinato de Soleimani, parece contar con importantes
antecedentes y protagonistas según la prensa crítica de los Estados Unidos. El
magnate Sheldon Adelson, una de las principales fortunas de los Estados Unidos,
dueño de una cadena de casinos y hoteles en Las Vegas y uno de los principales
contribuyentes en las campañas electorales del partido Republicano, es además
lobbysta pro Israel. Ha donado importantes sumas destinadas a preservar el
control de los republicanos en el Senado y para Trump en su carrera a la
presidencia. Según la información, fue quien más presionó a Trump para designar
a John Bolton al frente del Consejo de Seguridad Nacional, en la línea de
empujar a los Estados Unidos a la guerra contra Irán. Aunque estas políticas de
Estado no tienen solo una línea de decisiones, existe un entramado de intereses
y lobbies, que en cada administración buscan la forma de fortalecer su poder e
influencia.
Según la definición de Juan Cole, investigador e historiador
estadounidense, especialista en Oriente Medio (de Informed Comment), John
Bolton es un «criminal demente» empeñado en liquidar todos los acuerdos
nucleares: desde el firmado en 1972 por Nixon y Breznev, siguió con el firmado
por Clinton y los norcorenos, y terminó cuando EE. UU se retiró del acuerdo
firmado por Obama con Irán en 2015. También dejó sin validez el acuerdo firmado
sobre fuerzas nucleares intermedias (tácticas) INF firmado por Reagan y
Gorbachov, y apunta a liquidar el firmado con Rusia (START) un acuerdo sobre
armas nucleares estratégicas que debería renovarse en 2021.
Además considera que una guerra contra Irán, «serviría para
cubrir el flanco oriental de la expansión israelí», que implica la anexión de
Cisjordania, en la lenta pero segura limpieza étnica de los territorios
palestinos ocupados. En línea con ese plan, en mayo de 2019 Trump reconoció a
los Altos del Golán como territorio israelí contra todo derecho internacional.
La web israelí Maariv Online anunció entonces el asalto táctico contra Irán.
Otro antecedente sobre este episodio criminal que en estos
días inaugura el año 2020, lo constituyó la carta dirigida a Trump y firmada
por 76 generales y embajadores retirados en la que se dijo que «la guerra con
Irán ya sea consciente o por error de cálculo, tendrá repercusiones dramáticas
en un Oriente Medio ya desestabilizado y arrastrará a Estados Unidos a otro
conflicto armado con un inmenso coste financiero, humano y geopolítico».
Sea como sea, la voluntad de los halcones de la Casa Blanca
por cambiar el régimen en Irán, no es una línea del gusto de muchos jefes
militares de Estados Unidos, que, como los generales y embajadores retirados,
auguran más caos como resultado. Su argumento es que los verdaderos adversarios
no son países como Irán, cuya capacidad militar es escasa, sino Rusia y China,
países que aprovecharon el caos de estos 18 años para modernizar sus fuerzas,
con miras a «erosionar de forma significativa la ventaja americana en
tecnología moderna», en palabras del entonces Secretario de Defensa, Jim
Mattis, partidario de reorientar el esfuerzo hacia la competición entre grandes
potencias en lugar de concentrarse en el llamado «terrorismo».
Según el analista Michael T. Klare, actualmente hay en
Estados Unidos dos proyectos de guerra, el de Bolton y el de la Marina y los
750.000 millones de dólares del presupuesto previsto para el año que viene
están comprometidos con el segundo proyecto. El Pentágono se inclina más hacia
la doctrina enunciada en marzo por el actual secretario de defensa interino
Patrick Shanahan. «Disuadir o derrotar la agresión de una gran potencia es un
desafío fundamentalmente diferente que los conflictos regionales implicando a
estados gamberros y organizaciones extremistas violentas que hemos afrontado en
los últimos 25 años», dice Shanahan. De todo esto, Klare, deduce que habrá
fuertes reticencias del Pentágono a la «guerra de Bolton», por considerar que
distrae el esfuerzo del principal escenario: un pulso en el Mar de China
Meridional, donde las tensiones ya revisten carácter semanal, el proyecto de la
Marina.
El objetivo militar chino es convencer a los militares
americanos que en un conflicto regional y limitado allá, las fuerzas
aeronavales de Estados Unidos saldrían perdiendo y que por tanto es preferible
no intentarlo. El de los americanos es destruir la capacidad china en los
sistemas de armas conocidos como A2 / AD (Anti Access/Area Denial), la versión
moderna de una muralla china de misiles y recursos electrónicos y espaciales
para cegar al adversario, hundir sus barcos, derribar sus aviones e impedir su
agresión.
El ataque que provocó la muerte del general
iraní Qassem Soleimani, segundo en importancia en la jerarquía del poder de
Irán, ya constituye un hecho de importancia trascendental para el futuro de la
región y de la situación mundial. Además no debería constituir un hecho ajeno al
interés de la clase obrera y de su vanguardia que lucha a diario por sus derechos, aunque estemos del otro lado del planeta.
Cumbre contra el Terrorismo en Bogotá
Como corolario de este episodio y
de sus antecedentes, en los últimos días de enero se desarrolló la cumbre
contra el llamado «terrorismo» designado así por los funcionarios del gobierno
de los Estados Unidos. Una cumbre que
contó con la presencia de ministros y funcionarios de Relaciones exteriores
delegados de veinte países de nuestra región, y como observadores a
representantes de España, Israel y Venezuela. Fue invitado Guaidó
que no representa ni a su familia pero que mantiene el título de
«presidente encargado de Venezuela». Esta cumbre fue la tercera sobre el tema
del «terrorismo», la primera se llevó a cabo en Washington en 2018, y en esta
última, los delegados de los gobiernos americanos avalaron con su presencia la
política asesina del amo del Norte que dentro de la lógica imperialista el
ataque que mató a Soleimani estaría justificado en su lucha contra el
terrorismo, también avalaron al payaso de Guaidó que dice ser jefe de la
Asamblea Nacional venezolana, y fundamentalmente al «criminal demente» Mike
Pompeo quien vinculó —en su empeño de avanzar contra el régimen chavista—, a la
organización de Hezbollah con el gobierno de Maduro:
El régimen de Irán, con su brazo
armado Hezbollah, está en Venezuela y eso no es aceptable.
Para agregar que también la lucha
contra Venezuela, es una lucha por la «democracia»,
el mundo debe seguir apoyado los
esfuerzos del pueblo venezolano de volver a la democracia y de acabar con la
tiranía de Maduro,
Desde el otro lado del Atlántico,
Benjamin Netanyahu, en el Foro Mundial del Holocausto, reforzó la campaña de
guerra e invasión estadounidense,
Hoy Irán es el régimen más
antisemita del mundo.
Entre los eventos de la cumbre
realizada en Bogotá, hubo reuniones de expertos en el tema para discutir
estrategias de prevención y obligaciones de los Estados. Duque el presidente
anfitrión destacó la coordinación entre países para enfrentar «este flagelo
global». El gobierno de Trump selló de esta forma el apoyo de los gobiernos de
los países del continente a su cruzada asesina que terminó con la vida de
Soleimani, en una escalada guerrerista contra Venezuela e Irán.
Deberíamos debatir la posibilidad
de impulsar una campaña antimperialista en todo el continente, para rechazar la
ofensiva yanqui:
No más golpes militares
financiados por los Estados Unidos en nuestro continente,
como el que se perpetró en
Bolivia contra el gobierno de Evo Morales
Solidaridad con el pueblo
palestino víctima del Estado genocida de Israel
Defensa de la soberanía de
Venezuela, Nicaragua y Cuba, rechacemos el bloqueo económico y la injerencia
política, judicial y amenaza militar dirigida contra esos países
Apoyo a la campaña de Lula libre
en Brasil, para que en el futuro otra maniobra judicial no lo vuelva a
encarcelar.
Rechazo a la acusación de los
Estados Unidos y de Israel contra la organización Hezbollah por los atentados
terroristas en Argentina. La responsabilidad del ataque de 1994 a la AMIA se le
adjudicó a Irán, con pruebas dudosas, basadas en informes de los servicios de
inteligencia y testimonios de opositores políticos a Teherán. Los los ataques
terroristas contra la embajada de Israel en 1992 y contra la sede de la AMIA en
1994 en la Argentina, todavía no encontró responsables, la justicia argentina
terminó en un pantano legal y político que le quitó las chances de
esclarecimiento después de más de veinte años de los trágicos sucesos.
Rechazo a la violación de la
soberanía del territorio irakí, por parte de Estados Unidos, para perpetrar la
acción criminal que terminó con la vida del general iraní y otros funcionarios
de los gobiernos de Irán e Irak.
Viva la lucha de los pueblos
chileno, ecuatoriano y colombiano movilizados contra los gobiernos de Piñera,
Lenin Moreno y Duque, lacayos del imperialismo norteamericano, responsables de
la represión policial indiscriminada
contra las manifestaciones, de los asesinatos de líderes sociales y de la
implementación de planes económicos que solo empobrecen a la mayoría de la
población y aumentan el régimen de explotación de los trabajadores.
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