El Foro Económico Mundial es una organización internacional que reúne todos los años a economistas, grandes empresarios, presidentes, primeros ministros, secretarios de Estado, ministros de economía, etcétera en lujosas instalaciones y hoteles en la localidad de Davos, en Suiza, para discutir la situación de la economía capitalista mundial, sus problemas y la política para responder a estos. El encuentro de este año, que se realizará en mayo, tendrá como un tema central las consecuencias económicas, sociales y políticas de la pandemia.
Normalmente las recetas de Davos son bajar impuestos a los capitalistas para que estos inviertan, con el argumento, mil veces desmentido por la realidad, de que esas inversiones “derramarán” hacia los pueblos con más trabajo, mejores salarios y menos pobreza. Pero esta vez hubo una sorpresa: un grupo de alrededor de 100 capitalistas con fortunas personales de mil millones de dólares o más, que se pusieron el nombre de Patriotic Millionaires (Millonarios Patrióticos), envió una carta abierta al Foro planteando que querían que a ellos y a todos los “milmillonarios” les cobraran más impuestos.
Esa carta tenía como lema “In tax we trust” (Confiamos en los impuestos), en un juego de palabras con el lema “In God we trust” (Confiamos en Dios) estampado en los billetes y monedas de los dólares estadounidenses. Y decía, por ejemplo:
Como millonarios, sabemos que el sistema impositivo no es justo. Muchos podemos decir que, mientras el mundo atravesó un inmenso sufrimiento en los últimos dos años, nosotros de hecho vimos crecer nuestra riqueza durante la pandemia; sin embargo, pocos de nosotros, si no es que ninguno, puede decir honestamente que paga su parte justa de impuestos.
Además, sin nombrarlos, los Millonarios Patrióticos apuntaron en su cuenta de Twitter contra los 10 diez capitalistas más ricos del mundo cuando señalaron que durante la pandemia
La riqueza de los 10 hombres más ricos se duplicó, mientras el ingreso del 99% de la humanidad empeoró debido al Covid 19.
Según la revista Forbes esos tipos son:
1. Elon Musk, de Tesla y Space X: 304.000 millones de dólares.
2. Bernard Arnault, de LVMH: 198.000 millones de dólares.
3. Jeff Bezos, de Amazon: 189.000 millones de dólares.
4. Bill Gates, de Microsoft: 137.000 millones de dólares.
5. Larry Ellison, magnate del software: 122.000 millones de dólares.
6. Larry Page, de Google: 121.000 millones de dólares.
7. Mark Zuckerberg, de Facebook: 117.800 millones de dólares.
8. Sergey Brin, de Google: 117.300 millones de dólares.
9. Warren Buffet, especulador financiero: 114.000 millones de dólares.
10. Steve Ballmer, de Microsoft, 102.000 millones de dólares.
Nosotros agregamos que las fortunas de los megamillonarios de América latina aumentaron un 50% durante la pandemia.
Oxfam –una confederación internacional formada por 19 organizaciones no gubernamentales, que realizan labores humanitarias en 90 países– señala que cada 26 horas surge un nuevo milmillonario en el mundo. Y en la misma línea de los Millonarios Patrióticos, pide a los ejecutivos que “impongan impuestos sobre las ganancias acumuladas durante la pandemia”.
Según un estudio de los Millonarios Patrióticos y Oxfam, un impuesto a la riqueza del 2% a los millonarios, 3% a las fortunas superiores a los 50 millones de dólares y 5% a la superiores a mil millones permitiría generar vacunas suficientes en el mundo, sacar de la pobreza a 2.300 millones de personas y garantizar salud y protección social a 3.600 millones de personas de países con ingresos bajos y medios.
Un informe de Oxfam titulado “Las desigualdades matan”, publicado con motivo de la “Agenda de Davos” del Foro Económico Mundial, afirma que las desigualdades contribuyen a la muerte de al menos 21.000 personas al día, o sea, de una persona cada cuatro segundos. Se trata de estimaciones conservadoras basadas en el número de muertes causadas a nivel global por la falta de acceso a servicios de salud, la violencia de género, el hambre y la crisis climática. En este y otros informes de Oxfam se dice:
Los milmillonarios han tenido una pandemia de lujo. Los bancos centrales han inyectado billones de dólares en los mercados financieros para salvar la economía, pero una gran parte ha acabado en los bolsillos de estos hombres, que se han aprovechado del auge de los mercados bursátiles. Con las vacunas se pretendía poner fin a esta pandemia, pero los gobiernos de los países ricos han permitido que los milmillonarios y los monopolios farmacéuticos corten el suministro a miles de millones de personas. Esto podría traducirse en un incremento de todas las formas imaginables de desigualdad. La previsibilidad de esta situación es indignante, y sus consecuencias son letales.
Por ejemplo, los monopolios de Pfizer, BioNTech y Moderna han convertido en milmillonarias a cinco personas durante la pandemia, y han generado más de 1.000 dólares de beneficio por segundo para sus empresas; sin embargo, menos del 1% de sus vacunas han llegado a las personas de países de bajos ingresos.
La respuesta del mundo a la pandemia ha desatado violencia económica, ensañándose sobre todo con las mujeres y las niñas, y las personas en situación de exclusión y pertenecientes a grupos racializados (oprimidos y explotados por causas raciales). Cada ola de Covid-19 conlleva un aumento de la violencia de género, al mismo tiempo que aumenta aún más el volumen de trabajo de cuidados no remunerados que recae sobre las mujeres y las niñas.
Que las desigualdades estén aumentando a esta escala y ritmo no es fruto del azar, sino de una elección. Los modelos económicos actuales no solo nos han expuesto en mayor medida al impacto de esta pandemia, sino que están permitiendo activamente que quienes ya son extremadamente ricos y poderosos exploten esta crisis en su propio beneficio.
La riqueza de una pequeña élite de 2.755 milmillonarios ha crecido más durante la pandemia de COVID-19 que en los últimos 14 años, que ya había sido una época de bonanza económica para ellos.
Se trata del mayor incremento anual de la riqueza de los milmillonarios desde que se tienen registros, y está sucediendo en todos los continentes del planeta. Este incremento es el resultado del aumento desorbitado de los precios de los mercados de valores, el apogeo de las entidades (financieras) no reguladas… la baja de los impuestos a las personas físicas y a las empresas, y el deterioro de los derechos laborales y los salarios; todo ello propiciado por la instrumentalización del racismo. Un impuesto excepcional del 99% sobre los ingresos extraordinarios que los diez hombres más ricos obtuvieron durante la pandemia podría servir, por ejemplo, para producir suficientes vacunas para el mundo, financiar servicios de salud y protección social universales, y financiar medidas de adaptación climática y reducir la violencia de género en más de 80 países. Aún así, estos hombres seguirían teniendo 8.000 millones de dólares más que antes de la pandemia.
La Humanidad desangrada por parásitos
Lenin, en su trabajo El imperialismo, fase superior del capitalismo, escrito en 1916 –hace más de 100 años–, señaló que la economía mundial estaba bajo el dominio de las capas superiores de la burguesía, propietarias de los monopolios, a las que definió como una “oligarquía financiera”. Mostró cómo esas oligarquías chupaban la sangre y la vida de los trabajadores, los pueblos y los países atrasados, porque habían convertido a toda la economía capitalista mundial en “parasitaria”. Y denunció que habían logrado conformar los Estados –o sea, los aparatos de gobierno “democráticos” de los capitalistas en cada país– en sus sirvientes. Más tarde aparecieron las instituciones internacionales –Fondo Monetario Internacional, Banco Mundial, Organización Mundial del Comercio–, también dominadas por esa oligarquía, para mantener a los países atrasados como sus colonias financieras.
Como si quisieran darle la razón a Lenin sobre el carácter parasitario de esta época del capitalismo, los Millonarios Patrióticos advirtieron que los megamillonarios “son parte del problema” y apuntaron, sin mencionarlos, contra algunos de los 10 más ricos al señalar que la confianza en el sistema capitalista “no se construye por viajeros espaciales billonarios que hacen una fortuna en la pandemia pero pagan casi nada de impuestos y pagan pobres salarios a sus trabajadores”. La crítica está dirigida, entre otros, a Elon Musk, que en los últimos años construyó Space X, su empresa privada de vuelos espaciales turísticos, una recreación solo accesible a un ínfima minoría de personas capaces de pagarlos. Por ahora realizaron viajes al espacio unos pocos señores entrados en años que pagaron millones de dólares para cumplir su último sueño. Musk y sus clientes son una verdadera síntesis del capitalismo-imperialista que domina el mundo: es de parásitos chupasangre el dirigir los logros más avanzados de la humanidad en su historia, la ciencia del Universo, con lo más avanzado de la industria, la tecnología y la ingeniería, en el marco de una “industria” con crecimiento exponencial y de alta rentabilidad como es la rama turística, junto al capital especulativo, y todo al servicio de la renta, de la ganancia, que es la razón de ser del capitalismo desde que nació, hace ya centenares de años.
El capitalismo humano no existe ni existirá
Oxfam tiene el mérito de denunciar las aberraciones inhumanas de este capitalismo parasitario comandado por esos megamillonarios y sugiere medidas para hacerlo menos inhumano, es decir, para reformarlo. Pero ignora u oculta que no hay manera de impedir que esos tipos sigan mandando si no se destruyen esos Estados.
Por su parte, los Millonarios Patrióticos criticaron a los más poderosos reunidos en Davos por sus debates sin resultados “tangibles”, y agregaron:
Para decirlo de manera simple, restaurar la confianza requiere cobrarle impuestos a los ricos. El mundo –y cada país– deben reclamar que los ricos paguen su parte justa. Cóbrenos impuestos a los ricos y háganlo ahora.
Ellos también proponen reformar el actual sistema, no destruirlo y reemplazarlo por otro que sea verdaderamente justo y humano. Y mostrando que tienen conciencia de clase de capitalistas megamillonarios, plantean claramente cuál es su objetivo: “restaurar la confianza”. ¿Que confianza quieren “restaurar”?
Confianza en que los oligarcas financieros puedan sostener el embuste de la democracia que ellos controlan, cuestionada, por ejemplo, por los estallidos sociales en Ecuador, Chile y Colombia, o por la toma del Capitolio yanqui por los fanáticos de Trump.
Confianza en que la economía mundial no vaya a una nueva crisis mucho más grave en momentos en que el propio FMI dice que las acciones cotizan en Bolsa a un valor mucho más alto del que realmente tienen, que hay “burbujas” financieras, inmobiliarias y de todo tipo que pueden estallar y gatillar una nueva crisis peor que la de 2008, y que los Estados, las empresas y las familias están superendeudados y a la larga no podrán pagar esas deudas.
Confianza en que las intervenciones militares imperialistas no dejen destruidos países enteros, como Libia, Irak, Siria, Yemen o Afganistán y, junto con la miseria intolerable, generen oleadas imparables de inmigrantes desesperados de aquellos países hacia Europa, y también de haitianos, centroamericanos y mexicanos hacia Estados Unidos.
Y, sobre todo, confianza en que el “mejor sistema” es el dominio de esta gentuza –de la cual los Millonarios Patrióticos son parte– sobre los Estados burgueses que hoy existen en todos los países del mundo, China incluida.
Por eso el título de este artículo es “Megamillonarios en pánico”. Los Millonarios Patrióticos son más lúcidos que la mayoría de sus congéneres, y es el pánico a que las masas pierdan totalmente la confianza en este sistema económico-político mundial lo que los lleva a proponer pagar más impuestos para que los Estados que ellos dominan tengan más plata y la dediquen a una beneficencia (limosna) social a mayor escala cuando está empezando a estallar en distintos puntos del planeta el odio y la furia de los explotados y oprimidos.
Quienes publicamos Perspectiva Marxista Internacional somos socialistas revolucionarios. Nuestro objetivo es llevar claridad a los trabajadores, especialmente a los más oprimidos y explotados, sobre cómo es el mundo en que vivimos y en beneficio de quiénes sufrimos lo que sufrimos. Un mundo que no sólo no va a cambiar para mejor sino que está degenerando y va a degenerar cada día más rápido hacia la barbarie si no se acaba con este sistema capitalista-imperialista, si no se destruye el poder económico y político de la oligarquía financiera mundial y sus socios menores de los países atrasados, tomando por asalto el poder, haciendo una revolución.