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11/11/23

Carta del historiador judío Ilan Pappé. Por la descolonización y liberación de Palestina



En Perspectiva Marxista Internacional resolvimos publicar una carta sobre la guerra actual entre Israel y el pueblo palestino escrita por Ilan Pappé, un luchador valiente e intransigente en defensa de un pueblo oprimido y masacrado una y otra vez por la entidad sionista. En su fecundo accionar, Pappé ha reseñado la trayectoria de lucha de los palestinos, y ha puesto luz sobre la verdadera historia, opuesta por el vértice a la narración de los colonizadores, y expone las causas de los fracasos de políticas como la de los dos Estados, que en nombre de la “paz” intentan conciliar a los oprimidos con los opresores, para que estos se resignen y se rindan de una vez por todas.


Los que defienden a Israel acusan a Hamas de estar haciendo un nuevo “holocausto”, aludiendo a las barbaries cometidas durante el apogeo de Hitler: el genocidio de los judíos, los gitanos, los eslavos y otras “razas inferiores”. Pero esa barbarie, llevada adelante en la época de la decadencia y putrefacción del sistema capitalista, no fue ninguna novedad en la historia de este sistema. Desde sus inicios estuvo marcado a fuego por el genocidio de 90 millones de indígenas exterminados por los españoles, al que siguió el de los negros africanos tratados como mercancías por los capitalistas propietarios de esclavos y los capitalistas comerciantes que los traficaban. La política colonial de Hitler dirigida contra las naciones, nacionalidades y pueblos europeos también fue, en etapas anteriores del capitalismo, la tendencia de los países desarrollados a transformar el mundo en colonias suyas, como lo hicieron los imperios europeos, liderados por el británico.


En la actualidad, la fuerza adquirida por el capital refuerza las viejas “lacras” (el colonialismo y el genocidio) y las proyecta hacia el futuro. Por un lado, en estos días, en el Reino Unido se reunen líderes empresariales e investigadores de todo el mundo para lo que se dice “abordar los retos que plantea la Inteligencia Artificial”, uno de los logros del desarrollo tecnológico, y también un serio peligro en manos de los capitalistas. Por el otro, en el territorio de una de las ex colonias, allí donde el imperio británico plantó la semilla del “hogar nacional” para el pueblo judío, crece el genocidio y la limpieza étnica del pueblo palestino sometido a la barbarie colonial durante 75 años, por parte del Estado “judío” de Israel y apoyado por las potencias imperialistas, por Estados Unidos, el Reino Unido, Francia, Alemania, Países Bajos.


En la sociedad capitalista conviven los dos polos, la cumbre de la Inteligencia Artificial con un cementerio a cielo abierto de niños asesinados, en esta barbarie en marcha. La muerte de civiles y las guerras emprendidas en esta época que se supone de grandes avances científicos y desarrollo tecnológico constituyen la manifestación más contundente de la crisis capitalista, donde las fuerzas de destrucción avanzan sobre las fuerzas productivas.


La crisis capitalista-imperialista manifestada en todos los órdenes de la vida en el planeta no conduce inexorablemente al socialismo, al contrario, da lugar a nuevas formas de barbarie.


La sociedad en esta fase de decadencia capitalista, puede encaminarse a una nueva sociedad de clases, basada en formas de trabajo semiesclavistas que superen al nazismo y a las peores masacres de la humanidad. Este profundo dilema teórico-político entre una sociedad sin clases, socialista, o un final de barbarie solo podrá resolverse por la fuerza arrolladora de las clases explotadas y oprimidas en la lucha por su liberación, utilizando el poder del Estado como garrote para liquidar todo tipo de explotación y opresión.


Si se termina con la explotación es posible una sociedad donde no haya un 1 por ciento de megarricos parasitarios, o sea una insignificante minoría de la población que compone las clases propietarias del capital, de las tierras, de las corporaciones, de los recursos, de las fábricas, que gobierna el trabajo de toda la población, donde la inmensa mayoría de los niños y jóvenes que padecen hambre y penurias, pertenecientes a las clases explotadas, construyen el mundo para esa minoría.


En Palestina se está produciendo una masacre de civiles, en todo el mundo se puede ver la consecuencia sangrienta de la acción militar del Estado Judío de Israel. Sin embargo, los alertas de amplios sectores políticos, de medios, intelectuales y académicos de la Unión Europea y de los Estados Unidos son por el crecimiento del “antisemitismo” y el peligro que esto significa para la población judía en esos países. Pero las preguntas que nos hacemos son: ¿quién permitió el bloqueo y sus consecuencias, los padecimientos cotidianos, el aislamiento, la represión, el acoso militar y los bombardeos, los miles de palestinos en cárceles, la vida en campos de refugiados de varias generaciones?, ¿quién se referió a los palestinos como “animales”?, ¿quién impulsa acciones de supuestos “colonos” contra la propiedad y las familias asentadas en la frontera de Cisjordania, para expulsarlos y matarlos si se niegan?, ¿quién es el responsable de quitarle derechos a los palestinos y árabes que residen en Israel, que desde 2018 fue declarado Estado Judío de Israel? y, por fin, ¿quién decidió que ese Estado se edificara en tierras ocupadas por palestinos, y que en el curso de su formación como Estado, los expulsara como ratas?


La guerra en curso plantea agudas contradicciones y desafíos para las potencias imperialistas dentro de sus propios países, en todos los países de la región, en el mundo árabe y/o musulmán y al interior mismo del Estado judío. En ese marco, la carta de Ilan Pappé es de lectura obligatoria.


El autor, hijo de padres judíos alemanes, nació en 1954 en la ciudad de Haifa, Israel, y hoy ejerce como profesor en la Universidad de Exeter, en el Reino Unido. En 2008 abandonó Israel, expulsado de la Universidad de Haifa, después de sufrir amenazas de muerte por sus posiciones y acciones contra el Estado sionista. Se ha formado académica y políticamente del lado de la lucha del pueblo palestino, de los expulsados de su tierra, de los que no tienen derechos, de los refugiados, de los semiesclavizados, de los masacrados. Es autor de varios libros, verdaderos manifiestos políticos a favor de los palestinos, en una narración histórica donde queda expuesta la verdad sobre esta guerra: “el plan maestro para librar al futuro estado judío de tantos palestinos como fuera posible”.


Mis amigos israelíes. Por estos motivos apoyo a los palestinos
Ilan Pappé

Es un desafío mantener la brújula moral cuando la sociedad a la que pertenece (tanto sus líderes como sus medios de comunicación) asume la autoridad moral y espera que compartas con ellos la misma furia justa con la que reaccionaron ante los acontecimientos del pasado sábado 7 de octubre.


Sólo hay una manera de resistir la tentación de unirnos a ello: si usted entendiera, en algún momento de su vida –incluso como ciudadano judío de Israel– la naturaleza colonial del sionismo y se sintiera horrorizado por sus políticas contra los pueblos indígenas de Palestina.


Si se ha dado cuenta de eso, no vacilará, incluso si los mensajes venenosos describen a los palestinos como animales o «animales humanos». Esas mismas personas insisten en describir lo que ocurrió el sábado pasado como un «Holocausto», abusando así de la memoria de una gran tragedia. Estos sentimientos están siendo transmitidos, día y noche, tanto por los medios de comunicación como por los políticos israelíes.


Es esta brújula moral la que me llevó a mí, y a otros en nuestra sociedad, a apoyar al pueblo palestino en todas las formas posibles; y eso nos permite, al mismo tiempo, admirar la valentía de los combatientes palestinos que tomaron una docena de bases militares, superando al ejército más fuerte de Medio Oriente.


Además, personas como yo no podemos evitar plantear preguntas sobre el valor moral o estratégico de algunas de las acciones que acompañaron esta operación.


Como siempre apoyamos la descolonización de Palestina, sabíamos que cuanto más durara la opresión israelí, menos probable sería que la lucha de liberación fuera “estéril” – como ha sido el caso en todas las luchas justas por la liberación en el pasado, en cualquier parte del mundo.


Esto no significa que no debamos estar atentos al panorama general, ni siquiera por un minuto. La imagen es la de un pueblo colonizado que lucha por sobrevivir, en un momento en que sus opresores habían elegido un gobierno, que está empeñado en acelerar la destrucción, de hecho, la eliminación del pueblo palestino –o incluso de su propio reclamo de ser un pueblo.


Hamás tuvo que actuar, y rápidamente.


Es difícil expresar estos contraargumentos porque los medios y políticos occidentales han acompañado el discurso y la narrativa israelí, por más problemática que fuera.


Me pregunto cuántos de los que decidieron vestir el Parlamento de Londres y la Torre Eiffel de París con los colores de la bandera israelí entienden realmente cómo se recibe este gesto aparentemente simbólico en Israel.


Incluso los sionistas liberales, con un mínimo de decencia, interpretan este acto como una absolución total de todos los crímenes que los israelíes han cometido contra el pueblo palestino desde 1948; y por tanto, como carta blanca para continuar con el genocidio que ahora perpetra Israel contra el pueblo de Gaza.


Afortunadamente, también hubo diferentes reacciones ante los acontecimientos ocurridos en los últimos días.


Como en el pasado, grandes sectores de la sociedad civil occidental no se dejan engañar fácilmente por esta hipocresía, que ya se manifiesta plenamente en el caso de Ucrania.


Mucha gente sabe que desde junio de 1967, un millón de palestinos han sido encarcelados al menos una vez en su vida. Y con el encarcelamiento vienen los abusos, la tortura y la detención permanente sin juicio.


Estas mismas personas también conocen la horrible realidad que Israel había creado en la Franja de Gaza cuando selló la región, imponiendo un asedio hermético, a partir de 2007, acompañado por la matanza implacable de niños en la Cisjordania ocupada. Esta violencia no es un fenómeno nuevo, ya que ha sido la cara permanente del sionismo desde el establecimiento de Israel en 1948.


Debido a esa misma sociedad civil, mis queridos amigos israelíes, en última instancia se demostrará que su gobierno y sus medios de comunicación están equivocados, ya que no podrán reivindicar el papel de víctimas, recibir apoyo incondicional y salirse con la suya.


Con el tiempo, emergerá el panorama general, a pesar de los medios occidentales inherentemente sesgados.


La gran pregunta, sin embargo, es la siguiente: ¿podrán ustedes, mis amigos israelíes, ver claramente también este mismo panorama general? ¿A pesar de años de adoctrinamiento e ingeniería social?


Y no menos importante: ¿podrán aprender la otra lección importante –que se puede extraer de los acontecimientos recientes– de que la fuerza por sí sola no puede encontrar el equilibrio entre un régimen justo, por un lado, y un proyecto político inmoral, por el otro?


Pero hay una alternativa. De hecho, siempre ha habido una:


Una Palestina desionizada, liberada y democrática desde el río hasta el mar; una Palestina que dé la bienvenida a los refugiados y construya una sociedad que no discrimine por motivos de cultura, religión o etnia.


Este nuevo Estado trabajaría para rectificar, en la medida de lo posible, los males del pasado, en términos de desigualdad económica, robo de propiedad y negación de derechos. Esto podría presagiar un nuevo amanecer para todo Oriente Medio.


No siempre es fácil atenerse a la brújula moral, pero si apunta hacia el norte –hacia la descolonización y la liberación–, lo más probable es que lo guíe a través de la niebla de la propaganda venenosa, las políticas hipócritas y la inhumanidad, a menudo perpetrada en nombre de «nuestros valores occidentales comunes».

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