Pages - Menu

Publicaciones

17/5/21

Estallido revolucionario en Colombia: las masas toman las calles y se organizan en Asambleas Populares


 20 días que han estremecido a Colombia

   Dos grupos de manifestantes convergen en una calle cercana al monumento a los Héroes en el norte de Bogotá, la sensación es de euforia, se sienten miembros de una misma lucha, parte de una misma causa, se saludan con un grito que sale de la entraña: ¡A parar para avanzar, viva el Paro Nacional!. En la ciudad se repite la escena por las vías principales, en los parques de los barrios, por las calles polvorientas del sur; en torno a las estatuas de conquistadores y próceres en el norte, que son tumbadas, profanadas, haciendo añicos su pompa colonialista. 

   En el Portal Américas un grupo de indomables mujeres se declaran «madres 1ª línea», mientras sus hijos son vitoreados al entrar en la muchedumbre: encapuchados, con sus cascos, gafas y escudos hechizos, con los que ofrecen protección a los que luchan. Las calles ahora pertenecen a los que estuvieron por siglos silenciados, a los hijos de quienes fueron asesinados por no callar, a los excluidos, oprimidos y explotados. El «Duque chao, Duque chao, chao, chao, chao» expresa un sentir de las masas movilizadas, pero cuando se les pregunta ¿Qué quieren? La respuesta es casi unánime: «un país distinto, un futuro mejor»; en últimas se busca acabar con el orden social existente. La vanguardia de esas masas movilizadas han sido indiscutiblemente los jóvenes de las barriadas populares.     

   Desde el pasado 28 de abril se ha presentando en Colombia un estallido revolucionario que, con desigualdades en diferentes territorios del país, hasta el momento no tiene cierre. Miles de manifestantes han salido a las calles en mas de 600 municipios a rechazar en un primer momento la reforma tributaria propuesta por el gobierno uribista de Duque, luego su despiadada represión y ahora la totalidad del paquetazo que nos quiere imponer, las desigualdades e inequidades a las que este régimen económico, social y político nos ha tenido sometidos.   

   El 28A las centrales obreras y las organizaciones nucleadas en el Comando Nacional de Paro –creado en las manifestaciones de 2019- convocaron un Paro Nacional, que en los hechos ha desbordado claramente los límites que se establecieron en ese llamado. Las movilizaciones, cacerolazos, bloqueos de vías, marchas, enfrentamientos con las fuerzas de represión del Estado, actos artísticos y simbólicos, barricadas y puntos de resistencia, se han sostenido durante más de dos semanas impactando los más diversos territorios, desde un pequeño pueblo trepado en el macizo colombiano como Isnos en el Huila, hasta los municipios de Cundinamarca que rodean a Bogotá como Soacha, Funza, Mosquera, Madrid, Zipaquirá o Chía, y han tenido como escenarios de vanguardia a capitales departamentales como Medellín, Pasto, Popayán, Pereira, Ibagué y particularmente Cali. Al grito de «Cali, amigo, medallo está contigo», «Cali, Amigo, Pereira está contigo» o «Puerto Resistencia (Cali), Colombia está contigo» se ha reconocido su lugar de avanzada en este ascenso de masas.


A pesar de la brutal represión el pueblo trabajador y su vanguardia juvenil avanzan

   La respuesta gubernamental ha sido la más violenta represión. Particularmente en Cali se han denunciado asesinatos, agresiones constantes a los manifestantes, un número indeterminado de heridos y ya cientos de desapariciones forzadas -se están llevando a jóvenes luchadores y miles de familias pobres exigen saber su paradero-; si bien no se tienen cifras exactas de lo ocurrido, los videos de la brutalidad policial en redes sociales, las denuncias de ONG y de gobiernos extranjeros hablan de más de 50 manifestantes asesinados por el Estado en varias ciudades del país. Uno de ellos en la ciudad de Ibagué; el video de la madre del menor de edad frente a un hospital es desgarrador: «mi único hijo, mi único hijo, me tienen que matar a mi también, entonces que me maten porque me voy con mi hijo». ¡El Estado lo asesinó! Su nombre: Santiago Andrés Murillo, de 17 años. Con la misma edad otra víctima de la criminal actuación del escuadrón antidisturbios (ESMAD) fue Alison Meléndez en Popayán, la joven decidió suicidarse después de ser retenida y agredida sexualmente por cuatro policías, «me manosearon hasta el alma», escribió en su Facebook antes de quitarse la vida ¡Las niñas no se violan carajo! ¡Las niñas se respetan carajo!. 

   Sin embargo, este estallido revolucionario ha pasado por encima de fallos judiciales en su contra, de toques de queda, de cuarentenas generales impuestas por la pandemia y de esa criminal represión -que se mantiene y el gobierno justifica descaradamente-. Acumula en este momento una importante serie de triunfos: ha logrado la derrota de la reforma tributaria, la caída de los ministros de hacienda y exteriores, ha tirado a la basura la compra de aviones de guerra, ha abierto la puerta a la educación superior gratuita, tiene al borde de la muerte a la nefasta reforma a la salud y sobre todo ha permitido pegar un salto en la consciencia política de amplias masas.


Asambleas populares, «Primera Línea» y bloqueos: el pueblo trabajador se organiza y demuestra su fuerza

   La justa rabia del pueblo necesita organización y ha empezado a desarrollarla. En varias ciudades del país han surgido formas de organización democrática de las masas trabajadoras: las asambleas populares. Los ejemplos más desarrollados están en Cali en puntos de concentración y lucha como Puerto Resistencia o Sameco. De estas asambleas emergió la Unión de Resistencias de Cali (URC), una asamblea de asambleas que ha presentado su pliego de peticiones. Es necesario extender y profundizar estas experiencias en los barrios, las veredas y municipios, los centros educativos y las fábricas. Si el gobierno uribista de Duque quiere negociar, debemos exigir que se siente de forma pública, con transmisión en vivo por los canales de televisión -como reclaman desde la asamblea popular de Puerto Resistencia-, con los representantes de procesos como la URC. Es a partir de estas asambleas que el pueblo trabajador y su juventud se han organizado para la lucha y son ellas las que pueden determinar cuáles son la medidas y acciones que responden a sus anhelos, necesidades e intereses. 

   Se han desplegado también mecanismos de defensa que hoy ya cuentan con reconocimiento y apoyo social: la «Primera Línea», estos jóvenes que pasan al frente ante la represión estatal se han convertido en un símbolo de resistencia en ciudades como Cali (Puerto Resistencia) y Bogotá (Portal Américas, renombrado Portal de la Resistencia). A la Primera Línea hay que protegerla, dotarla de insumos y fortalecerla, pues expresa de forma germinal la necesidad de defensa de las masas movilizadas. La Primera Línea, las Asambleas Populares y los bloqueos de vías desarrollados en torno a ellas o por sectores afines a la protesta, como los transportadores, suponen un evidente cuestionamiento al poder del gobierno y del Estado burgués. A través de ellas las comunidades organizadas deciden en este momento qué se hace y qué no en varios lugares del país, y en muchos otros confrontan por el control de determinadas áreas con las fuerzas de represión. 

   Existen entonces dos poderes en disputa, el poder que ejercen las masas movilizadas y el poder del Estado burgués que confronta para no perder el dominio de barrios y ciudades. Las barricadas y los bloqueos se deben mantener hasta que las asambleas y el pueblo trabajador movilizado lo decidan, los corredores humanitarios y el tránsito de mercancías para el abastecimiento de la población ya vienen siendo acordados directamente en varios puntos entre manifestantes, personal médico, productores y transportadores que apoyan el Paro.   

   De los pliegos de peticiones que las asambleas han discutido y han hecho públicos ya se pueden resaltar varios puntos: el rechazo a cualquier reforma tributaria que grabe con más impuestos a la clase trabajadora, la exigencia, por el contrario, que la crisis la paguen los ricos, que se retiren todas las exenciones tributarias a la burguesía nacional e imperialista; que se retire el Proyecto de ley 010 -otra lesiva reforma, en este caso a la salud-; que se derogue el decreto 1174 –una reforma laboral que se ha impuesto por decreto por el gobierno uribista-; que se establezca un programa de subsidios a los más empobrecidos que realmente sirva para combatir el hambre y no se entreguen ayudas miserables con fines electorales; que se acelere y amplíe el plan de vacunación, que se establezca la educación superior gratuita y se solucione el problema del desempleo juvenil, que exista juicio y castigo a los responsables de la represión y que no haya ninguna criminalización a los luchadores.


El pueblo pide comida, el gobierno uribista nos ha dado plomo y ahora convoca a una tramposa negociación

   Como no han podido derrotar este estallido revolucionario con la represión, ahora el títere del uribismo, Duque, quiere ponerle freno a las acciones de masas y el ascenso revolucionario con un llamado tramposo a la negociación. La mayoría de los partidos políticos burgueses -incluso algunos que se hacen llamar alternativos- y las organizaciones de empresarios y terratenientes, ante la ofensiva de las masas, han salido al unísono a reclamar escenarios de diálogo y respaldar el llamado a negociar, que no nos engañen: su objetivo no es otro que desmostar el proceso de movilización para preservar intacto este régimen de explotación. 

   Hasta cuándo y dónde llegarán las movilizaciones y protestas es algo difícil de determinar en este momento, pues ni las direcciones sindicales o políticas lo pueden definir. Esa decisión está ahora ligada al pueblo trabajador movilizado, a su juventud y sus Asambleas Populares. Las direcciones sindicales y políticas del movimiento de masas no pueden hacerle el juego al gobierno, cualquier negociación se debe dar de frente al pueblo trabajador movilizado y su juventud, las decisiones que tomen las asambleas populares deben ser seguidas y defendidas por cualquier vocero, no son autoproclamados negociadores los que deben imponer sus acuerdos a las mayorías. 

   Como reclamaron los jóvenes de la URC en la negociaciones en Cali con representantes de los gobiernos local, departamental y nacional: ¡No puede haber negociación con los militares en las calles, no puede haber negociación con el ESMAD agrediendo y asesinando! ¡Duque, el títere uribista, debe reconocer públicamente los abusos cometidos y comprometerse con el juicio y castigo a los culpables! ¡Lo que se debe negociar es lo que el pueblo trabajador decida! ¡Los que deben negociar son los representantes de los que luchan!.

   Para que el pueblo trabajador y sus jóvenes triunfen necesitamos profundizar los procesos de movilización y organización. Fortalecer el Paro Nacional pasa por consolidar y extender la experiencia de las asambleas a cada ciudad, municipio, localidad, vereda, comuna o barrio y generar una dinámica de coordinación nacional de las mismas, con sus propios pliegos de peticiones, hay que articular local, regional y nacionalmente ese poder que está emergiendo, como ya empiezan a hacerlo en Cali. 

   Fortalecer el Paro Nacional para que triunfe pasa por impulsar las asambleas en las fábricas y empresas estatales como Ecopetrol o las empresas de servicios públicos de las ciudades, tengan sindicato o no, esta debe ser la prioridad de los dirigentes sindicales del país, especialmente de los del Comité Nacional de Paro. Fortalecer el Paro Nacional para que triunfe pasa también por convocar un Paro de la Producción que le permita a la clase trabajadora demostrar su fuerza y dinamismo como clase. Las calles son en este momento escenario de expresión del poder del pueblo trabajador movilizado y organizado; de los que luchan, de la solidaridad y el deseo de cambio; por ello para profundizar el Paro y fortalecer la lucha hay que consolidar las Asambleas Populares y la Primera Línea.


Presenciamos una guerra de los ricos contra los pobres

   La burguesía y sus plumíferos han querido vendernos nuevamente la idea en sus medios de comunicación que la rabia, la justa ira de las masas empobrecidas y habitualmente mancilladas por ella y sus gobiernos, es vandalismo y delincuencia. Que el desabastecimiento o la falta de transporte es responsabilidad de los manifestantes, pero el pueblo trabajador puede reconocer estas artimañas: a una trabajadora en Bogotá se le pregunta ante el cierre del transporte masivo: «¿Por qué vienes caminando?», su respuesta: «Porque no hay transporte, ese Duque hijueputa, malparido, ¡Que viva el paro!. Los verdaderos vándalos y delincuentes son Sarmiento Ángulo, Ardila Lulle y los demás súper súper ricos, que se enriquecen a costa de la clase obrera y saquean las arcas públicas exigiendo subsidios, construyendo puentes de papel y cobrando sobrecostos por carreteras sin terminar. Esa patronal mezquina y corrupta tiembla ante el pueblo trabajador movilizado, se impacienta cuando percibe que ese pueblo se organiza para luchar y para decidir su futuro.  

   No se puede ocultar la realidad. En las calles los que se enfrentan son los jóvenes de las familias trabajadoras, de los barrios populares, los pobres, que representan el deseo de cambio: la revolución; contra los que no quieren ningún cambio, los partidarios del «orden» y la «autoridad», el gobierno, el uribismo y la burguesía, los ricos, que encarnan y arman a las fuerzas de la contrarrevolución. Esa «gente de bien», es la que envía sus pistoleros a atacar a la Minga y a la Primera Línea, ostenta armas automáticas y camionetas de lujo ante jóvenes que los enfrentan con piedras, con un par de escudos y con la propia vida, como el estudiante Lucas Villa en Pereira, que fue acribillado por los «sicarios del orden» luego de haber bailado y cantado para que esta sociedad cambiara. Esta es una verdadera guerra de clases, de la patronal, los terratenientes y sus representantes contra la juventud del pueblo trabajador movilizado. 

   Policías y militares reciben órdenes de esa «gente de bien» y de la cueva de alimañas que es el uribismo para atacar y reprimir a su propio pueblo (1). En Cali las balas de la policía asesinaron en una barriada popular a un agente retirado de esa institución y Alison Meléndez, la joven que se suicidó en Popayán luego de la agresión sexual cometida por uniformados del ESMAD, era hija de otro policía en retiro. Policías y militares pertenecen al pueblo trabajador y lo deben defender, como lo han hecho algunos de ellos en varios momentos y puntos de resistencia; hay que llamar por ello a que el policía y el soldado de base se pase al lado de las masas movilizadas, que apoye el proceso revolucionario y desobedezca las órdenes de quienes nos explotan y oprimen.


Duque es el representante de la «gente de bien» que ha ordenado hambrear y masacrar al pueblo: ¡Fuera Duque carajo! 

   El gobierno uribista nos tiene acostumbrados al engaño, la manipulación y la trampa, por eso el pueblo trabajador sigue movilizado a pesar de sus triunfos. Pero de fondo, lo que sucede, es que hoy los que nos manifestamos lo hacemos en contra de un régimen político que se impone mediante mecanismos aparentemente democráticos y un profundo despliegue de violencia, un sistema basado en la explotación, la miseria y la pauperización de las masas trabajadoras por un lado; el enriquecimiento, la opulencia y el despilfarro de una minoría burguesa e imperialista por el otro. En Colombia hay física hambre, pobreza, desempleo, informalidad laboral, una enorme desigualdad y una sensación de˙«No futuro» de millones de jóvenes que han salido a las calles a matar o morir porque no tienen nada que perder.
 
   Esa realidad la ha construido esa clase social opresora y explotadora, arrodillada siempre ante sus amos imperialistas que saquean el país, que financian los bombardeos y la fumigación con glifosato de nuestros campos; Duque representa esa «gente de bien», esos ricos, que no saben cuánto le cuesta un huevo a un pobre, que prefieren masacrarnos disparando desde sus camionetas blancas antes que perder alguno de sus privilegios. Las masas movilizadas ya lo saben: lo que se reclama en las ciudades, en los pueblos, en los barrios, en las calles, en las redes sociales es que ese régimen de explotación, miseria y opresión debe caer, y se señala con contundencia un primer paso en esa dirección: ¡Fuera Duque carajo! Mantener al títere uribista en el poder hasta agosto de 2022 significa seguir soportando al gobierno que ha profundizado el hambre, las penurias y la masacre, apostar a esperar hasta las próximas elecciones, es negarse a escuchar la voz del pueblo trabajador movilizado que repite incansablemente: ¡Fuera Duque carajo!

¡Que el pueblo trabajador movilizado y organizado decida su futuro!
¡Vivan las Asambleas Populares!
¡Viva la Primera Línea!
¡ Fuera el ministro de Defensa Diego Molano que ha justificado la masacre!
¡Fuera los comandantes de Policía y Ejército Vargas y Zapateiro!
¡Fuera Duque carajo!
 

(1) El uribismo, que no tiene problema en llamar a masacrar al pueblo colombiano, tampoco la tiene en llamar a apoyar la masacre del pueblo palestino que hoy padece una guerra de tierra arrasada por parte del enclave sionista de Israel.  








1/5/21

Murió José Enríquez (“José de la Ford”). Un gran compañero

 


   En la tarde de este 1º de Mayo de 2021, murió nuestro compañero José, militante y dirigente de Punto de Partida y de Perspectiva Marxista Internacional.
  Con su fallecimiento, la causa del socialismo obrero, antiimperialista y revolucionario perdió a un gran luchador.
José falleció en el sanatorio donde se había internado, cuando su enfermedad oncológica reapareció con un cuadro de neumonía que en pocos días produjo este desenlace.
   Muchos compañeros de la Ford, de las fábricas de zona Norte, de la localidad de Pacheco, de los movimientos de los derechos humanos de la zona del Tigre, de los choferes de la 60, de las empresas donde estallaron conflictos fueron testigos de la solidaridad, la dedicación y el apoyo desinteresado de José.
   Solo la calamidad de la pandemia, lo recluyó en su casa. Aunque no dejó de interesarse ni de compartir horas de debate político con el grupo de compañeros de Punto de Partida, que hoy despliega la página más negra de su corta historia.
   Los compañeros más viejos también recordarán su trayectoria en la corriente morenista, de la que nunca renegó y a la que nunca traicionó.

   Toda una vida de combate consecuente:

• Por la defensa de la clase trabajadora contra la explotación patronal.

• Por la democracia obrera contra la burocracia sindical.

• Por la independencia política del proletariado, contra todos los partidos y gobiernos de la burguesía.

• Por la lucha intransigente contra el imperialismo, en defensa de los países y los pueblos del mundo explotados y oprimidos.

• Por la revolución socialista, la insurrección obrera, popular, campesina y de los marginados contra los gobiernos que defienden este sistema capitalista liderado por los megamillonarios, que condena a la inmensa mayoría de la humanidad a la explotación, la miseria, el hambre y la desocupación.

• Por la construcción de partidos obreros revolucionarios en todos los países, agrupados en una organización internacional.