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8/10/24

Dossier sobre Venezuela

Venezuela y el avance del colonialismo en América Latina 

   

   En todo el mundo las masas populares, campesinas y la clase obrera pierden conquistas y derechos mientras una pequeña minoría se enriquece cada vez más. Este fenómeno no es nuevo ni en México, ni en los países del Caribe, y menos todavía en el área latinoamericana. Así funciona el capitalismo mundial —donde también las grandes corporaciones adquieren un peso monumental frente a estados cada vez más pobres y endeudados— y es particularmente crítico y trágico en nuestra región. Haití es el ejemplo más emblemático: más del 90 % de su población no tiene acceso al agua ni servicios sanitarios, y la “ayuda” que recibe de potencias como España es para “la seguridad”, mientras casi 200.000 niños sufren malnutrición severa. En Haití no hay presidente desde 2021 desde el asesinato de Jovenel Moise.

   Pero hoy la atención de las noticias está en Venezuela. Contra el gobierno de Maduro, acusado por la pobreza creciente en su país y por la consolidación de un régimen antidemocrático, de una llamada “dictadura”. Pero la realidad que se muestra en Venezuela avanza con distintos ritmos en el resto de los países sudamericanos y del Caribe, donde creció la pobreza, la inflación y los trabajadores sufren la pérdida sistemática de su nivel de ingresos, junto a la debilidad de sus organizaciones sindicales. Tampoco es el único país donde creció la emigración: Ecuador, Colombia, El Salvador, Puerto Rico, México son ejemplos palpables del importante número de familias que salen como pueden a buscar oportunidades en otros países, fundamentalmente en los Estados Unidos. Millones de desplazados e inmigrantes internacionales constituyen un fenómeno social que se agrava con los años. En Estados Unidos, solamente en el último año, ingresaron casi 450.000 nuevos migrantes latinos.  

   Es una región saqueada por las potencias imperialistas, en particular por los Estados Unidos, ha sido muy bien nominada como “su patio trasero” y ha sufrido su injerencia directa. Desde los años 60 hasta finales de los 90, dictaduras sangrientas apoyadas por Washington, que mediante golpes de estado instauró gobiernos militares en el Cono Sur, en Centroamérica o regímenes represivos como el de Turbay Ayala en Colombia. Todos fueron resultado de la “Doctrina de Seguridad Nacional” del imperialismo yanqui, y fueron regímenes que, al servicio directo de su amo imperialista, no solo provocaron una criminal represión y cometieron crímenes de lesa humanidad, sino que sumieron a los países en el atraso y la miseria, de lo cual todavía no han podido recuperarse.

   Venezuela se mantiene independiente en una cuestión que el amo del Norte no puede tolerar, su política internacional, solo acompañada por Cuba desde la revolución de 1959 y por Nicaragua, país donde un movimiento revolucionario (el sandinismo) derrocó a las fuerzas armadas y a la dictadura de Anastasio Somoza. 

   En la región, cobra más actualidad que nunca la necesidad de romper el cerco de la dependencia imperialista.

   Se necesita políticas y acciones unificadas, soluciones de fondo a nivel regional para liquidar los planes de ajuste contra las masas trabajadoras, el endeudamiento crónico y usurario que sufren la mayoría de los países (deudas pagadas, rigurosamente, con los ingresos de las masas populares, mientras una minoría cada vez más rica disfruta de la baja e incluso la exención de impuestos); el saqueo de los recursos energéticos y naturales, la privatización de su patrimonio y empresas de servicios, la aplicación de políticas que favorecen la exportación de materias primas (que necesitan las potencias imperialistas) en detrimento de los recursos no renovables, ambientales y fundamentalmente humanos en esta zona del planeta.

   En síntesis, solo la unidad de los pueblos del Caribe y Latinoamérica podrán impedir el avance colonial, de mayor explotación laboral y saqueo por parte de las grandes corporaciones de las potencias imperialistas, en particular de Estados Unidos.

   En cambio, en oposición a esa necesidad de pelear por la UNIDAD DE LOS PUEBLOS LATINOAMERICANOS Y DEL CARIBE, POR LA DEFENSA DE LAS CONQUISTAS DE LAS MASAS, la mayoría de los gobiernos como sirvientes de las oligarquías y patronales nacionales y del imperialismo, actúan favoreciendo el atraso, una mayor explotación laboral y los negocios y renta capitalista del poder económico concentrado.

   Por esa razón, con respecto a Venezuela, actúan con guion de Estados Unidos. Desde AMLO (el más respetuoso de las decisiones soberanas del gobierno de Maduro) hasta Petro, Lula, Boric, Mujica (ex presidente de Uruguay) y Cristina Fernández de Kirchner (ex presidenta de Argentina) difunden la propaganda imperialista y dan la alerta por el “creciente deterioro de la DEMOCRACIA EN VENEZUELA” o porque en ese país “no se cumplen las leyes de la democracia”. Lo que no hacen es lo primero que un verdadero demócrata debería hacer: denunciar que en Venezuela se intentó derrocar al régimen de Maduro por medio de un GOLPE DE ESTADO. Para no hablar de presidentes ultra reaccionarios como Milei, que directamente llama al derrocamiento del gobierno de Maduro, o sea al golpe.

   NOSOTROS ALERTAMOS A LOS TRABAJADORES DE LA REGIÓN, que una vez más funcionó la maquinaria política, económica, mediática, cibernética y militar para ejecutar un golpe de estado contra el gobierno de Maduro en Venezuela. Y QUE LA DEMOCRACIA, entendida como la conquista de derechos para los trabajadores y las clases populares, está en franco deterioro en toda la región, no solo en Venezuela. En todo nuestro continente, no solo no se frena la ofensiva colonialista de Estados Unidos y de las potencias imperialistas, sino que en algunos países se trabaja en una fuerte alianza con su vasallaje. Hasta ahora ese no es el caso del gobierno de Maduro.

   La debilidad de los gobiernos y de los regímenes democráticos en nuestros países arranca por el creciente servilismo de los dirigentes políticos a las necesidades de una minoría que cada día se enriquece más a costa de la superexplotación de las masas populares, provocando mayor desigualdad, cuyas consecuencias económicas y sociales se manifiestan en el aumento del hambre, la desnutrición infantil y la falta de condiciones sanitarias acordes a la vida humana. En ese contexto, son los gobiernos capitalistas que facilitan los avances coloniales, los que ofrecen un terreno cada vez mas fértil para un golpe orquestado desde afuera o para el ascenso y el triunfo de gobiernos como el del servil Milei en la Argentina, o como fueron los de Temer y Bolsonaro en Brasil. 

   En estos días, la huida y el pedido de asilo a España del candidato venezolano del golpismo, Edmundo González Urrutia, permiten afirmar que este último avance de la oposición (servil de intereses directamente imperialistas y oligárquicos), que usó la oportunidad del proceso electoral venezolano para ejecutar su plan golpista, ha sido derrotado una vez más.

   La derrota del golpe en Venezuela no es una mala noticia para los trabajadores latinoamericanos. Se derrotó la proclamación de un títere de Estados Unidos (ya hubo otros, como Juan Guaidó), que solo quiere el petróleo venezolano y convertir al país en un enclave para la defensa de sus intereses en la región.

   Para las masas populares significa todo lo contrario a una mala noticia, porque la proclamación de Maduro como presidente y el andamiaje institucional, policial y militar montado por él y por Diosdado Cabello -entre otros dirigentes chavistas- impidieron la maniobra y la consumación del golpe.

   A los Estados Unidos no les importa el pueblo trabajador venezolano ni el ejercicio de la democracia en ese país ni en ningún país del mundo. Las banderas de la democracia y la promesa de mayores libertades han sido pisoteadas por el militarismo colonialista norteamericano, inglés, y de varias potencias coloniales europeas en repetidas ocasiones: Irak, Libia, Afganistán, representan los ejemplos más contundentes al respecto.

   A Biden solo le interesa el petróleo que está en el subsuelo del país. Laura Richardson —general jefa del Comando Sur de Estados Unidos— señaló que Venezuela tiene la concentración de “las reservas de petróleo más grandes”, “tiene petróleo, cobre, oro”. A Estados Unidos también le preocupa que, en “su patio trasero”, un país con esos recursos sea INDEPENDIENTE EN SU POLÍTICA INTERNACIONAL, es decir, que no siga sus órdenes. Que apoye a Rusia en la guerra contra la OTAN en Ucrania. Que acreciente la ayuda financiera que recibe de China, a medida que sufre sanciones económicas más severas de los países sirvientes de los Estados Unidos. Que Maduro haya sido reconocido como presidente electo por China, Rusia, Irán, Cuba, Siria, Bolivia, Nicaragua, Honduras, siete países del Caribe y varios más de Asia y África.

   Su postura geopolítica va en dirección contraria a los intereses de quien se cree dueño y amo del continente americano y de sus recursos energéticos, naturales y humanos. Esta independencia nació con un proyecto político, en 1999, cuando los gobiernos cipayos de entonces habían provocado la crisis más grande de la historia venezolana (como expresión popular se llamó “el Caracazo”), un régimen que lideró Hugo Chávez hasta su muerte en 2013.

Compañeros trabajadores de Venezuela y la región.

   El golpe de los yanquis y de Corina Machado quiso liquidar el conjunto de las conquistas populares que otorgó el chavismo y el gobierno de Maduro e imponer en Venezuela un gobierno vasallo directo de Estados Unidos. Ese intento fue derrotado, pero el imperialismo y sus siervos dentro de Venezuela volverán a intentarlo una y otra vez. Por eso es imprescindible la unidad antiimperialista de los trabajadores, los campesinos y los pueblos pobres en defensa de Venezuela.

   No se trata de defender a Maduro o a su régimen —que él define como “militar, policial, popular”—, sino de evitar que triunfe un gobierno ultrarreaccionario y antiobrero, y fundamentalmente de no permitirle a los Estados Unidos que fortalezca desde Venezuela la ofensiva colonialista en la región.


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Venezuela y Gaza


   Es en este contexto mundial que Lula, Petro, Mujica, AMLO y otros líderes regionales distraen la atención sobre el proceso electoral en Venezuela, mientras en Gaza la tragedia se agiganta. 

   “Es alucinante que a pesar de la abrumadora evidencia de los crímenes sin precedentes de las Fuerzas Armadas de Israel en Gaza que han conmocionado la conciencia del mundo entero, la administración Biden esté dando luz verde a la transferencia de armas letales adicionales a Israel” …
Sarah Leah Whitson, directora ejecutiva del grupo de derechos humanos y defensa Democracy for the Arab World Now (DAWN),

   A los pocos días del “polémico” acto electoral en Venezuela, el 10 de agosto, apenas unas horas antes de uno de los bombardeos israelíes más sangrientos en la Franja de Gaza, en una escuela convertida en refugio —donde quedaron esparcidos los pedazos de más de 100 personas entre hombres, mujeres, ancianos y niños, por ese ataque perpetrado mientras unos dormían, y otros rezaban las oraciones de la mañana—, Biden, el presidente en ejercicio en los Estados Unidos, anunció la aprobación de 3.500 millones de dólares en fondos militares al gobierno criminal del Estado de Israel. Cifra que integra un total de 14.100 millones de dólares aprobados por el Congreso de los Estados Unidos. Uno de los misiles lanzados sobre la escuela al-Tabin podría haber sido una bomba MK-84 de fabricación “estadounidense” con un peso de 2.000 libras.

   A Biden, Blinken o a la Fundación Carter, ¿quiénes les otorgan la legitimidad “democrática” necesaria para dirimir el conflicto sobre el ejercicio democrático del gobierno de Maduro o para liderar la campaña por la transparencia en el proceso electoral venezolano, cuando no suspenden el financiamiento del exterminio de un pueblo?

   Una aproximación a esa respuesta la encontraremos si nos enfocamos en los grupos monopólicos-financieros, ligados a los negocios del petróleo y de la energía, pero no solo en ellos, también Elon Musk, junto a otros megamillonarios yanquis ligados al lobby sionista, que están entre el top ten de la revista Forbes, destinan fondos, financian redes y medios a su servicio para promover campañas tanto para sostener a Israel como para liquidar al régimen chavista. Un régimen que, si no les impide, por lo menos les limita aprovechar al máximo una fuente inestimable de ese recurso en territorio venezolano, de ese “oro negro”, el cual podrían extraer sin grandes costos, por la cercanía, por los pocos kilómetros que lo separan de Florida y del sur petrolero de los Estados Unidos.

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Una vez más en defensa de Venezuela
Declaración política Perspectiva Marxista Internacional



   Llevamos poco más de un mes de las últimas elecciones presidenciales en Venezuela y estamos presenciando, en los medios de comunicación y en la esfera política internacional, una nueva cruzada contra la «dictadura chavista» y por la defensa de la «democracia» en el hermano país. No es la primera vez que conocemos de este tipo de gestas, en los últimos 25 años, desde la llegada al poder del chavismo se han hecho moneda corriente. Quienes hacemos parte de Perspectiva Marxista Internacional hemos planteado nuestra posición al respecto en diversas ocasiones, por supuesto, existen elementos novedosos en la situación actual, sin embargo, consideramos que podemos mantener lo que hemos dicho en lo fundamental. Escribimos esta declaración para ofrecer un contexto y una perspectiva histórica más amplia a nuestros nuevos lectores y pensando en las generaciones de venezolanos que han nacido y crecido en la diáspora, a quienes ese contexto y perspectiva les son negados por obra de la campaña mundial de los medios de desinformación a sueldo de los imperialistas y de las oligarquías nacionales. 

   Hay que empezar por aclarar que, más que unas elecciones, lo que tuvimos fue un nuevo intento de golpe financiado y ambientado por el imperialismo, bajo la campaña del «fraude» anticipada por varios meses, alternativa que se impuso en cuanto los Acuerdos de Barbados estallaron a comienzos de año -tales acuerdos estuvieron auspiciados por Lula y Petro en complicidad con el gobierno de Biden y su objetivo era que Maduro cediera el poder a la oposición oligárquica y proimperialista, como lo hizo el Kirchnerismo con Milei en Argentina-. Pero es preciso advertir que, si bien el golpe fracasó, esa es una estrategia que sigue abierta.

¿Por qué el imperialismo nunca perdonará al Chavismo?

   El Tío Sam nunca perdonará al Chavismo por haber hecho de Venezuela un país independiente. Por desobedecer sus mandatos, denunciar sus atrocidades y organizar la rebelión latinoamericana y del Caribe en su contra. Fue Chávez, junto con Lula y Néstor Kirchner, quien encabezó la derrota del proyecto colonial del ALCA, quien impulsó la creación del ALBA, la UNASUR y la CELAC, agrupaciones que se oponían a la OEA -el «ministerio de colonias» de Estados Unidos-, y, que rechazaron golpes de Estado como el de Zelaya en Honduras o Lugo Paraguay. Chávez firmó el acuerdo Petrocaribe, con el que Venezuela daba a varios países 185.000 barriles diarios a precios preferenciales, 102.000 barriles a Cuba a cambio de médicos y profesores, y brindó crédito a Argentina cuando nadie le prestaba por declarar el default.

   Si bien ninguna de sus medidas representó una ruptura con el capitalismo y ni siquiera industrializó la economía; sí otorgó importantes conquistas a las masas populares, muchas de las cuales se conservan aún hoy después de 2 décadas de bloqueo imperialista y de retrocesos por parte del gobierno de Maduro. En Venezuela, la estatal PDVSA pasó a dominar la producción y la comercialización del petróleo, imponiendo restricciones a las transnacionales. Así el país recuperó ganancias fabulosas -mientras que entre 1996 y 2001 se recaudaron casi 12 billones de bolívares por regalías, nada más entre 2002 y 2003 se recaudaron 15 y ½ billones-, que se destinaron a grandes inversiones en salud y educación. En 2005 la Unesco declaró a Venezuela «Territorio Libre de Analfabetismo». En 2012 la FAO reconoció a Venezuela por la reducción de la pobreza extrema en más del 50 %, ocupando el tercer lugar en América Latina. 

   El chavismo impuso una redistrucción de la renta petrolera que hizo posible que los venezolanos más pobres tuvieran acceso a trabajo, vivienda, salud y educación. Las ganancias de las transnacionales imperialistas, así como, las de los López, los Capriles o los Machado se vieron por ello limitadas; una casa o la universidad para el hijo del trabajador venezolano representaban menos lujos en las vacaciones en Miami de la burguesía parasitaria que había dominado antes el negocio petrolero, el imperialismo y la burguesía tradicional no le perdonan al chavismo que el «régimen» osara ofrecer derechos básicos a las masas aminorando sus privilegios.
 
   Mucho menos le va a perdonar ahora el que, a pesar de toda la presión internacional, Maduro mantenga su apoyo a Rusia contra la OTAN y que condene el genocidio de Israel contra el pueblo palestino.  Ni que se proponga ingresar a los BRICS, y amenace así con ayudar a desequilibrar la hegemonía imperialista en el mundo, sumando sus fabulosos recursos en hidrocarburos y oro al bloque encabezado por China y Rusia que compite con los imperialismos occidentales.

   Por eso el objetivo del imperialismo es derrocar a Maduro e instaurar un gobierno oligárquico que sea su títere. Y para alcanzar ese propósito ha probado todo tipo de medidas, el intento de golpe que acaba de fracasar es sólo una más en su interminable lista de atrocidades.

¿Quiénes son los actuales defensores de la «democracia» en Venezuela?

   Sabemos que pueden existir millones de venezolanos en el mundo, de trabajadores y jóvenes de muchos países, que juzgan actualmente que es correcto alinearse en las filas de quienes dicen defender la «democracia» en Venezuela, o, que tienen dudas y preguntas genuinas sobre lo que ocurre en el país. Para la discusión y la reflexión sobre estas cuestiones vale la pena ubicar algunos elementos históricos y políticos. Por ejemplo: ¿quiénes componen la dirección política de esta nueva cruzada por la «democracia»? 

   A nivel internacional, personajes que han defendido directa o indirectamente las dictaduras militares que encarcelaron, reprimieron y asesinaron  a miles de personas -con el auspicio de la CIA y los gobiernos de Estados Unidos- para defender los procesos de privatización y entrega de los recursos nacionales a las potencias imperialistas (Mauricio Macri y Javier Milei en Argentina o Jair Bolsonaro en Brasil); paladines de la libertad y orden que han sido impulsores, financiadores o defensores políticos de bandas paramilitares que han matado con sevicia a miles de personas, particularmente a la población campesina, para desplazarla de sus tierras e imponer sus intereses económicos en países como Colombia (Álvaro Uribe y su ministro de defensa y después presidente y nobel de paz Juan Manuel Santos); o, gobiernos que nadie ha elegido, como el de Dina Boluarte en el Perú, que se ha mantenido en el poder reprimiendo y asesinando a quienes protestan en su contra. Como queda apuntado sus credenciales «democráticas» vienen manchadas de sangre y de intereses económicos que no son los de sus respectivos pueblos.     

   A nivel interno, la llamada «oposición venezolana» no nació ayer, tiene años de existencia y de agencia política en el país. Sin dar cuenta del período anterior a la llegada de Hugo Chávez al poder, podemos recordar algunos de las acciones que estas direcciones políticas han impulsado para defender la «democracia»: encabezaron un golpe de Estado contra Chávez en 2002 -que fue derrotado por el pueblo trabajador en las calles-; entre 2002 y 2003, paralizaron la economía con la «huelga del petróleo» exigiendo nuevamente la caída del gobierno; en 2013, tras perder las elecciones presidenciales con Henrique Capriles como candidato, llamaron a tomar las calles para derrotar al «régimen», dando vida a las «guarimbas» -grupos de manifestantes antichavistas que desplegaron toda una ola de violencia que incluyó la quema de hospitales y clínicas en las que trabajaran médicos cubanos-, estos grupos se mantuvieron promovidos y financiados por sectores de la burguesía venezolana y por el imperialismo y asesinaron a personas como el joven Orlando Figueroa en 2017, quemándolo vivo por «chavista» y por «negro»; en 2019 la oposición fue la gestora de la autoproclamación como presidente de Juan Guaidó -un asambleísta que nunca fue candidato a la presidencia y por tanto nunca recibió un voto para ser electo, lo cual no tuvo ningún reparo democrático, de parte de la inmensa mayoría de los gobiernos imperialistas como España, Francia, Reino Unido, Alemania, Estados Unidos y Canadá, para reconocerlo como presidente, por supuesto el uribista Duque en Colombia y Bolsonaro también lo reconocieron-;  en 2020 sectores de la oposición desarrollaron una intervención militar con mercenarios gringos, exmilitares venezolanos y con el apoyo de paramilitares colombianos para derrocar a Maduro que llamaron operación Gedeón, que fracasó estrepitosamente.  

   El carácter «democrático» de los actuales dirigentes opositores queda expresado en posiciones como la de María Corina Machado que en 2018 en sus redes sociales pidió a Benjamín Netanyahu, el carnicero actual del pueblo palestino y primer ministro de Israel, una intervención militar, y que también llamó desde Panamá a EEUU a invadir Venezuela.

Estados Unidos el mortífero defensor de la democracia

   Los otros grandes abanderados de la causa «democrática» en Venezuela han sido los Estados Unidos. En 2015 el gobierno yanqui ubicó a Venezuela como una «amenaza para su seguridad nacional», y pasó a recrudecer las sanciones económicas en su contra, llegando a establecer más de 900, que impiden desde la comercialización con Venezuela de materiales básicos para la producción petrolera hasta medicinas y alimentos que se entregarían por medio de programas asistencialistas a la población más pobre. El objetivo ha sido la asfixia de la economía del país. Este tipo de política gringa no es una novedad histórica. Según documentos desclasificados del gobierno de Estados Unidos que han sido publicados en los últimos años, tras el triunfo de la revolución cubana en 1959, se inició la política que conduciría al infame bloqueo económico contra la isla, sus propósitos eran: «debilitar la vida económica de Cuba. (…) generar grandes avances en negar dinero y suministros (…) que se reduzcan los salarios reales y monetarios y así ocasionar hambrunas, desesperación y el derrocamiento del gobierno» .

   Esa «democrática» campaña para hambrear al pueblo trabajador en Cuba se repitió nuevamente en 1970, en este caso en contra de los chilenos, que se atrevieron a darle el triunfo en las elecciones a Salvador Allende, el candidato que se oponía a los intereses gringos en ese país. El presidente Richard Nixon pidió a su asesor de seguridad Henry Kissinger «hacer chillar la economía» chilena para desestabilizar al futuro gobierno, y luego exigió «patear a Chile en el trasero» por la nacionalización del cobre. Seguramente, en algunas décadas, conoceremos los documentos secretos que afirman cosas muy similares sobre el chavismo y Venezuela. 

   Por ahora, conocemos varios hechos. En 2019, el «democrático» gobierno Trump reconoció al autoproclamado «presidente interino» Juan Guaidó y conminó a otros países a hacer lo mismo, al menos unos 60 gobiernos lo hicieron; todos ellos pasaron a «confiscar» o «congelar» los activos venezolanos en el extranjero -industrias, cuentas bancarias y oro. Por ejemplo, el oro venezolano depositado en el Banco de Inglaterra por valor de 2.000 millones de dólares-. Las transnacionales imperialistas que fueron expropiadas por el gobierno Chávez aprovecharon estas circunstancias para presentar demandas de indemnización contra Venezuela para «cobrar» sus «pérdidas» por los activos confiscados. La oposición venezolana con su «presidente interino» no se opuso, al contrario, facilitó el saqueo. 

   En ese marco, en 2023 la oficina de control de activos extranjeros gringa anunció la «expropiación» de Citgo, filial en Estados Unidos de la empresa estatal Petróleos de Venezuela (PDVSA). CITGO estaba valorada en 8.000 millones de dólares y producía beneficios anuales de 1.000 millones de dólares. En 2024 han anunciado que subastarán Citgo. La empresa estaba bajo control de la oposición y ha sido entregada para subasta a beneficio de transnacionales estadounidenses y canadienses. Es claro al servicio de quienes está la oposición venezolana. 

   Según cálculos de ONGs que denuncian el boqueo económico a Venezuela entre 2015 y 2022 se dejaron de producir 3.393 millones de barriles de petróleo, equivalentes a 232 mil millones de dólares, así mismo, se han «retenido» y «confiscado» (léase robado) más de 22 mil millones de dólares en bancos internacionales y «organismos multilaterales». La crisis económica en Venezuela, que ha causado inenarrables sufrimientos al pueblo venezolano, es consecuencia directa de estas acciones, ha sido prefabricada por el imperialismo de los Estados Unidos y la burguesía opositora. Los que reclaman que haya «democracia» en Venezuela son los mismos que le negaban los derechos democráticos básicos al pueblo trabajador en el país: el derecho al trabajo, a la salud o a la alimentación -y no tendrían problema en volverlo a hacer si llegan nuevamente al poder-. «Democracia» para la burguesía imperialista y opositora es que ellos tengan el derecho a enriquecerse con los recursos y el trabajo de los venezolanos, no les importa el hambre y la muerte del pueblo pobre, defienden exclusivamente sus intereses como aves de rapiña. 

   A los Estados Unidos no les importa el pueblo trabajador venezolano ni la democracia, les interesa el petróleo que está en el subsuelo del país. Laura Richardson -general jefa del Comando Sur de Estados Unidos- ha comentado en varias ocasiones por qué es importante América Latina para Estados Unidos. Sobre Venezuela ha señalado: que tiene la concentración de «las reservas de petróleo más grandes», «tiene petróleo, cobre, oro». Para Richarson el principal problema de Estados Unidos en Venezuela no es la «democracia», sino el respaldo y la presencia de China y Rusia como competidores por los recursos, si pudieran imponer una dictadura, lo harían como muchas otras veces (como hicieron en Chile y en Argentina, en toda centro América), con tal de asegurarse el acceso a esos recursos, no en vano han sostenido por décadas a las monarquías petroleras de medio oriente sin sonrojarse siquiera. 

Los marxistas revolucionarios y la democracia burguesa

   Los marxistas revolucionarios no defendemos la democracia burguesa como un fin en sí, la defendemos en cuanto es un régimen que beneficia las posibilidades de organización y movilización de la clase obrera para luchar contra el sistema capitalista. Por eso la defendemos de cualquier intento de golpe militar, pero no porque la consideremos el mejor de los mundos posibles, todo lo contrario, la democracia burguesa es un régimen político del sistema capitalista -es la democracia de los ricos-, y por tanto diseñado para garantizar la explotación de los trabajadores. Los marxistas revolucionarios luchamos por imponer el socialismo, y con él al régimen político de la democracia obrera.

   Pero las tareas democrático-revolucionarias de la clase trabajadora en los países atrasados van mucho más allá, implican también la lucha por la reforma agraria y la lucha por la liberación nacional. Los defensores progresistas e izquierdistas de la democracia -como Lula y Petro- omiten esas tareas democráticas, que hacen parte del proceso revolucionario hacia la destrucción del sistema capitalista-imperialista en todo el mundo. Por eso, cuando el imperialismo arremete contra un país atrasado como Venezuela, acusando de dictador a un gobierno independiente que le opone resistencia, hacen causa común con el «democrático imperialismo» que violenta sistemáticamente el derecho democrático de ese país a autodeterminarse. 

   Olvidan también, al llamarlo dictador -por muy bonapartista o represivo que pueda ser un gobierno independiente- que los dictadores que hemos conocido han sido impuestos o ayudados a establecerse por el imperialismo, justamente porque son defensores acérrimos de sus intereses en nuestros países, para lo cual desaparecieron, reprimieron y asesinaron a miles de luchadores obreros y populares. Al respecto, es curioso que estos defensores progresistas y de izquierda de la democracia -al igual que los gobiernos imperialistas- no acusaran de dictador a un gobierno como el de Uribe o el de Duque en Colombia que, siendo gobiernos electos formalmente, promovieron carnicerías sistemáticas contra el pueblo trabajador. El problema de fondo de estos progresismos es su horizonte ideológico no revolucionario -no digamos socialista, sino siquiera democrático antimperialista-, su entrega total a la democracia burguesa y su anhelo de congraciarse con el imperialismo.

Todo lo que no avanza retrocede

   Esa es una ley de la historia y de la lucha de clases. El Chavismo, desde la época de Chávez, tenía dos opciones, tratar de negociar y convivir con la oligarquía y con el imperialismo o avanzar hacia el socialismo. Optó por la primera y los resultados están a la vista, en lugar de profundizar la dinámica de la expropiación de las empresas capitalistas e imperialista y de socializarlas en bien de todas las masas trabajadoras y de monopolizar el comercio exterior, ha intentado convivir con la inmensa mayoría de la oligarquía venezolana y hasta ha propiciado la emergencia de nuevas capas de ricos, así dejó a la economía nacional vulnerable a los ataques internos y externos. En lugar de atacar a los ricos ante el embate del agresivo bloqueo, ahora Maduro terminó no sólo devolviendo muchas empresas expropiadas por Chávez, sino también atacando a las mismas masas aplicando especie de planes de ajuste, y haciéndose más bonapartista, más represivo.

   La principal crítica, y la lección más importante con respecto al proceso venezolano y al de otros semejantes en el continente, es justamente esa, que al no avanzar hacia el socialismo terminó retrocediendo.

Una vez más en defensa de Venezuela

   Cuando Estados Unidos y los otros países imperialistas dicen que están defendiendo la «democracia» lo que están defendiendo son sus intereses económicos, todo gobierno que se haya opuesto a ellos, que haya obstruido en algo el saqueo indiscriminado de sus países, ha sido históricamente perseguido y se han implementado en su contra todo tipo de campañas y políticas para desestabilizarlo o se han dado golpes de Estado, mediante los cuales se impusieron todas las dictaduras militares en décadas pasadas. El chavismo ha tenido una política independiente y de denuncia del imperialismo en Venezuela y aún más, en la región, y en la actualidad, a pesar de todos los retrocesos acaecidos bajo los gobiernos de Maduro, a pesar de su reciente acercamiento con el gobierno de Biden, propuesto por el mismo imperialismo para disponer de una parte del petróleo venezolano a través de Chevrón, para tratar de regular los precios del mercado mundial del petróleo en disputa con la OPEP y con Rusia, en medio de la guerra de la OTAN con Rusia, Maduro ha mantenido su apoyo a esta, y hasta ha permitido la visita de buques de guerra rusos, lo que representa un peligro y una grave afrenta para los yanquis, cuya estrategia sigue siendo derrocarlo, acabar con la soberanía nacional de Venezuela e instaurar un gobierno títere. 

   Para nosotros, como luchadores por la revolución socialista, la lucha contra el imperialismo es la principal tarea democrático-revolucionaria. El imperialismo es el principal enemigo de la humanidad, de los trabajadores y de los pueblos oprimidos del mundo. Por ello nos ponemos del lado de la defensa de la soberanía de Venezuela, pues entendemos que lo que está en curso es una nueva fase de agresión imperialista a este país y a su gobierno, que seguimos entendiendo como un «gobierno independiente» del imperialismo, razón por la cual es atacado incasablemente por él. 

   Sabemos que como consecuencia de las sanciones económicas el gobierno de Maduro ha tendido a hacerse más bonapartista, más intolerante hacia a las disidencias y más represivo con las movilizaciones de trabajadores. Pero, no caemos por ello presos de la campaña de intervención imperialista en el país, orquestada por Washington y la oposición burguesa de ultraderecha. Lo que hemos visto las últimas semanas es que han intentado dar un nuevo golpe en contra del gobierno de Maduro y que de nuevo han fracasado. 

   Fracasan porque el chavismo aún tiene apoyo popular en Venezuela, fracasan porque no han logrado dividir a las fuerzas militares, porque el imperialismo no tiene correlación de fuerzas suficiente en los gobiernos de la región para ir más allá, fracasan por la debilidad del imperialismo -atascado en su guerra contra Rusia y comprometido por su apoyo al sionismo- que le impide en lo inmediato promover una medida de fuerza a gran escala; fracasan por el respaldo China, Rusia e Irán a Maduro. Así mismo, porque internamente la economía venía mejorando y para muchos venezolanos trabajadores y de clase media, y hasta para sectores de la burguesía, un gobierno de la oposición sería un salto al vacío -lleno de violencia y sangre- que prefieren evitar. 

Maduro, la peor dirección para defender la independencia de Venezuela

   Para nosotros lo que sigue en juego en Venezuela es una lucha por la liberación nacional, y en ella deberíamos estar todos aquellos que realmente defendamos los derechos democráticos básicos -trabajo, salud, educación-. En esta trinchera debemos estar los trabajadores, las direcciones políticas, sindicales y sociales para hacer frente a la campaña de intervención imperialista en Venezuela, necesitamos responder a ella en todos los ámbitos -el de la cultura, el del trabajo, del activismo social, estudiantil, sindical o político-. Si los gobiernos de China y Rusia apoyan al gobierno de Maduro deberían destinar fondos y hacer concesiones económicas para que el pueblo pobre en Venezuela no sufra las consecuencias del bloqueo y la asfixia económica.  

   El gobierno de Maduro no es nuestro gobierno, e insistimos en que es la peor dirección para la lucha por la defensa de la soberanía nacional de Venezuela, nosotros estamos por un gobierno de los trabajadores y el pueblo pobre, por una dictadura revolucionaria del proletariado. Sin embargo, por todo lo dicho, no capitulamos a la campaña mundial del imperialismo que clama «democracia» y dice «abajo el dictador Maduro» ni nos ubicamos como su pata izquierda, como hace la inmensa mayoría del progresismo latinoamericano -encabezado por los gobiernos de Lula y Petro, que levanta, palabras más, palabras menos, las mismas consignas sin bochorno alguno-.

   Lo que nos diferencia de todo ellos es que seguimos defendiendo desde esta tribuna la más férrea lucha antimperialista, pero también, que para nosotros el régimen «democrático» es un régimen de clase, de la clase capitalista, y, por ello, es realmente una dictadura de los poderosos y una trampa para ilusionarnos en que podemos solucionar nuestros problemas votando cada cuatro o seis años, de allí que no nos ocupemos de hablar de las famosas actas en las pasadas elecciones, pues entendemos que el asunto es parte de la trampa y de la campaña imperialista mundial.  

   Las características de país independiente que aún conserva Venezuela -así estén en condiciones decadentes por las concesiones realizadas por Maduro al imperialismo-, fueron posibles también por la movilización de las masas, defendidas por los trabajadores y el pueblo cada año, cada mes, cada día contra los ataques por todos los flancos impulsados por el imperialismo norteamericano y la burguesía cipaya. Sería un gran retroceso político y una medida criminal entregar el poder a los gestores históricos de los golpes contra el país. El discurso «democrático» del progresismo es la polea de transmisión de la capitulación a la dictadura del imperialismo.  

   Para defender la democracia en Venezuela hay que lograr la liberación nacional, expropiar por completo a los burgueses golpistas y a las transnacionales imperialistas, echar atrás la dolarización y avanzar hacia el socialismo, para eso es preciso apoyarse a fondo en las masas obreras y populares y otorgar plenas libertades a las organizaciones de trabajadores.


23/6/24

La Argentina convertida en la carroña del capital financiero internacional

 


   A partir del último 13 de junio, el presidente argentino, Javier Milei, está más cerca de contar con una ley (la Ley Bases) que facilitaría el plan de saqueo de recursos, de privatización del patrimonio público y de superexplotación de los trabajadores; en síntesis, una ley a medida de los negocios y la acumulación de ganancias del sector más minoritario y más rico, el empresarial-monopólico-financiero internacional y nacional, en medio de una creciente crisis del sistema capitalista-imperialista mundial.
   Desde que Milei asumió su mandato presidencial, la Argentina entró en terapia intensiva: inflación, aumentos descontrolados y constantes de productos y servicios básicos, salarios atornillados al piso, recesión, aumento de la desocupación, de la pobreza y de la indigencia. 
  Sobre el enfermo terminal revolotean los buitres hambrientos. Huelen la sangre y aprovechan la oportunidad para lanzarse y arrancarle los trozos al cadáver. En cada vuelo de aproximación al banquete anhelado, los festejos se oyen cada vez de forma más nítida. Con los niños mal alimentados, con millones de jóvenes sin estudios ni salida laboral y los ancianos abandonados a su suerte, la carroña satisfacerá la codicia de los capitales más audaces, como se señala en los medios:
   “El mercado festeja la aprobación de la Ley Bases, los bonos ganan el 5% y las acciones suben hasta el 9%… los bonos saltan hasta el 13%…”
   En los medios, en las primeras horas del jueves, los titulares reflejaban el festejo de los mercados por la votación reñida que dio el visto bueno a la Ley Bases en el Senado, acompañadas por las imágenes de personas sofocadas por el gas de la represión policial en los alrededores del Congreso.
   Cuando todavía no habían terminado de disiparse la nube tóxica humeante del gas pimienta y de las batallas del pueblo en la calle, en las cuevas de Wall Street ya se relamían alborotados, y en el gobierno, las sonrisas banales de Victoria Villarroel, Javier Milei y Patricia Bullrich celebraban la represión y las facultades “delegadas” otorgadas por esta votación del Congreso.
   La mayoría de los integrantes de la clase política, empresarial, sindical, institucional (el Congreso y el Poder Judicial) han favorecido el ejercicio de la crueldad de la motosierra mileísta. Desde los primeros días en que estos buitres se asomaron en los balcones de la Rosada, le ofrecieron los instrumentos y mecanismos políticos de la gobernabilidad, entre otros, dejaron correr el DNU/70, primer decreto de necesidad y urgencia, vigente en la actualidad.
   El anticonstitucional decreto, tan denostado, criticado y en parte judicializado, permitió en este período de tiempo avanzar con las medidas desregulatorias, que facilitaron el aumento de los precios de los alimentos, de la energía, del transporte y de la medicina, además de los recortes presupuestarios (para alcanzar el déficit cero) que precarizan la educación, la salud, las obras y la infraestructura públicas, al tiempo que desfinancian la ciencia, la cultura y los organismos de control social, sanitario y de servicios. Esta restricción de fondos públicos perjudicó aún más la ayuda social insuficiente por la disparada de los precios, dejando a los niños sin el vaso de leche y a los jubilados y los enfermos crónicos sin acceso a sus tratamientos de salud.




   El aumento de la pobreza y de la desocupación es la condición necesaria para que el capital financiero internacional mire con buenos ojos a Milei y su camarilla en el poder. El gobierno nacional recibió también elogios estimulantes, como los del magnate Elon Musk que señaló, “Si no frenan a Milei, la Argentina tendrá crecimiento y prosperidad como no tuvo en los últimos 100 años… Argentina tendrá un crecimiento masivo de la economía”, acompañado por el aplauso de la casta empresarial monopólica y financiera.
   Bajo la imposición de las actuales penosas condiciones sociales para el pueblo trabajador, la convocatoria (retrasada) para el Pacto de Mayo que pretende firmar Milei con aquellos que apoyen explicitamente esta Ley Bases, es un simple decorado en el escenario abierto por el gran acuerdo nacional vigente, entre la mayor parte de los integrantes de la clase política, empresarial, sindical e institucional del país, con el plan de endeudamiento del FMI y con la llamada “economía bimonetaria” (resultado directo del sometimiento creciente del país a la moneda del amo imperialista, el dólar de los Estados Unidos). Este acuerdo es presentado bajo otros discursos (como el de los que prometieron no aumentar la pobreza para cumplir con el FMI), pero en el fondo coinciden con Milei en que los planes colonizadores de endeudamiento del Fondo deben cumplirse, que la deuda externa debe pagarse.
   La gobernabilidad lograda por la camarilla mileísta se construye en el marco de esta coincidencia: que los planes de ajuste del FMI hay que cumplirlos, que no quedan alternativas. Esta camarilla bajo el mando del “anarcocapitalista” Milei, pretende bajar el llamado déficit de la balanza de pagos achicando los gastos del estado y hasta sobrecumpliendo las metas del plan de ajuste del FMI, con superávit fiscal, con más reservas en el Banco Central, etc.; en síntesis, ejecuta las órdenes del capital. A Milei le falta decir que los cumplirá “caiga quien caiga”, pero anticipó que de ahí no lo mueven.
   El presidente de la Argentina sostiene que el estado en su totalidad es una pesada carga fiscal burocrática, fuente de corrupción, y que por eso habría que liquidarlo; sin embargo, se aferra más que ningún otro gobierno de la democracia a la máquina estatal (Fuerzas Armadas, Gendarmería, Prefectura, Policía Aeroportuaria, Policía Federal y Poder Judicial) para reprimir a los trabajadores cuando estos pelean para lograr alguna mejora efectiva de su situación. Milei también se aferra a la máquina estatal para redirigir las partidas presupuestarias y los fondos públicos para beneficio de los terratenientes, los monopolios, la banca y el capital financiero. También los utiliza para sobornar y comprar voluntades en la acción parlamentaria, (cómo se explica que con solo siete senadores de LLA haya logrado los más de treinta votos para aprobar la Ley Bases en el Senado). Allí funcionaron los negociadores con los sobres llenos de dinero, de privilegios y de otros favores o prebendas. Partidas de dinero que les retiraron a los comedores barriales, a los hospitales, a las escuelas. No se necesitan cámaras ocultas para verificarlo.

   En manos del capital, y en nombre de la defensa de la propiedad privada: las libertades, el parlamento, el sistema electoral o los servicios de educación, salud y vivienda públicos, conquistas sociales que en alguna etapa histórica significaron un progreso desde el punto de vista del desarrollo mundial de la sociedad, no avanzaron hacia una república igualitaria sino todo lo contrario, a una sociedad basada en la esclavitud asalariada, donde una minoría cada vez más rica se apropia de los bienes de la mayoría trabajadora y los recursos del país.
   En la Argentina semicolonizada –aunque haya recibido el merecido título del “granero del mundo”–, la mayoría de los niños, millones de ellos, pasan hambre, y los ancianos se mueren. Estos últimos seis meses del gobierno de la camarilla de Milei, fiel servidora del capital y del amo imperialista, constituyeron el escenario de la ejecución de un billonario robo a los bolsillos de los trabajadores por parte de los capitales y grupos empresariales concentrados nacionales y los fondos financieros internacionales, con el aval del FMI y de la “casta política, empresarial, sindical, institucional”.
   Los buitres iniciaron su banquete y van por más.

8/5/24

“No en nuestro nombre”: los judíos antisionistas echan por tierra la narrativa que acusa a las protestas propalestinas de antisemitas

 

Manifestación en la Grand Central Station de Nueva York, convocada por Voz Judía por la Paz, 30 de octubre de 2023.

   Esta protesta fue en contra de la masacre masiva de palestinos llevada a cabo por Israel en la Franja de Gaza. Las consignas levantadas fueron “No en nuestro nombre” y, como se puede leer en las camisetas, “Los judíos decimos alto el fuego ya”.
   Los manifestantes (300 de los cuales fueron arrestados) afirmaron que muchos de ellos, probablemente la mayoría, eran judíos, y que estaban desafiando la propaganda mediática dominante según la cual protestar contra la matanza en Gaza es antisemitismo.
   El movimiento contra el genocidio en Gaza se fue extendiendo y se convirtió en la mayor movilización antibélica en Estados Unidos desde la que estalló cuando los yanquis invadieron Irak.
   A este movimiento en defensa del pueblo palestino se han sumado, como ya hemos comentado en otro artículo del blog, los alumnos de diversas universidades de Estados Unidos, recientemente algunos de ellos fueron atacados por bandas sionistas, y todos, duramente reprimidos por la policía. La cifra de estudiantes detenidos suman más de 2.500. Pero, la represión no le ha servido al imperialismo para detener este proceso de lucha a favor de la causa palestina, ahora se extiende a muchas ciudades en el mundo.
   Al imperialismo yanqui se le cae cada vez más la careta democrática, no solo por su apoyo incondicional al Estado sionista genocida, sino dentro de su propio país.

26/4/24

El genocidio contra el pueblo palestino hace trizas la careta democrática de Estados Unidos. ¡Los estudiantes universitarios se levantan!

 



   Estados Unidos se ha ufanado históricamente de la amplitud de su democracia y ha desarrollado todo tipo de incursiones armadas en el mundo enarbolando las banderas de la defensa de la democracia. Sin embargo, las comunidades afroamericanas o los migrantes latinos en Estados Unidos conocen perfectamente la falsedad de la afirmación, y, los pueblos de Irak o Afganistán, que han padecido recientemente las agresiones militares imperialistas, pueden dar cuenta de lo poco «democrático» que ha sido el arrasamiento de sus países, o, la tortura y el horror que padecieron los prisioneros de cárceles como Abu Ghraib bajo dominio yanqui. Sin embargo, lo que ha terminado de hacer trizas esa careta democrática ha sido el genocidio en curso en Gaza. 

   En el Consejo de seguridad de la ONU Estados Unidos vetó el proyecto de resolución que buscaba la admisión del Estado palestino como miembro de pleno derecho, el cual había sido votado por amplia mayoría -12 votos a favor, abstención del Reino Unido y Suiza-; además, ha vetado en 3 ocasiones proyectos de resolución que pedían un cese al fuego en Gaza, y, como si fuera poco, votó en contra de una resolución de la Asamblea General de la ONU de diciembre pasado que pedía un cese al fuego inmediato, la cual fue apoyada por 153 países. Todas estas han sido lecciones muy contundentes de lo que Estados Unidos entiende por democracia y de para qué sirven los «democráticos» organismos internacionales. 

   Hasta la fecha cerca de 35.000 palestinos han sido asesinados en Gaza y existen por lo menos 7.000 desaparecidos bajo los escombros, por lo que la cifra superaría los 40.000, más del 70% de ellos han sido niños y mujeres. Así mismo, 30 niños han muerto por física hambre y sed, mientras buena parte de la población se alimenta de maleza y bichos; las cifras de periodistas y de miembros de agencias humanitarias asesinados no tienen precedentes. Por donde se mire se encuentran las huellas de un genocidio en curso. Frente a esos hechos el gobierno Biden, con un amplio apoyo bipartidista en ambas cámaras del congreso, han aprobado -tan sólo en este mes- 26.000 millones de dólares más en asistencia militar a Israel, han autorizado el envío de 2.000 bombas de 2.000 libras (MK84) y gestionan la venta de más armas, incluyendo aviones de combate F-15 por valor de 18.000 millones de dólares. El genocidio en curso se financia con dinero yanqui y la población palestina se aniquila con armas «Made in USA».



   Esta «democrática» ayuda al Estado genocida de Israel ha conducido a la emergencia de las mayores protestas estudiantiles en años en Estados Unidos. De costa a costa, desde octubre de 2023, se han desarrollado sentadas, acampadas, movilizaciones, plantones a favor de la causa palestina, exigiendo el cese al fuego en Gaza, el fin de la ocupación y la desinversión de las universidades en Israel y en la industria armamentista estadounidense que lo provee de recursos para el exterminio palestino. Estudiantes, profesores y egresados han ocupado los campus con particular masividad desde finales de abril, indicando que decidieron no aceptar que el dinero de sus matrículas y sus impuestos se destine a financiar un genocidio. 

   La respuesta de los gobiernos universitarios, locales y estatales ha sido la represión abierta. Cerca de 500 manifestantes han sido detenidos en algo más de una semana, se han suspendido y expulsado violentamente de los campus a los estudiantes, se les niega el ingreso a las sedes y quienes vivían en residencias estudiantiles y comían en los restaurantes universitarios han sido desalojados. La violencia se ha venido incrementando, así como las acciones para acabar con las protestas, como cercar espacios de posible concentración en las universidades o convocar a clases virtuales. Nada de ello las ha hecho aminorar, al contrario, han echado más leña al fuego. 

   Los estudiantes confrontan objetivamente no sólo el accionar genocida de Israel, también la falsedad de la democracia yanqui, que presume sus principios y valores, demanda un orden internacional basado en reglas, cuando quiebra cualquier regla, principio o valor en su respaldo al genocidio llevado a cabo por el Estado sionista. Las masivas protestas universitarias son caracterizadas como «antisemitas» por Netanyahu y por distintos sectores políticos en Estados Unidos, el problema es que en su mayoría los activistas son judíos antisionistas como los militantes de Jewish Voice of Peace.  

A los campamentos han asistido a realizar pronunciamientos públicos en apoyo a palestina judíos víctimas del holocausto -o sus familiares- usando la consigna «No en mi nombre»; del mismo modo, organizaciones sindicales y artistas. 

   La derrota política de Israel tiene una expresión muy amplia en el seno mismo de las comunidades judías en Estados Unidos, la ruina de la careta democrática imperialista se hace sentir en cada una de estas acciones de los estudiantes universitarios en suelo norteamericano y se empieza a trasladar a países como Francia. Todo ello hace posible rememorar las masivas movilizaciones estudiantiles y juveniles contra de la guerra de Vietnam que impulsaron la derrota yanqui en aquel momento. La crisis política que se profundizó para Netanyahu con el genocidio en Gaza, y que se abrió para Biden, pueden ser un punto de quiebre para sus gobiernos. Desde Perspectiva Marxista Internacional, como defensores de la causa palestina, saludamos con entusiasmo el proceso de lucha en Estados Unidos y llamamos a la solidaridad internacional con él.    

16/3/24

Gaza: la bancarrota del sionismo como proyecto colonial y la decadencia imperialista

 



Más de 5 meses han pasado desde el inicio del ataque genocida de Israel sobre la Franja de Gaza, más de 5 meses de un despliegue de inhumanidad y horror, más de 5 meses que sólo podrían calificarse de barbarie. Desde Perspectiva Marxista Internacional y el periódico Ruptura realizamos un nuevo análisis de las circunstancias actuales. 

Gaza como recuerdo del colonialismo imperialista

«Es una guerra que pretende, de verdad, salvar la civilización occidental, salvar los valores de la civilización occidental».

Isaac Herzog, presidente de Israel.

«(…) esta es la guerra entre los hijos de la luz y los hijos de las tinieblas. No cejaremos en nuestra misión hasta que la luz venza a la oscuridad: el bien vencerá al mal extremo que nos amenaza a nosotros y al mundo entero». 

Benjamin Netanyahu, primer ministro de Israel.

   De acuerdo a los hechos actuales en la Franja Gaza ¿Qué es entonces la «civilización occidental» y cuáles son «sus valores»? El Ejército sionista ha asesinado a más de 31.000 palestinos y ha herido por lo menos a 73.000; según cifras de Naciones Unidas más de 750.000 palestinos padecen una «hambruna catastrófica» y corren el riesgo de morir de hambre –en medio de la desesperación han empezado a comer hierba, bichos, ratones y tierra–. El 90% de los 2,3 millones de habitantes de Gaza han sido desplazados violentamente y ahora sobreviven en campamentos improvisados. Cerca de 1,4 millones habitan en las calles de Rafah, una localidad en el sur de la Franja, que ya ha sido bombardeada, y que Israel amenaza con intervenir por tierra.

   Cuando Israel permite la entrada de «ayuda humanitaria» a la Franja miles de palestinos hambrientos rodean y persiguen los camiones. En repetidas ocasiones ha quedado grabado en video cómo los soldados sionistas abren fuego de forma indiscriminada contra esas multitudes desarmadas. El pasado 29 de febrero ocurrió el caso más grave hasta la fecha: fueron asesinados 112 palestinos y centenares resultaron heridos en la llamada «Masacre de la Harina». Ben-Gvir, ministro de Seguridad Nacional de Israel, felicitó a los militares y aprovechó para plantear que «la entrada de camiones de ayuda en Gaza es peligrosa». ¡La civilización occidental es entonces hambre, destrucción y muerte!

   Israel es un recuerdo de cómo el colonialismo imperialista extendió por amplios territorios la barbarie, asegurando que los crímenes que cometía se hacían para llevar la luz y el bien. Para los pueblos coloniales eso ha significado históricamente la expulsión o el exterminio, la pérdida de sus recursos, la opresión y la explotación ¡La civilización occidental es capitalismo puro y duro! Quienes defienden en la actualidad a Israel amparan a ese capitalismo imperialista decadente.

Los valores y la moralidad de los imperialismos decadentes

  



   Estados Unidos, Gran Bretaña, Alemania, Francia y Holanda como naciones imperialistas han desarrollado históricamente empresas coloniales de exterminio y destrucción, o han construido sus «modelos democráticos» teniendo como base la esclavitud, el racismo, la opresión y explotación. Ante las denuncias contra Israel por el delito de genocidio en la Corte Internacional de Justicia (CIJ) sus reacciones han sido: llamar a las acusaciones «infundadas», «completamente injustificadas» y en el mejor de los casos pedir que sean «verificadas» … mientras que cada uno de ellos firma contratos multimillonarios para la entrega de armas al Estado sionista.

   El mundo entero puede reconocer en este momento la complicidad imperialista con el genocidio del pueblo palestino. Sectores amplios de su propia población lo denuncian en gigantescas movilizaciones. En ya por lo menos dos casos, algunos manifestantes, como el soldado norteamericano Aaron Bushnell, deciden inmolarse y morir gritando que no serán cómplices de ese genocidio. Bushnell se grabó en vivo ardiendo en llamas frente a la embajada de Israel en Washington; sus últimas palabras fueron ¡Palestina libre! Por intereses geopolíticos o económicos las naciones imperialistas han dejado ver, en este caso con total claridad, cuáles son sus valores y en qué consiste su moralidad.

   La UNRWA es la Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados de Palestina en Medio Oriente, atiende a 5,9 millones de palestinos que viven en campos de refugiados, se ocupa de la salud y la educación de esta población con una red de clínicas y escuelas, así como, de la distribución de alimentos e incluso la recolección de basura. UNRWA tiene alrededor de 13.000 trabajadores, Israel acusó –sin ofrecer prueba alguna– a 12 de ellos de tener vínculos con Hamas y haber participado del ataque de la resistencia palestina del pasado 7 de octubre. Eso fue suficiente para que 16 de los mayores donantes de UNRWA –entre ellos Estados Unidos, Reino Unido, Alemania, Italia, Países Bajos, Austria, Suiza, Finlandia, Australia, Canadá, Suecia, Estonia y Japón– suspendieran sus aportes a la agencia, es decir, en los hechos están apoyando la política sionista de conducir a la muerte por hambre a los palestinos.

   El Estado colonial de Israel ha asesinado a 152 trabajadores de la UNRWA, ha impactado 147 de sus instalaciones y ha bombardeado camiones de la agencia que llevan alimentos. Desde la creación misma de esta agencia, Israel ha tenido como política su desaparición, y en estos momentos, cuando los palestinos más requieren de ayuda, desfinanciarla supone hacer aún más insoportable la vida para 2 millones de palestinos. Desde diciembre pasado se conoció una filtración en la televisión israelí de un informe del Ministerio de Exteriores con el plan para terminar con la agencia, dividido en tres fases: la primera, «señalar la cooperación de UNRWA con Hamas»; la segunda, «reducir sus operaciones de educación y asistencia», y la tercera, «transferir su función a nuevos organismos». Este plan también ha sido defendido públicamente por el gobierno y todo ello es de público conocimiento.

   El hambre, la destrucción y la violencia ilimitada a la que Israel condena a los palestinos son flagrantes, innegables; resultan imposibles de ocultar así la máquina mediática imperialista se esfuerce por hacerlo. Para lavar sus manos untadas de sangre algunas burguesías árabes e imperialistas empezaron a enviar por aire –uno de los envíos aéreos mató a 5 palestinos al caer– y ahora también por mar «ayuda humanitaria» a Gaza, pero eso jamás borrará de la memoria el hecho de que Israel masacró a palestinos hambrientos con las armas que le venden algunos de ellos; tampoco borrará de la memoria el hecho de que no estuvieron dispuestos a hacer nada más para parar al Estado genocida, y mucho menos para juzgar sus crímenes.

   Hay legiones de gobiernos, políticos y medios «humanitarios» del mundo entero que lloran lágrimas de cocodrilo por los rehenes que tomó la resistencia palestina en su incursión del 7 de octubre, estimados en unos 240. Pero no dicen nada de los más de 5.000 presos palestinos que Israel mantenía como rehenes antes del ataque, a los que hay que sumar los que encerró a partir de octubre de 2023 -que a la altura de noviembre algunas fuentes situaban ya en 7.000-.  

   Israel es un proyecto colonial imperialista, pero también es un proyecto nacional del sionismo y de la burguesía judía, que tiene sus propios intereses, y por ello puede llegar a tener contradicciones con el imperialismo; pero en lo descrito hasta aquí, los países imperialistas, aquellos que se declaran defensores de un mundo «basado en reglas», de la moralidad y la democracia, no han tenido contradicciones sustanciales con su engendro colonial.

Gaza como presagio de nuevas formas de colonialismo

«El norte de la Franja de Gaza, más hermoso que nunca. Todo está volado y aplanado, simplemente un placer para los ojos… Debemos hablar del día después. Entregaremos parcelas a todos los que lucharon por Gaza durante años (…).»

Amichai Eliyahu, ministro de patrimonio de Israel.

   Israel conserva la fisionomía de los proyectos coloniales imperialistas del siglo pasado, pero también traza los contornos de las nuevas formas coloniales. El estado sionista arrasa el territorio de Gaza, lo destruye íntegramente, promete su reconstrucción con el asentamiento de colonos y llena su territorio de banderas para marcar el espacio conquistado en el que hará «florecer el desierto». Proyectos coloniales de asentamiento de colonos anteriores expulsaban o aniquilaban la población nativa, pero resguardaban el territorio para el uso y explotación de sus recursos. A Israel le importa poco destruir completamente Gaza.

   Gaza, además, es para el imperialismo un campo de prueba de sus fuerzas destructivas. La capacidad de arrasamiento que hoy se pone en práctica no tiene paralelo desde el punto de vista cuantitativo. Tan solo en el primer mes de bombardeo Israel lanzó 6.000 bombas, equivalentes a 4.000 toneladas de explosivos –una magnitud semejante al poder destructivo de una bomba atómica–.

   Los miembros del gobierno de Netanyahu, los militares y la sociedad israelí de manera amplia, respaldan el genocidio de los palestinos y reclaman intensificarlo. Si antes el saqueo y las matanzas promovidas por el colonialismo se matizaban ideológicamente, en este caso se declaran como propósito de manera desembozada, se justifican y se validan por sus medios de comunicación.

   A los palestinos se les deshumaniza, se les barbariza y se les niega cualquier principio de igualdad con el resto de la humanidad. El genocidio en Gaza vuelve a marcar a fuego la división entre países coloniales con una población sin derechos y unos países imperialistas con derechos totales para una minoría privilegiada. Por eso en los países imperialistas se prohíben y judicializan las expresiones de apoyo a Palestina, e incluso portar algún símbolo de identificación con los palestinos puede hacerte merecedor de la acusación de «antisemita». El capitalismo retoma viejas prácticas y las rehace de manera descarnada.

Gaza se puede convertir en punto de quiebre para Israel y el imperialismo


   Hace más de 5 meses Israel desencadenó su accionar genocida contra Gaza bajo el supuesto de una represalia por el ataque de la resistencia palestina que dejó 1.200 israelíes muertos. En la actualidad los medios de comunicación tienen que hacer piruetas discursivas para poder vincular el arrasamiento, la destrucción de Gaza, la aniquilación de los palestinos y la inhumanidad de la actuación de las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) con ese ataque. Al contrario, empieza a aparecer, para el asombro sionista e imperialista, una asociación entre el acto de la resistencia del 7 de octubre y las condiciones previas de encarcelamiento y bloqueo de la población palestina en Gaza, de apartheid en Cisjordania, de exilio, opresión, persecución y asesinato sistemático de los palestinos. El genocidio en Gaza puso en discusión pública el régimen colonial de Israel y ha dejado en claro que el objetivo del gobierno de Netanyahu no es Hamás, es la conquista a sangre y fuego de todo el territorio de Palestina y la expulsión o eliminación de los palestinos.

   El gobierno de Netanyahu venía de una larga crisis, quizás la más aguda del Estado de Israel en su historia, la violencia indiscriminada y el horror que desató en Gaza no le sirvieron para superar la crisis interna: esta sigue latente. Benny Gantz, su opositor político, visitó recientemente Estados Unidos y por ello ha sido acusado de traidor, seguramente ya se discuten las formas para apartar a la secta de sionistas fanáticos que están en el poder -aunque Gantz no sea muy diferente-. El problema que tienen es que la crisis interna se transformó en una debacle de la imagen del Estado sionista en el mundo. Cada bomba arrojada contra el pueblo palestino en Gaza ha terminado volando con ella el relato sionista de víctima, de sociedad democrática y de luz de la civilización… si no fuera por el fanatismo mesiánico de algunas religiones que respaldan irracionalmente a Israel, su gobierno quedaría en la soledad casi total y cociéndose en los jugos de sus propias divisiones internas.

   Israel ha dejado en ruinas la careta «democrática» de los países imperialistas, así como, la pantomima que se escenifica en Naciones Unidas –en la Asamblea General 153 países votaron a favor de un cese al fuego y 10 en contra, en el Consejo de Seguridad fueron 13 votos a favor, 1 abstención (de Reino Unido) y 1 veto (el de Estados Unidos). Como dijo el presidente de Colombia Gustavo Petro: no son los votos, es la cantidad de aviones de guerra que se tenga los que definen la posición de la ONU. Pero en lo que más ha avanzado Israel es en poner en cuestión la legitimidad, inmunidad e impunidad que había disfrutado históricamente; todo ello se cae a pedazos junto a las casas, hospitales, escuelas y universidades de Gaza. Sus bombazos contra la población indefensa lograron reposicionar la discusión de la «cuestión palestina» y despertar la solidaridad y el apoyo a la causa palestina de millones de personas en el mundo -incluso se empieza a soltar la mano a Netanyahu en Estados Unidos. Chuck Schumer, líder de la mayoría demócrata en el Senado y funcionario judío de más alto rango en ese país, llamó a convocar nuevas elecciones en Israel y acusó a Netanyahu de llevar al país a convertirse en un paria global-

   Israel puede haber avanzado en la destrucción de Gaza y haber asesinado a miles de palestinos, pero es más lo que está perdiendo políticamente, su objetivo de expulsión de los palestinos al desierto del Sinaí o algún otro país donde puedan ser recibidos como refugiados no resulta admisible para Egipto, ni siquiera para sus aliados imperialistas incondicionales. Luego de 5 meses no ha logrado liberar a los rehenes –por el contrario, quedó grabado el asesinato de 3 de ellos por tropas sionistas–, no da noticias de haber destruido la red de infraestructura de Hamás y el tiempo del gobierno Netanyahu parece agotarse.

   En Estados Unidos y Europa sectores de la comunidad judía repiten la consigna: «no en mi nombre», y crecen los sectores de judíos antisionistas. Millones de manifestantes en todas las regiones del planeta corean la consigna: «no es una guerra, es un genocidio», y con cada masacre de Israel crecen los cuestionamientos a su proyecto y a su historia colonial. Distintos sectores sociales expresan como pocas veces en el pasado el apoyo y simpatía por los palestinos y la resistencia palestina –una noticia poco comentada es que cuatro sindicatos de los más grandes de Estados Unidos se han pronunciado a favor del alto el fuego: el United Auto Workers, el sindicato de enfermeros, el de electricistas y el de trabajadores postales-.

   Si Israel es la expresión del colonialismo pasado y futuro, de la decadencia imperialista, la lucha palestina es su contrario, expresa la defensa de posiciones democráticas y humanistas, de la solidaridad y la empatía, de la lucha por la transformación de una realidad injusta, indecente e inmoral, que no es sólo la realidad colonial que construyó la sociedad israelí, es la realidad de opresión y explotación de la sociedad capitalista misma. Por ello, desde Perspectiva Marxista Internacional y el periódico Ruptura reiteramos nuestro apoyo y nos colocamos en las filas de la resistencia palestina. 

¡Viva Palestina Libre!

11/3/24

LIBERTAD A CRISTIAN DÍAZ. Preso político del sionismo genocida.

 


  Cristian Díaz, un obrero metalúrgico de 48 años, de Florencio Varela, Provincia de Buenos Aires, Argentina, está preso desde hace ocho meses en el penal de Marcos Paz por la denuncia de un encargado de seguridad de la embajada israelí en Argentina, quien “mirando Facebook” encontró una publicación hecha por Cristian que consideró “peligrosa”. Su denuncia fue tomada por el juez Ariel Lijo, quien ordenó su detención, acusándolo del delito de “odio racial”.

  Lijo ordenó el allanamiento del domicilio de Cristian, donde se “secuestran como pruebas una bandera Palestina, el cuadro de una mujer Palestina y una solicitud simbólica realizada para recibir la nacionalidad Palestina”. Con estas “pruebas” y a pesar de que Cristian no tiene ningún antecedente penal ni dinero, Lijo le aplicó la “prisión preventiva”, que solo se puede fundamentar en que dejarlo en libertad con-dicional significaría que hay riesgo de fuga o de obstruir el proceso judicial.

  En síntesis, Cristian Díaz esta siendo juzgado porque es solidario con el pueblo palestino, denuncia la barbarie genocida del Estado sionista-nazi de Israel, que en Gaza ha causado hasta ahora más de 30.000 muertos civiles, entre ellos 8.800 mujeres y 13.230 menores de edad, además de 340 trabajadores sanitarios y 132 periodistas. Si se le suma el intento consciente de provocar una hambruna masiva impidiendo el ingreso de la ayuda humanitaria o masacrando en un solo día a 100 palestinos desarmados que fueron a recibir lo poco que había logrado entrar, está claro que no es solo genocidio sino también limpieza étnica, al mejor estilo hitleriano, para tratar de ocupar y colo-nizar toda la Franja de Gaza.

Que esto esté ocurriendo bajo el gobierno de Milei es lógico.   En su reciente visita a Israel se lo vio riendo y bailando de alegría, feliz porque crecía día tras día la montaña de cadáveres de palestinos. Pero no hay que olvidar que Sergio Massa, el candidato peronista derrotado por Milei en las elecciones, ya había declarado que si las ganaba iba a decretar que Hamas, la conducción política y militar que resiste al Estado sionista, era una “organización terrorista”, que es la manera de justificar el genocidio en Gaza argumentando que “Israel tiene derecho a defenderse”.

  La lucha por la libertad de Cristian Díaz es parte de un combate que tarde o temprano dará el pueblo argentino recuperando su tradición antiimperialista, porque el aliado más incondicional de Israel es el imperialismo yanqui, el mismo que apoyó los golpes y dictaduras militares y a los piratas ingleses en la Guerra de Malvinas.


A 100 años de la muerte de Lenin, reivindicamos su indispensable legado para seguir luchando por el socialismo en todo el mundo


 «El pasado histórico no conoce un hombre que haya ejercido tal influencia, no solamente en el destino de su propio país, sino en el destino de la humanidad: el significado histórico de Lenin no tiene precedentes». 

(Lenin, León Trotsky, p. 317).

  El 21 de enero de 2024 se cumplieron 100 años de la muerte de Vladimir Ilich Lenin, «fundador y espíritu guiador de las Repúblicas Soviéticas y la Internacional Comunista, el discípulo de Marx, el líder del Partido Bolchevique y el organizador de la Revolución de Octubre en Rusia» (Aniversario de la muerte de Lenin), como lo describe León Trotsky en su nota biográfica escrita para la Enciclopedia Británica en 1929.  Este es un año aciago -desgraciado- para su conmemoración, las penurias y vejámenes que padecen los trabajadores y los pobres en el mundo, especialmente en Palestina, son la medida del retroceso histórico de la lucha revolucionaria, sin embargo, representan también la vigencia y la enormidad de la tarea de hacer la revolución socialista mundial, como única alternativa al sistema económico-social capitalista-imperialista, que amenaza con sumir a la humanidad en la barbarie.

    No es posible conmemorar la muerte de Lenin sin recordar el significado histórico y la vigencia de la lucha de toda su vida por liberar a los trabajadores y a los pobres de la opresión y la explotación capitalista. Es decir, a la luz de las descomunales tareas que este sistema en descomposición plantea a las masas obreras y populares en todo el mundo, y a quienes todavía nos reivindicamos como revolucionarios, escapando al mito reaccionario -al fetiche- construido por el Stalinismo sobre su figura y a la ritualización vacía, que blande su retrato para mejor encubrir el abandono de los principios que él encarnó y que hicieron posible el primer Estado Obrero de la historia, la URSS.

¿Por qué los enemigos de la clase obrera odian mortalmente a Lenin?

  Tampoco es posible hacerlo sin combatir la pérfida campaña de mentiras y falsificaciones que la burguesía y sus ideólogos ha construido para pervertir su papel en la historia y su legado. Si Marx ha querido ser convertido en un león sin garras, en un intelectual más, en un simple filósofo; a Lenin no lo bajan de criminal y hasta de asesino. Si a Marx es posible tergiversarlo y convertirlo en un pacífico fundamentador de la democracia y de la conciliación de clases -como el mismo Lenin denunciaba hacían en su tiempo los pacifistas y social demócratas-; a Lenin sólo es posible proscribirlo y condenarlo por «dictador», porque nunca jamás la burguesía podrá perdonarle que haya hecho realidad el programa socialista -marxista- de la destrucción del Estado burgués, de la expropiación y la socialización de los medios de producción, y la construcción de una nueva sociedad en la que ella no, era, en absoluto necesaria. Y peor aún, el haber construido un partido mundial que buscaba extender esta realidad a todos los países, la Tercera Internacional.

  No, Lenin nunca ha sido ni puede ser hoy una figura tranquila de recordar para la burguesía y el imperialismo. No lo puede ser tampoco para los burócratas, para los oportunistas, ni para los aventureros «revolucionarios» de toda laya. Para los burócratas, porque Lenin fue el gran defensor de la democracia obrera, el que siempre escuchó a las mayorías oprimidas -campesinas- y mantuvo un vínculo férreo entre ellas y el proletariado, y quien apostó siempre por las acciones independientes de los explotados, teniendo claro que los «jefes» se deben a las bases y no las bases a los jefes. Para los oportunistas, porque Lenin supo identificar las tendencias acomodaticias y arribistas, hasta de sectores de trabajadores corrompidos por el capital, y combatir sin descanso las expresiones políticas de esas presiones sociales: a los pacifistas frente a la guerra imperialista, a los conciliadores de clase que renunciaron a la lucha por la destrucción del Estado y se empecinaron en el reformismo, tanto en el de corte sindicalista como en el parlamentarista.

  Pero tampoco es tranquilo de recordar para los aventureros y los ultraizquierdistas. Pues Lenin, apegado como siempre a los sentires y  necesidades de los sectores más explotados de las masas, supo resistirse a la desesperación de los intelectuales y de los grupúsculos sectarios y vanguardistas, persistió en la estrategia de las acciones de masas y luchó incansable para ello en la construcción de un partido revolucionario que fuera la vanguardia de esas masas, por ser sus militantes los más claros, los más abnegados, los más decididos, pero también los más respetuosos de las experiencias políticas y de lucha, mediante las cuales las masas avanzan en su conciencia y aprenden a conocer y a decidir quiénes deben ser sus dirigentes.

  Hoy queremos recordar al incansable, al implacable, al incorruptible, al dirigente revolucionario que luchó hasta la muerte por destruir este sistema de hambre, opresión y violencia y por crear una sociedad nueva gobernada por los trabajadores y el pueblo pobre. Y recuperar para las nuevas generaciones su perspectiva revolucionaria -teórica, política y práctica-, indispensable para formarse y proseguir la lucha en una época en la que muchos «compañeros de viaje» abandonaron el camino y se plegaron a las ilusiones que este sistema impone: a la democracia burguesa e imperialista, a los gobiernos «populistas», a los proyectos individuales «exitosos» o incluso a la rutina, la desmoralización o al vil consumismo.

Lenin y el partido Bolchevique

  Y si bien pudiéramos insistir en infinidad de asuntos en los que Lenin sigue siendo decisivo para la formación de la conciencia revolucionaria de los trabajadores y los jóvenes luchadores: como en sus enseñanzas sobre los métodos de lucha -contra el oportunismo y el ultraizquierdismo-; en la clarificación del verdadero significado del Estado y la necesidad de su destrucción; en su combate a la democracia burguesa y el parlamentarismo, y también sobre cómo usarlos en favor de la lucha. O sobre la comprensión profunda de lo que representa el imperialismo como etapa de desarrollo del sistema capitalista, sobre lo que significa para cada pueblo oprimido el que el mundo se encuentre dominado por un puñado de familias -la oligarquía financiera- que concentra toda la riqueza de la humanidad, mediante la cual dominan a los Estados más poderosos, y a sus instituciones u organismos internacionales -como son hoy el FMI, el Banco mundial, la ONU- para decidir la suerte -la vida y la muerte- de cada país, bien mediante el saqueo despiadado y el endeudamiento financiero -como en su momento a Grecia u hoy a Argentina-; a través de los bloqueos financieros y políticos -Venezuela, Cuba, y hasta Rusia- o vía los cañones y las bombas -como en Granada, Irak, Afganistán o ahora Palestina-; o en su explicación de cómo en su lucha por repartirse el mundo los imperialistas llegaron  a producir dos guerras mundiales, y son la fuente inagotable de nuevas guerras.

  Sin embargo, consideramos urgente destacar el rol fundamental como organizador de la palanca gracias a la cual las masas proletarias y campesinas triunfaron en Rusia y abrieron el camino para la destrucción del capitalismo en todo el mundo, su papel como el jefe de la revolución, como constructor del partido revolucionario nacional e internacional. Pues esa perspectiva, por más que ahora resulte extremadamente difícil de concretar, resulta indispensable para avanzar en la formación de nuevas generaciones de verdaderos revolucionarios socialistas. 

  El partido de Lenin, o partido Bolchevique, es un nuevo tipo de partido. Forjado en la lucha contra la sanguinaria autocracia rusa, emergió en la historia como un partido de combate, hecho para combinar inteligentemente el trabajo legal con el ilegal, siempre en pro de la movilización permanente de las masas, y con gran arraigo social en las fábricas y en las barriadas proletarias de los sectores más explotados. Conformado por militantes profesionales férreamente disciplinados, sólidamente formados en la teoría marxista revolucionaria, y acostumbrados a la lucha política interna con base en la cual se definían las posiciones de la organización, mediante la discusión y la votación, sin censurar y sin expulsar a nadie por sus posiciones o por su críticas a la dirección. Fue este el partido que conquistó el poder en Rusia y se empeñó en la construcción de un partido internacional para hacer la revolución en todo el mundo. En síntesis, un partido obrero, democrático -centralista-democrático-, revolucionario e internacionalista.

  Hay una relación directa entre el tipo de dirigente que fue Lenin y el tipo de partido que construyó, que fue no sólo indispensable para tomar el poder en Rusia, sino también para darle forma a un régimen político también nuevo en la historia, el régimen de los soviets basado en la democracia obrera.

Lenin por León Trotsky



  Por último, para presentar en forma breve pero contundente, una imagen lo más certera de quien fuera Vladimir Lenin dejamos hablar a León Trotsky su gran compañero de lucha: 

  «Para comprenderlo basta recordar el odio concentrado que esta figura provoca y provocará en todos los enemigos de la clase obrera. Porque la naturaleza ha producido una obra maestra al reunir en un solo hombre la personificación del pensamiento revolucionario y la energía indomable de la clase proletaria. Este hombre es Vladimir Ilich Lenin. 

  Y cuando se abrió la nueva época, los antiguos jefes fueron incapaces de medirse con ella: esta fue la época de las terribles convulsiones y de las sangrientas batallas. La historia quiso, y no por azar, crear una figura un solo bloque en Rusia, una figura que representara bien toda la rudeza y la grandeza de nuestro tiempo. Repito, no era por azar». (Lenin, León Trotsky, pp. 308-309).

  «(…) Para esta época la historia rusa creó un nuevo jefe. Todo lo mejor de la antigua intelectualidad revolucionaria, su espíritu de abnegación, su audacia y su odio contra la opresión, todo esto estaba concentrado en su persona, que, no obstante, en su juventud había roto irrevocablemente con el mundo de la intelectualidad a causa de las relaciones de ésta con la burguesía; Lenin personifica la idea y la realidad del desarrollo de la clase obrera. Apoyándose en el joven proletariado revolucionario de Rusia, utilizando la rica experiencia del movimiento obrero internacional, transformó su ideología en una palanca para la acción.

(…) Su internacionalismo es una apreciación práctica de los acontecimientos históricos y una intervención en su curso a escala internacional y para un propósito mundial. Rusia y su destino son solamente un elemento de esta grandioso proceso histórico de cuyo éxito depende la suerte de la humanidad». (Lenin, León Trotsky, p. 313).

«(…) en nuestro aparato gubernamental, es Lenin, principalmente, quien tiene la confianza del campesinado. Independientemente de todas las demás consideraciones, Ilich representa un gran capital moral en las relaciones establecidas entre los obreros y los campesinos». (Lenin enfermo, p. 318).

«(…) Marx entero está contenido en el Manifiesto Comunista, en el prólogo de su Crítica, en El Capital. Aun cuando no hubiese sido el fundador de la I Internacional, siempre hubiera sido lo que es. Lenin, en cambio, se dedica desde luego a la acción revolucionaria. Sus obras son simples ejercicios preparatorios de la acción. Aunque no hubiese publicado un solo libro hubiera aparecido en la historia como aparece hoy: como el jefe de la revolución proletaria, el fundador de la III Internacional». (Lenin, León Trotsky, p. 315).

Es esa perspectiva de combate inclaudicable al sistema capitalista-imperialista y a sus defensores de todo tipo, de lucha infatigable por la construcción del socialismo, como única verdadera estrategia de emancipación humana, el que queremos presentar hoy a todos aquellos y aquellas que buscan honestamente una transformación radical de la sociedad.